Dentro del lote de las provincias de mayor volumen, Santa Fe es un distrito clave para los intereses del Frente de Todos. Con derrotas a la vista en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, la Bota es una de las plazas donde el peronismo concentrará atenciones mayúsculas, pero hay dos factores que alarman a las huestes del PJ. Por un lado, el recuerdo de la victoria, aunque exigua, que Mauricio Macri obtuvo en las presidenciales de 2019. Por el otro, la inquietante caída libre en las imágenes de los gobiernos nacional y provincial.
La valoración positiva de las gestiones del presidente Alberto Fernández y el gobernador Omar Perotti, en Santa Fe, está por debajo del 30 por ciento. Lo revela una encuesta de RPS Consultores a la que accedió Letra P. El informe se realizó entre los días 1 y 4 de abril, de manera telefónica en toda la provincia, con una muestra de 1.800 casos.
La gestión de Fernández consigue una aprobación del 29,6 por ciento, con mejores desempeños a mayor edad y menor nivel educativo. En cambio, los jóvenes de menos de 30 años expresan mayor rechazo a su gestión. El porcentaje muestra una caída de casi 12 puntos por debajo de su performance electoral de octubre de 2019, resalta la consultora.
Hay una notoria diferencia en los guarismos entre las ciudades de Santa Fe y Rosario, por un lado, y el interior, por otro. Mientras que en la capital y la localidad más poblada Fernández supera el 32 por ciento, en el resto cae por debajo del 25.
A Perotti le va igual de mal. Aprueba su gestión el 29,2 por ciento del electorado santafesino y cosecha un rechazo que alcanza el 51,5. A diferencia de lo que sucede con el Presidente, la evaluación de la gestión del gobernador es pareja en la apertura por sectores geográficos. Oscila entre 28 y 30 puntos en toda la provincia.
Perotti le fue fiel a Fernández desde el inicio de las gestiones. La Casa Rosada vio en el gobernador al aliado ideal, a una suerte de jefe de los gobernadores sostenes del Presidente, pero no ocurrió nada de eso. Tampoco rompió el molde y construyó un ismo a la altura del cordobesismo de Juan Schiaretti, con quien comparte conservadurismo y mirada política.
Dentro de la provincia, en cambio, sí identificó adversarios y enemigos. Se la juró al socialista Miguel Lifschitz y desarmó la unidad en la diversidad que le permitió al peronismo de Santa Fe recuperar la provincia tras 12 años de gobiernos progresistas.
En el PJ provincial hay un reproche casi unánime hacia el gobernador: se le endilga que no conduce y que se mueve como “un patrón de estancia” que no les da juego a otros sectores y actores políticos.
Así llegará el peronismo a la elección de este año. En pandemia y con desorden en lo político. El rafaelino ya tiene marcada su ficha electoral: Roberto Mirabella. Por él peleará ante Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández. Juntos, conforman el trío que tiene las lapiceras de la provincia. El delfín de Perotti tiene un alto nivel de desconocimiento, pero está en plan campaña hace rato para achicar la brecha.
El peronismo tiene una potencia per se, pero Juntos por el Cambio, en una elección polarizada, no va a dejar de inquietarlo. Ya le ganó en 2019 y puede volver a hacerlo. Además, Lifschitz tiene que definir si compite. Si lo hace, cambia el escenario. Más de un desafío para la sociedad Fernández-Perotti.