PRETEMPORADA 2021

Garristas paladar negro, para blindar al intendente de La Plata

Se muestran como el núcleo duro del jefe comunal PRO. Campaña fotográfica y mensaje a la interna de Juntos por el Cambio.

La incertidumbre con la que los intendentes que no tienen chances de buscar la reelección encaran el año electoral se refleja en las estrategias que empiezan a diseñar, que incluyen pensar en 2023 casi en simultáneo con el armado de sus listas de postulantes a concejales y a legisladores seccionales para este año. Es el caso del platense Julio Garro, que necesita fortalecerse en su pago chico para -eventualmente- sentarse en la mesa provincial para sostener con peso propio una proyección. En ese marco, salieron a la cancha dirigentes autodenominados “paladar negro”, quienes lanzaron una campaña en la que se muestran como el núcleo duro del jefe comunal PRO.

 

La movida en la Octava sección es parte de la planificación que también despliegan otros intendentes parados a ambos lados de la grieta imposibilitados de volver a competir por otro período, como manda la ley con ADN massista-vidalista sancionada en 2016. Por citar solo algunos, los de Néstor Grindetti (Lanús) y Jorge Macri (Vicente López), por la oposición, y de Martín Insaurralde, por el oficialismo, son casos similares al platense, aunque están más adelantados en la jugada. El lanusense ya bendijo a su jefe de Gabinete, Diego Kravetz, y el segundo, a Soledad Martínez, jefa del bloque de JxC en el Concejo Deliberante. El lomense tiene en Federico Otermín, presidente de la Cámara de Diputados, a su sucesor natural para 2023.

 

El objetivo de esa mesa garrista es alimentar su perfil en el mismo sentido que lo viene haciendo: endureciendo el discurso a favor de una candidatura a gobernador de un intendente, reclamando poder de lapicera en el armado de las listas de candidatos legislativos y visibilizando su rol de interlocutor con mirada crítica con el gobierno de Axel Kicillof en medio de la emergencia sanitaria por la pandemia de coronavirus.

 

Garro no renuncia a nada, ni siquiera a poner su nombre en el lote de candidatos a gobernador del espacio, más allá de que ya le ganaron de mano su colega de Vicente López y el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli. Estar en esa grilla le abre camino en la principal fuerza opositora a nivel nacional y provincial: lugares con protagonismo en las listas de aspirantes a cargos legislativos nacionales o hipotéticos espacios de poder en un Ejecutivo.

 

Pero -lo dicho- para poder jugar en esa liga necesita tener alambrado el territorio para neutralizar cualquier avance del Frente de Todos (FdT). Y para lograr eso necesita descansar en su equipo de mayor confianza. El núcleo más duro, el riñón del garrismo, empezó hace algunas semanas a jugar el juego de las fotos con dos imágenes que circularon en redes y hablan de un equipo.

 

Ponce, Rifourcat, Etchart, Barbier, Ganduglia y Quintero Chasman.

Lo que se puede leer es un mensaje hacia la interna del PRO, el socio mayoritario de la coalición Juntos por el Cambio, pero también hacia el afuera de esa fuerza e incluso más allá de los límites de la capital de Buenos Aires. En un sentido -el endogámico- se procura mostrar que allí está lo que comúnmente en política se llama “riñón” o “círculo de confianza”; en el otro, se intenta decir que esos son los guardianes en los que el jefe político descansará para conservar un poder que a la vez le permitirá ensanchar la espalda en la rosca provincial que lo tiene como protagonista del Grupo Dorrego.

 

A nadie escapa que esos gestos son pensados y responden a una lógica. En este caso -además-, lo que dicen las fotos lo rubrican las paredes. “Paladar negro” es la firma de las pintadas que proliferaron en los muros de la ciudad horas después de la primera de esas reuniones. “Defender el proyecto político y el liderazgo de Julio Garro de cara a las legislativas y el 2023”, es uno de los objetivos que cae de la boca de cualquiera de los presentes o sus allegados. Se definen como promotores de un “ámbito de discusión política”, con militantes y referentes que vienen acompañando al jefe comunal desde hace mucho tiempo y que ofrecen -como si fueran todos peronistas- “la lealtad como bandera y lineamiento político”.

 

Ganarán en intensidad las reuniones programadas y la búsqueda de garantizar presencia en el territorio. Algo que falló en las PASO de 2019 y corrigieron para las generales, en las que el intendente logró la reelección tras levantar una diferencia de 10 puntos. El objetivo, aseguran, es ampliar la base y construir en línea con un frente amplio. Dicen que pretenden interpelar al núcleo duro del PRO, pero también a los peronistas, y, a la vez, mantener el diálogo fluido con los radicales.

 

Primera línea

En la primera foto -acompañada con el texto “En equipo por la ciudad, siempre”-, que hicieron circular en redes el 17 de mayo, aparecen cinco funcionarios de primera línea en el gabinete y el fundador de la juventud del PRO: Luis Barbier, secretario de Obras Públicas, de origen peronista; Darío Ganduglia, secretario de Seguridad, llegado a la política de la mano del propio intendente, uno de los que suena para sucederlo; Julieta Quintero Chasman, titular de Desarrollo de la Comunidad, exponente de la juventud que lidera Fernando Ponce (otro de los que aparece en la foto); Enrique Rifourcat, al mando de Salud, con algún origen radical; y Jose Etchart, secretario de Espacios Públicos, referente de la Coalición Cívica (CC).

 

A la segunda foto se sumaron el exsecretario de Gobierno y actual concejal Nelson Marino y el subsecretario de Asuntos Estratégicos, Juan Martínez Garmendia; también, Darío Alfano, secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales que llega para aportar una pata gremial a esa mesa chica.

 

Ya vendrá el tiempo (o no) de sumar al resto de las partes que componen el complejo rompecabezas con el que se arma la trama final del oficialismo platense. Entre ellos, los socios radicales, los amarillos que vienen de otras vertientes, los peronistas ligados al monzoísmo o los recién llegados que hasta hace poco eran opositores.

 

Hasta qué punto el grupo se convierte en herramienta para delinear el armado electoral que competirá en las elecciones legislativa de este año está por verse. Pero la doble jugada fotográfica denota un aval implícito de un intendente que parece decidido a dejar hacer, si es que, en realidad, no es él el verdadero motorizador de la movida.

 

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Maximiliano Pullaro y el intendente peronista de Pérez Pablo Corsalini en junio, cuando el gobernador visitó la localidad.

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