EL TEST SOCIAL AL PRESIDENTE

El voto es (excepcionalmente) positivo

Alberto Fernández aprueba holgadamente el examen de la sociedad, pero en un escenario de extrema inestabilidad. Cuarentena chica, contraste con vecinos, miedo al pico y el punto ciego de la pobreza.

Aunque duerme poco y extiende sus días, Alberto Fernández también se cuida. Desde que decretó la cuarentena obligatoria sólo salió para ir a respaldar a los trabajadores que apuran las obras del hospital “René Favaloro” de La Matanza. El Presidente decidió suspender un viaje que tenía previsto hacer a una fábrica de Córdoba que produce respiradores artificiales y, dicen a su lado, no tiene pensado salir de Olivos en los próximos días. Salvo alguna eventualidad, la intención es acatar el toque de queda como uno más. La Unidad Médica Presidencial vacunó contra la gripe a las 12 personas que lo rodean de manera permanente, un círculo en el que se destacan su pareja, Fabiola Yañez; el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos; el secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi; su secretaria personal, María Cantero, y su chofer, Daniel Rodríguez. En el ingreso a la residencia de Olivos y a la Casa de Gobierno, además, se les mide a la temperatura a todos los que ingresan.

 

En emergencia múltiple, con la pandemia como tema excluyente, en el entorno del Presidente prima la confianza de que se está haciendo todo lo posible para frenar el aumento de la pandemia y reducir el impacto de una recesión que, todo indica, será este año todavía más profunda. En el marco de un operativo que se define día a día, buscan mantener la calma y rezan para que los sectores que viven entre el hacinamiento y la línea de la pobreza resistan el nocivo juego de pinzas del encierro y la parálisis económica.

 

 

Con entrevistas en televisión y mensajes en las redes, Fernández oficia como centro de la comunicación del Gobierno y sigue encima de cada decisión. Monitorea todo en forma permanente, consulta al Comité de Científicos y se prepara para anunciar la prolongación de la cuarentena. Están los que recomiendan limitar aún más las salidas con el sistema similar al que ya aplican San Luis y Chubut, que las permiten tres días a la semana según la terminación del DNI y en una franja horario más acotada. 

 

Fernández siente la tranquilidad de contar con el aval de un grupo de expertos de primera línea que convocó Gines González García. La reciente distinción de la Organización Mundial de la Salud afianza la sensación de que Argentina se puso a la vanguardia de la lucha contra la peste, pese a que su sistema de salud viene de años -para muchos, décadas- de deterioro. Junto con la extensión del aislamiento obligatorio, en el Gobierno descuentan que van a seguir apareciendo casos positivos y existen especialistas que suponen probable que, cuando los tests se multipliquen, se advierta un fuerte crecimiento y aparezcan de golpe muchos contagiados más. Por eso la extensión de la cuarentena: el sistema sanitario no está preparado para un aluvión. En el sector de la salud, comparan la situación con la de una corrida bancaria que haría quebrar a todos los bancos si los argentinos fueran en masa a retirar todos sus depósitos. En las actuales condiciones, no hay posibilidad de resistir. 

 

A la necesidad de tests y respiradores, se suman tanto la falta de camas y de personal médico como la necesidad de montar hospitales de campaña y transformar las salas de terapia intermedia en salas de terapia intensiva. Pero, además, tanto los tests como los respiradores demandan gente capacitada para su manejo. Ese aprendizaje acelerado también depende de los funcionarios que acompañan a González García y a Carla Vizzoti, sobre todo porque Fernández confía en que la semana que viene los tests lleguen a 35 laboratorios en todo el país y se pueda incrementar su número.

 

 

Fuente: Analogías.

 


POR ENCIMA DE TODO. En un clima que oscila entre el cuidado y la psicosis social, las encuestas que manejan en la residencia de Olivos muestran un respaldo generalizado por parte de los consultados. En la mayoría de los casos, la aprobación a la respuesta del Gobierno frente la pandemia supera el 80% y la del Presidente aparece unos diez puntos más abajo. Son entre cuatro y cinco trabajos de distintas consultoras, algunas ligadas al peronismo gobernante y otras no.

 

 

Fuente: Analogías.

