La jefa de hierro del PRO, Patricia Bullrich, recorre la provincia de Buenos Aires con un capital político duro que muchos de sus pares en Juntos por el Cambio envidian. No le falta exposición mediática ni seguidores y seguidoras en las redes sociales, a quienes se suman también trolls y operadores de todo tipo. Es un paquete de alta exposición que intenta contrarrestar su inexistente territorialidad y su reducida tropa en la provincia más extensa del país, que concentra nada más y nada menos que el 40% del padrón electoral. Pese a ello, se refugia en la lealtad de sus más cercanos y refuerza las críticas contra el gobierno del Frente de Todos con un solo objetivo: ampliar el pelotón de cara a las elecciones de este año y posicionarse para 2023.
En el equipo de la exministra de Seguridad del gobierno que encabezó Mauricio Macri aseguran que su estrategia contrasta con la propuesta de los demás líderes opositores, como el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal o el intendente de Vicente López, Jorge Macri, pero encuentra una síntesis que los mantiene en unidad. Así, mientras el primer grupo flamea la bandera de la moderación, se pliega, en parte, a la estrategia de gestión del gobierno nacional y sale en busca de los votos que marcan descontento con el oficialismo, Bullrich pretende, primero, reafirmar su núcleo duro para, después, cooptar nuevos electorados. "Queremos lo mismo, pero usamos distintos caminos para conseguirlo", repiten los halcones que rodean a la presidenta nacional del PRO.
Por eso, desde que dejó la gestión pública mantiene reuniones virtuales cada semana con dirigentes amarillos de todo el país y recorre algunos puntos bonaerenses con la excusa de presentar su libro "Guerra sin Cuartel", en la que narra sus experiencias al frente de la cartera de Seguridad. Ya lo hizo en algunos puntos de la costa atlántica como Mar del Plata, zona en la que reunió a concejales y concejalas de otros distritos como Villa Gesell, Pinamar, General Madariaga y Chascomús, y tiene intenciones de acelerar las recorridas en las próximas semanas, con un mensaje más político, a propósito de la cercanía del calendario electoral.
El apuro de dotar de dinamismo al partido es en realidad una bajada de línea de Macri a su exministra. Bullrich considera, además, que Humberto Schiavoni convirtió al PRO en un partido administrativo, en el que muchas figuras de trascendencia plantaban una posición política, expresaban lo que pretendían en tanto modelo de país o lanzaban críticas al kirchnerismo de manera individual, pero en el que no había una dinámica orgánica que ordenara esas ideas. Por eso, el objetivo que se planteó durante el año pasado fue revertir esa relación. "El que tiene una responsabilidad de gestión puede expresarse a través del trabajo diario, pero el que no está en el gobierno necesita de una voz crítica que lo represente y contenga y ahí se ve clara la figura de Bullrich", destacan en su entorno.
El contacto es directo con ella y con su hombre de confianza, Gerardo Milman, a quien reclutó de las filas del GEN, el partido de Margarita Stolbizer, y lo designó como secretario de Seguridad Interior de la Nación en tiempos en que controlaba las fuerzas de seguridad. Hoy se encarga de la organización de su agenda, del armado provincial y de parte de la estrategia en torno al PRO. Le sigue un puñado de otros dirigentes de baja exposición como Martín Culatto, Gustavo Ferragud y Matías Lobos, todos ellos, exintgrantes del gabinete de seguridad nacional, aunque orbitan también otros nombres que, si bien reportan a jefaturas distintas, suelen moverse en tándem con la exfuncionaria como el senador Juan Pablo Allan, la senadora Felicitas Beccar Varela, el diputado nacional Waldo Wolff y funcionarios locales como Mauro Palumbo en La Plata y Gustavo Jara en General Pueyrredón.
Los seguidores y las seguidoras de Bullrich explican su déficit bonaerense como parte de un plan 2021 para ampliar sus margenes de influencia a partir de personas por fuera de la política. Destacan principalmente al exbailarín Maximiliano Guerra y al periodista Roberto Cachanosky. Tampoco quieren quedar prescindentes de la pelea por el voto libertario que le disputan José Luis Espert y Javier Milei con el Frente Despertar y, si bien reconocen que podrían confluir en un mismo espacio de cara a las presidenciales, lo descartan para este año, algo que también planteó a Letra P el senador provincial Walter Lanaro: “Tarde o temprano, vamos a confluir con liberales como Milei y Espert”.
Así, Bullrich crece como la abanderada de los rabiosos antikichneristas y se posiciona en el lote de aspirantes a suceder a Rodríguez Larreta, pero su equipo la alienta a disputar la elección presidencial, sueño que confesó abiertamente a principios del año pasado. Tome un sendero u otro sabe que, primero, tendrá que ganar terreno en la provincia de Buenos Aires y meter candidatos o candidatas en algunas de las ocho secciones electorales.