MACRI NO LO HIZO

Mercado Libre, el foco reformista que reedita un modelo laboral preperonista

Macri le dio al unicornio de Galperín un convenio que sacude las bases de los derechos obreros y que ahora reinstala un debate que la crisis puso sobre la mesa.

El enfrentamiento público entre el Sindicato de Camioneros y los representantes de Mercado Libre  excede por mucho la discusión particular sobre lo que ocurre puertas adentro de la empresa y anticipa una batalla que vuelve a instalarse de la mano de la crisis sanitaria: la reforma laboral. La firma insignia del e-comerce nativo fue el tubo de ensayo que cristalizó las aspiraciones empresarias, ese mundo ideal conformado por sindicatos de empresa y condiciones de contratación que desanudan la ley de Contratos de Trabajo, el dique de contención local al rayo precarizador que recorre el mundo.

 

Mercado Libre cuenta hoy con un Convenio Colectivo propio, el 1591/2019, que sólo se aplica en la compañía de Marcos Galperín y fue firmado por el Sindicato de Carga y Descarga, que conduce Daniel Vila. El sindicalista platense de 56 años, consiguió la homologación del acuerdo en tiempo récord durante la gestión de Dante Sica, como jefe de la cartera laboral, y operó así como punta de lanza del debilitamiento de las condiciones de trabajo establecidos en el convenio de actividad.

 

Ahora, al menos en el sector de distribución, la responsabilidad de la compañía se remonta a un estadio pre-peronista. Las obligaciones empresarias con sus empleados fueron completamente desdibujadas y, al mismo tiempo, la empresa está habilita a disponer unilateralmente de la duración y regularidad de las jornadas laborales.

 

Del detallado análisis sobre el acuerdo realizado por los abogados Matías Cremonte y Carlos Zamboni Siri, se desprende que el convenio disuelve la modalidad de jornadas de ocho horas y la reemplaza por "un banco de horas" semestral, de 192 horas por mes. De esa manera, precisan los abogados, el empleador puede ordenar jornadas de 12 horas y disponer, según su conveniencia, del momento de francos o vacaciones, que no pueden durar más de siete días corridos.

 

Si se trabaja más de lo pautado semestralmente, el empleado no cobra horas extras sino que acumula días de descanso y, si no cumplió lo acordado, se le debe las horas faltantes a la compañía.

 

 

En relación a la forma de contratación, Mercado Libre creó la figura de “trabajadores permanentes discontinuos”, una modalidad cuasi fraudulenta, ya que los empleados están a disposición permanente de la empresa pero sólo tienen asegurado el pago de 12 jornadas.

 

El remate es el cepo al derecho a huelga en la compañía establecido al ordenar que, antes de lanzar protestas o medidas de fuerza, sus empleados deben someterse a un proceso de mediación interna de 15 días hábiles. Transcurrido ese plazo, la empresa podrá solicitar la conciliación obligatoria, lo que en la práctica retarda cualquier medida como mínimo dos meses.

 

Durante el gobierno de Mauricio Macri, las principales cámaras patronales del país pugnaron por replicar esas condiciones a toda la economía, mediante una reforma laboral que no llegó. Ahora, la pandemia parece darles revancha.

 

Con el bloqueo a las plantas de distribución de la empresa argentina de mayor valor bursátil, el sindicato que conduce Hugo Moyano encendió un cortafuego. Por primera vez desde la pandemia, el sindicalismo parece haber primereado la discusión sobre el futuro laboral, en una coyuntura en la que crece el malestar por los gestos a empresarios.

 

 

 

Apenas iniciadas la cuarentena, el anuncio del Grupo Techint del despido de 1.500 trabajadores de su empresa de construcciónsacudió el mapa laboral y obligó al Gobierno a apurar una ley antidespidos. La norma, celebrada por todo el arco sindical, redujo la sangría de desvinculaciones, pero habilitó a la vez los acuerdos de suspensiones con reducciones salariales

 

La ofensiva lanzada por Camioneros la semana pasada, entonces, marca la cancha y esboza los términos en los que se puede dirimir la nueva disputa.

 

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