 

 

Una encuesta de Analogías indica que el 79,2 % apoya la reacción del Gobierno y ubica la imagen positiva del Presidente en 93,8%. Consultados por el interés que generan las intervenciones del jefe de Estado, el 93,6% se muestra interesado (71,9% mucho, 21,7% bastante). Aunque el 89,4% de los consultados advierte que la crisis económica será mucho peor, nadie duda en respaldar el aislamiento extremo.

 

 

Fuente: M&F.

 

 

Cerca de Fernández, exhiben un sondeo de Managment & Fit, una firma que nunca trabajó para el Frente de Todos ni mucho menos para el cristinismo. Entre los que aprueban mucho (65,2%) y los que aprueban algo (26,5%), el 91,7% respalda la forma en la que el Presidente conduce al país frente al coronavirus. Sólo un 5,5% desaprueba -algo o mucho- la respuesta de Fernández. 

 

 

Fuente: Analogías.

 

 

Mientras el 61,6% dice que el Gobierno actuó a tiempo y el 21,3% opina que actúo cuando pudo, sólo el 14,8% considera que lo hizo de manera tardía. Entre los colaboradores de Fernández están los aceptan que hubo una ventana de 15 días en la que al Gobierno le costó entender en qué escenario estaba parado, pero son más vehementes los que afirman que, comparado con los países de la región, se actuó antes y mejor. Eso también aparece en el sondeo de M&F: el 67,9% considera que el gobierno argentino está manejando la situación mejor que el resto de los gobiernos afectados por el COVID-19.

 

 

Fuente: Analogías.

 

 

Aunque quienes conocen al ministro de Salud desde hace tiempo afirman que todavía está golpeado por un fenómeno que no esperaba, Fernández no se cansa de repetir que Ginés es el tipo que más sabe de salud pública. 

 

 

Sólo le pido a Dios. Fernández, en Olivos, con curas de la Opción por los Pobres por la bomba social del conurbano.   

 

 

EL PUNTO CIEGO. La pandemia encontró al Presidente, una vez más, como contracara de Jair Bolsonaro, pero, además, lo mostró en el extremo opuesto al presidente con el que mejor se había llevado y más había coincidido desde que asumió en diciembre, el mexicano Manuel López Obrador. En el oficialismo entienden el mensaje de AMLO en el que llama a los mexicanos a seguir con su vida sin alarmarse. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la economía informal en México afecta a casi el 60% de la población y no existen subsidios estatales del tipo de los que se instauraron en Argentina a partir de la crisis de 2001 y se ampliaron en los últimos 19 años. “Entre la posibilidad de morir por el coronavirus y la certeza de morirse de hambre, nadie duda”, explica un funcionario nacional.

 

Pese a las marcadas diferencias, la situación de los que viven al límite en Argentina es el punto ciego de la estrategia de Fernández. Es, precisamente, la preocupación que dejó traslucir la reunión del Presidente con los curas villeros en la residencia de Olivos. Si eso se desborda, todo el trabajo que hoy es aprobado de manera abrumadoramente mayoritaria puede desmoronarse en cuestión de segundos. Entre el hambre y la salud, en el conurbano bonaerense tampoco dudan. Lo dijo Nicolás Angelotti, el párroco de los barrios Puerta de Hierro, San Petersburgo y 17 de Marzo bis, en La Matanza, antes de entrar a Olivos: “Si en nuestros barrios hay hambruna, la gente va a salir a trabajar por más que se exponga ella misma y exponga a todos al coronavirus”.

 

 

 

Es el hacinamiento el que decreta inviable la cuarentena en distintas zonas del país. Según publicó el periodista Ismael Bermúdez en Clarín, en base a datos del INDEC, en Argentina hay casi seis millones de personas que carecen o de agua o de baño. 

 

Por eso, cerca del Presidente están también los que prefieren no dormirse en lo que hoy marcan las encuestas. “Ahora él depende del comportamiento social. Si no, nos vamos a terminar matando por la comida”, le dijo a Letra P un funcionario que pasa gran parte del día pegado a Fernández. Se refería a la necesidad de que los sectores altos y medios que eluden el aislamiento actúen de manera responsable. Pero también a la posibilidad no deseada de que algo más temido que imprevisto haga detonar el operativo que diseñó Alberto. Y su respaldo casi unánime.  

 

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