Con las consecuencias sanitarias de la pandemia a cuestas y un preocupante futuro económico, América Latina enfrenta el desafío de salir del confinamiento social y entrar en la “nueva normalidad”. Ante el agotamiento generado por las cuarentenas y al ser el “epicentro” de la enfermedad, el siguiente paso está marcado por el temor a un rebrote y a las inevitables consecuencias políticas.
Al gobierno argentino le costó anunciar el recrudecimiento de la cuarentena en el AMBA porque es consciente del desgaste, pero el temor a la saturación del sistema sanitario fue más fuerte y el tridente compuesto por Alberto Fernández, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, volvió a apelar al confinamiento. Entre la economía y la salud, apuesta por la segunda porque asegura que el PBI se recupera y porque sabe que de las imágenes de los hospitales colapsados no se vuelve. El costo a pagar es la imagen positiva. Según Atlas Intel, la aprobación de la gestión nacional es del 43,9%, casi diez puntos menos que en mayo, y CB Consultora refleja una caída de dos puntos en la imagen de Larreta, que es del 53,9%, y una baja de tres puntos para Kicillof, que llega al 48,6%. No son números despreciables, pero muestran una tendencia a la baja.
Larreta y Kicillof, los gobernadores del AMBA, en baja.
Este desafío no es exclusivo de la General Paz. En diálogo con Letra P, el jefe del Departamento de Medicina Intensiva de la Universidad Católica de Chile, Alejandro Bruhn, aseguró que la región tendrá que “lograr un difícil equilibrio entre la económica y la salud” porque “la pandemia se va a mantener por lo menos un año más” y porque serán “inevitables los rebrotes a medida que se abra la economía”.
BRASIL. El costo político para Jair Bolsonaro ha sido una crisis que lo aisló y amenaza su estadía en el poder. Su decisión de no confinar el país y delegar las responsabilidades en los gobernadores provocó una profunda pelea con los gobiernos subnacionales que optaron por estas medida, como los de sus antiguos aliados de San Pablo, Joao Doria, y Río de Janeiro, Wilson Witzel. Pocos líderes quisieran este escenario marcado por disputas, polarización y rebrotes en el Nordeste y algunas ciudades del Sur, pero más de uno quisiera sus números porque, según Datafolha, el militar tiene una aprobación del 32%, importante registro para el líder del segundo país con más contagios y más muertos del mundo.
CHILE. Para el presidente Sebastián Piñera, el impacto es doble porque acumula la crisis de 2019. El modelo elegido al principio, basado en “cuarentenas dinámicas”, fracasó y hoy reporta más de 275.000 casos y rebrotes en algunas zonas del Norte, como Antofagasta, que salió de la cuarentena el 27 de mayo y volvió a ingresar el martes pasado. El saldo político para el mandatario es negativo: según una encuesta, el 62% desaprueba su gestión de la pandemia.
ECUADOR. El escenario es similar para Lenín Moreno, que todavía sufre la crisis del año pasado. Según una encuesta, hacia fines de mayo tenía una aprobación del 18,7%. El país sufrió la primera crisis sanitaria de la región, en Guayaquil, y la desescalada amenaza con provocar otra en Quito. Desde que la capital abrió actividades, el 3 de junio, los casos aumentaron un 62% y el alcalde, Jorge Yunda, reconoció el sábado que “los servicios sanitarios ya no dan más” y pidió “evaluar decisiones más duras”. El gobierno nacional descartó dar marcha atrás porque “la reactivación económica es indispensable”.
BOLIVIA. Éste es un caso particular porque la pandemia es manejada por el gobierno de facto de Jeanine Áñez, tras el golpe de Estado de 2019. A principio de mes pasó de una cuarentena rígida a un sistema “flexible” a cargo de los departamentos. Hasta entonces tenía casi 10 mil casos y 313 muertes; hoy, reporta más de 32 mil enfermos y más de mil fallecidos. Importantes ciudades como La Paz y Cochabamba, entre otras, dieron marcha atrás y endurecieron las medidas. En la peculiar actualidad política, Áñez no supera el 17% de intención de voto de cara a las elecciones de noviembre.
COLOMBIA. Aquí se generó una disputa entre el presidente, Iván Duque, y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. En abril comenzó el desconfinamiento “inteligente y productivo”, pero en los últimos días hubo récords de casos: más de 90.000 contagios. López le exigió al mandatario decretar una nueva cuarentena y prepara un nuevo confinamiento local en la ciudad, pero Duque lo descarta porque hay que “aprender a convivir con el virus”. Las encuestas reflejan la pelea: un sondeo de Datexco asegura que la imagen positiva de Duque es del 36% y la de López, del 76%.
Con un sistema de semáforos, el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) inició a principio de mes una “vuelta a la normalidad gradual, ordenada y cauta”. Tenía 93 mil casos y 10 mil muertes; hoy, 220.000 contagios y más de 27 mil fallecidos. En el escenario político surgió el Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA), que exige su renuncia por derecha con manifestaciones, pero, según una encuesta de Celag, todavía ostenta un 55,3% de imágen positiva.
Los países con las mejores actuaciones, Paraguay y Uruguay, también temen un posible rebrote, pero con menor impacto político. En la nación guaraní la preocupación crece porque los casos aumentaron un 34% en los últimos cuatro días y en Uruguay por los contagios en la ciudad de Treinta y Tres. En el país tricolor, el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, logró la capitalización política de la crisis y parece ganarle la pulseada al primer mandatario, Mario Abdo Benítez, envuelto en casos de corrupción. El presidente oriental, Luis Lacalle Pou, sí logró acumular rédito: según una encuesta, su imágen positiva es del 63%.
De esta manera y con la advertencia de la OMS de que “lo peor está por venir”, la región enfrenta el inicio del desconfinamiento con el miedo de perder lo logrado en un rebrote y con consecuencias políticas que amenazan con profundizarse ante el temor de nuevos errores.