"¿Y con quién hay que hablar?", se preguntan en el oficialismo para pensar la forma de reencauzar el diálogo con la oposición, enfrascada en una disputa interna entre una ala radicalizada y otra dialoguista, que hasta ahora ganaron de manera sistemática la primera. La pregunta parte de la descripción de lo que, dice Sergio Massa, fue el principio del fin de la última sesión: un acuerdo con las autoridades de los bloques que forman parte de JxC que terminó en un rechazo por parte de la inmensa mayoría de la bancada que conforma la alianza macrista.
¿Son los gobernadores radicales interlocutores válidos para ordenar el caos de Diputados? Las respuestas varían según las personas consultadas. En líneas generales, prima la idea de que ni Valdés ni Morales ni Suárez tienen suficiente ascendencia sobre un número considerable de bancas en las dos cámaras del Congreso como para interceder en el conflicto u ordenarlo. En el caso del mendocino, por ejemplo, suele señalarse que carece de representación, ya que en el Senado manda Julio Cobos y en Diputados, Alfredo Cornejo, también enrolado en el ala dura de la alianza opositora.
Un dirigente que siguió de cerca las negociaciones entre la Casa Rosada y los gobernadores peronistas durante el gobierno de JxC se permite desconfiar de la versión. "Eso es lo que dicen los gobernadores para hacerse los desentendidos. Cuando quieren y las papas queman, influyen. No es cierto que los diputados se les rebelan y votan por las suyas", dice. Con todo, el número es limitado. JxC tiene tres representantes por Jujuy, seis por Mendoza y cuatro por Corrientes. Es un escenario diferente del que tuvo Macri durante sus primeros dos años de mandato, cuando, aún en minoría, logró sacar decenas de leyes centrales para su gobierno gracias al acuerdo que cerró con un grupo de provincias bajo mando peronista que aportó los votos de sus representantes en el Congreso.
En una mejor posición está Rodríguez Larreta, que tiene línea 18 diputados y diputadas nacionales por la Ciudad de Buenos Aires con quienes dialogar, a quienes se suman representantes de otros distritos que ya olvidaron el liderazgo de Macri para trabajar por un nuevo proyecto presidencial. El jefe de Gobierno porteño se anota como interlocutor opositor ante la administración Fernández, pero evita asumir un rol de liderazgo para no detonar la coalición y para esquivar cualquier responsabilidad cuando los halcones atacan sin concesiones al Gobierno. “Si hay una pelea por el liderazgo, se acaba la unidad”, confiesa ante su equipo íntimo. La influencia de Macri, sabe, persiste y es evidente en el sector más duro, aunque Larreta se niega a identificarlo como tal.
Por lo pronto, a una semana del escándalo, Massa volvió a apostar por el diálogo con las autoridades parlamentarias de JxC, Ritondo, Mario Negri(UCR) yFerraro(Coalición Cívica), al convocar a una reunión para este martes a las 19 para definir el funcionamiento de ese cuerpo en los próximos 60 días. Aun tras el amparo judicial que presentó la alianza de macristas y radicales para impugnar la última sesión, el presidente de la Cámara hará un último intento y buscará cerrar acuerdos con las jefaturas de todas las bancadas para tratar de reencauzar las relaciones por las vías ordinarias.