El diálogo y el consenso fueron las herramientas que utilizó Fernández desde que decretó el aislamiento obligatorio, el 20 de marzo. Sin embargo, esa cuarentena pacificada se vio alterada por el debate sobre las prisiones domiciliarias -tema recurrente en los medios de comunicación-, que derivó en las protestas de la clase media.
La politóloga Natalia Pretti analizó el fenómeno de los cacelorazos en plena pandemia, valoró el vínculo entre el Gobierno y los dirigentes de la oposición y consideró que Alberto Fernández aún no construyó su propio poder. "El albertismo no existe por sí mismo pese a que la pandemia aceleró los tiempos políticos. Hoy es kirchnerismo más Alberto", reflexionó, en diálogo con Letra P.
BIO. Es licenciada en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de La Plata. Además, cursó la Maestría en Relaciones Internacionales en el Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata. Es docente de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) -facultad Regional La Plata- desde 2010. También, está a cargo de la consultora Cetro, que se dedica a la investigación social y política, encuestas de opinión, diseño de estrategias políticas y de comunicación y campañas electorales.
-¿Qué análisis hace de los cacerolazos en algunas ciudades del país?
-Se están dando en los distritos donde el Gobierno tiene menores índices de adhesión y donde perdió las elecciones, como en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Tandil, Bahía Blanca y Mar del Plata. Lo interesante de este fenómeno radica en cómo empezó a circular en los medios y redes sociales: una jueza (Julia Márquez) habló de la liberación de 176 presos que estaban acusados por delitos contra la integridad sexual y luego se desdijo. De inmediato, esa fake news empezó a circular por las redes sociales y dio lugar a los cacerolazos.
-¿El debate por las prisiones domiciliarias puso fin a la paz entre oficialismo y oposición?
-La polémica surge de una noticia falsa, replicada hasta el cansancio en las redes sociales. Por un lado, la liberación de detenidos es una facultad exclusiva del Poder Judicial, no del Poder Ejecutivo. En este sentido se manifestó el ministro de Justicia bonaerense, Julio Alak, y también lo hizo el presidente Alberto Fernández en su cuenta de Twitter. Por otro lado, hay una cuestión política en el tema y eso tiene que ver con el rol que están ocupando los medios de comunicación en este momento crítico.
"Los medios tiene la necesidad de imponerle la agenda al Gobierno y ponen en marcha operaciones mediáticas. Esa necesidad se vincula con una cuestión intrínsecamente relacionada a una disputa de poder."
-¿Cuál?
-Los medios tiene la necesidad de imponerle la agenda al Gobierno y ponen en marcha este tipo de operaciones mediáticas. Esa necesidad se vincula con una cuestión intrínsecamente relacionada a una disputa de poder. Es decir, buscan erosionar la alta popularidad de la figura presidencial, que en estos momentos alcanza entre un 80% y 90% de imagen positiva. Una vez que entendemos la cuestión institucional y la política, entenderemos que el debate es un debate falaz, no hay debate.
-¿El consenso social y político es la única herramienta contra la pandamia?
-Sí. En contextos de crisis, las decisiones políticas deben contar con la mayor cantidad de apoyos posible. Así se garantiza su legitimidad y el posterior cumplimiento por parte de la sociedad. La búsqueda de consensos sólo puede existir en una sociedad democrática que los permita. Para construir consensos es necesario que el régimen político permita los disensos. Y esto me hace detener en algo que está circulando en estos días por las redes sociales: la convocatoria al 7M bajo la consigna “no queremos comunismo”. Se está llamando a salir a las esquinas a protestar, pero con barbijo y respetando la distancia social. Un disparate.
-¿Cómo analiza la cooperación entre el Gobierno y los gobernadores de la oposición?
-Es muy atinado por parte de ambos. La base de apoyo debe ser lo más amplia posible para que las decisiones que se tomen puedan ser eficaces y eficientes. En momentos de crisis, es muy importante llevar certidumbre a la sociedad, tanto en lo que tiene que ver con la gestión como lo vinculado a la comunicación. La imagen en cadena nacional de Fernández,( Omar) Perotti,( Horacio) Rodríguez Larreta, (Axel) Kicillof y (Gerardo) Morales al anunciar el aislamiento social obligatorio fue muy contundente y tuvo como objetivo llevar certidumbre y certezas en épocas de mucha incertidumbre e incertezas.
"Si la vicepresidenta no fuera Cristina, ¿le pediríamos que hable o nos llamaría la atención su silencio? Definitivamente no y eso tiene que ver con el peso político que tiene. Cristina es el actor político más importante del país."
-¿La manera de hacer política va a cambiar después de la pandemia?
-Todo va a cambiar y no sólo en nuestro país, sino en el mundo entero. Empezando por nuestras relaciones sociales y hasta la política. La pandemia aceleró una tendencia que venía consolidándose gradualmente luego de la desintegración de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, que es un sistema bipolar con Estados Unidos y China. Sin embargo, la línea que separa a ambos bloques deja de ser ideológica y se transforma en económica. Esta nueva realidad de distanciamiento social puso de manifiesto que el mundo de la tecnología puede suplir las veces al mundo físico, al del contacto real. En cuanto a la política, el nuevo escenario sanitario y tecnológico también va a impactar fuertemente en las formas tradicionales de construir poder.
-¿Por qué Fernández y Larreta son los dirigentes con mejor imagen?
-Porque muestran un perfil moderado y una capacidad de diálogo al momento de consensuar decisiones, más allá de sus desacuerdos políticos e inclusive ideológicos.
-¿Y por qué ocurre lo contrario con Mauricio Macri y Cristina Kirchner?
-Cristina y Macri proyectan lo contrario en la sociedad, son percibidos como dos personas con poca capacidad de diálogo, muy radicales en sus posturas y desgastadas por la centralidad en el poder. De todas maneras, la imagen negativa de Cristina se mantiene constante y su positiva creció, mientras que Macri mantiene la negativa más alta de todos los políticos (52,7%) y la positiva muy baja (23%).
-¿Fernández consolidó su liderazgo más allá de la figura de Cristina?
-El albertismo no existe por sí mismo, pese a que la pandemia aceleró los tiempos políticos. Hoy es kirchnerismo más Alberto. Hay que esperar y ver cómo, en un contexto de normalidad, Alberto Fernández construye poder. Tampoco creo que el Presidente aproveche este momento para construir su poder más allá de Cristina.
-¿Cómo interpreta el silencio de Cristina?
-Cristina no está en silencio, se muestra muy activa en las redes sociales. Cristina está corrida de la centralidad de la escena, lo cual es una muestra de responsabilidad institucional. Es consciente de lo que genera en los medios cada vez que hace alguna declaración política y no quiere desplazar del centro de la escena al Presidente. Su actividad y su comunicación están limitadas a su rol de vicepresidenta.
-¿Por ejemplo?
-La gestión que realizó frente a la Corte para lograr el fallo que le permite al Senado las sesiones virtuales. Si la vicepresidenta no fuera Cristina Fernández, ¿le pediríamos que hablara o nos llamaría la atención su silencio? Definitivamente no y eso tiene que ver con el peso político que tiene. Cristina es la actriz política más importante del país.