La épica antibuitre que dominó el clima político de la mesa kirchnerista sobre el final del segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner quedó en el recuerdo. A pocas horas de que se defina si la Argentina puede cerrar sus negociaciones con los tenedores de bonos extranjeros, el ala más cristinista del Gobierno se ubica más cerca de la denominación de "pagadores seriales", que alguna vez usó la vicepresidenta para referirse a su gestión, que de la guerra por la Fragata Libertad.
"Más que deudores recalcitrantes, somos pagadores seriales", decía Cristina en cadena nacional en 2013, al anunciar la reapertura del canje de deuda en default, que abarcaba al 7% de los acreedores. "La Argentina ha pagado entre 2003 y 2012, 173.733 millones de dólares", apuntaba la entonces presidenta, que remarcaba que los desembolsos se habían hecho "sin acceso al mercado de capitales".
Más allá de que alguna célula suelta del kirchnerismo "muera de ganas" de reeditar la consigna "Patria o buitres" -según la mirada de una fuente ministerial y de algunos voceros mediáticos-, en el Instituto Patria aseguran que la edición 2020 de las negociaciones está mucho más cerca del espíritu nestorista que del aliento a la cesación de pagos. "Siempre hay alguno suelto que dice otra cosa. Sin peso ni relevancia", dicen en La Cámpora.
Por el contrario, cerca de la vicepresidenta afirman que "si algo caracterizó siempre al kirchnerismo fue la decisión de pagar". "Nos han acusado de pagarle de más al Club de París, cuestionaron el pago al FMI, el acuerdo con Chevron. Tenemos historia de haber sido muy prolijos en nuestra relación con los acreedores. Cualquier bonista, salvo los buitres, puede decir que con el kirchnerismo le fue excelente. ¿Por qué cambiaríamos de posición? El default es una situación muy problemática para cualquier país del mundo", remarcan.
Cristina, lectora y admiradora de Joseph Stiglitz, es una de las figuras del Gobierno que más respalda al ministro Martín Guzmán, discípulo argentino del premio Nobel de Economía, que siempre destacó la estrategia kirchnerista para salir de la crisis de 2001. En efecto, Guzmán repite en sus propuesta el lema "los muertos no pagan" que enarboló Néstor Kirchner en 2003, con Alberto Fernández como jefe de Gabinete.
"Algunos piensan que nosotros no estamos reconociendo la deuda. La hemos cuestionado, pero hay que pagarla", afirman en el Instituto Patria, donde también advierten que, en la renegociación con los bonistas, "tampoco hay que prometer algo que después no se pueda cumplir, porque eso implica terminar en default dentro de dos años". Al decir de Guzmán, la deuda tiene que ser "sustentable".
En la misma línea camina el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, de diálogo privilegiado con la expresidenta, que también lidia con la deuda abultada de su distrito. En febrero, el gobernador quedó acorralado en las negociaciones con el fondo Fidelity y tuvo que pagar para evitar el default. Aquella acción generó la duda sobre si la estrategia había sido, o no, coordinada con la Nación, en discusión con el mismo fondo. El Presidente afirmó que las estrategias estaban en sintonía.
"Tampoco hubiera estado bueno que fuéramos nosotros los que cayéramos en default. Siempre quieren que quedemos como los duros", le dijo a Letra P en aquel entonces un dirigente cristinista, que ahora adhiere, sin reservas, a las negociaciones de Guzmán, al estilo del primer kirchnerismo: hay que crecer para poder pagar.