En las últimas horas, la cúpula de la CGT acusó recibo de las críticas a los acuerdos laborales de crisis que hizo el presidente del bloque de diputados del Frente de Todos durante la primera sesión virtual en la historia de esa Cámara. Durante su intervención, Máximo Kirchner criticó que el Ministerio de Trabajo haya homologado el acuerdo de suspensiones y reducciones salariales pactado entre el Sindicato de Alimentación y la trasnacional Mondelez y pidió que sea revisado.
"Hay que corregir estas cosas, no tengo problemas en decirlo. No me quiero arrepentir de no defender a los que tenemos que defender", disparó el jefe de La Cámpora. El cuestionamiento causó malestar entre los sindicalistas y sobrevoló las horas previas a la reunión de la CGT que se realizó el jueves pasado en el gremio de la Construcción.
"En la UOCRA no quisimos poner el tema sobre la mesa, pero las palabras de Máximo fueron comentadas en todas las conversaciones bilaterales que tuvimos antes y después del encuentro", indicó a Letra P un miembro de la mesa chica de la central obrera, que criticó la "intromisión" del diputado que maneja su propia agenda de relaciones con el mundo sindical.
"Son consideraciones que provocan fastidio, porque se meten en cuestiones que son potestad de las organizaciones sindicales. Por más que sea el jefe del bloque del peronismo, en estos temas no tiene nada que opinar", cuestionó el sindicalista.
Más que las críticas en sí, la preocupación de los jefes sindicales es que los dichos de Kirchner sean la antesala de una avanzada del kirchnerismo sobre el campo gremial. La semana pasada, Kirchner recibió a Pablo Moyano, archirrival del actual Consejo Directivo de la CGT, que ya lanzó su operativo clamor para disputar la futura conducción de la central y que fue uno de las voces más críticas del acuerdo con la Unión Industrial Argentina, que habilitó rebajas salariales en los sectores paralizados por la pandemia de coronavirus.
Más que las críticas en sí, la preocupación de los jefes sindicales es que los dichos de Kirchner sean la antesala de una avanzada del kirchnerismo sobre el campo gremial.
En la sede gremial de Azopardo, analizan, además, el desembarco de Fernanda Raverta en la ANSES como un avance del kirchnerismo en los espacios de poder, un movimiento que, especulan, podría ser el primero de una serie de cambios.
El alerta tiene como sujeto excluyente al actual ministro de Trabajo, Claudio Moronni, que, pese a no ser un hombre surgido desde las filas del sindicalismo, goza de total respaldo por parte de la cúpula cegeteista. Es más, la designación del funcionario, de diálogo permanente con el jefe de la CGT, Héctor Daer, fue consensuada con los máximos dirigentes sindicales. Por eso, la crítica al acuerdo en Mondelez fue recibido como un tiro por elevación a la central obrera.
"Moroni es uno de los pocos ministros que se mantuvo activo en la crisis sanitaria trabajando en tándem con el resto de los organismos y respondiendo a las necesidades de los trabajadores", analiza la misma fuente sindical. En un tono más belicoso, advierte que, si existiera acaso la intención de avanzar sobre la cartera laboral, "vamos a defenderlo a él y le pediremos explicaciones al Presidente sobre cualquier movimiento".
Cerca de Kirchner niegan cualquier intención de avanzar sobre la cartera laboral y aseguran que las críticas del jefe de La Cámpora son compartidas por la Casa Rosada. "Nosotros estamos ordenados; no disputamos lugares dentro del gabinete ni buscamos conflictos. Pero las cosas que nos parecen equivocadas las señalamos", sostiene un dirigente de esa organización. En ese punto, hay coincidencia con la opinión de la cúpula sindical, donde están convencidos de que es un error entrar en peleas internas. "No hay margen para traspiés ni para peleas; si hay errores en esta situación, perdemos todos", matizan.
En los pasillos de la Cámara de Diputados, sin embargo, analizan que las críticas, antes que una señal de interés por el rumbo de la cartera laboral, son un pase de factura al silencio que mantiene la CGT sobre un proyecto considerado estratégico en el oficialismo: el impuesto a las grandes fortunas. En contraste, la CTA, conducida por Hugo Yasky, y la constelación de gremios alineada con Hugo Moyano y sectores opositores al actual Consejo Directivo de la central obrera se expresaron públicamente a favor del tributo de emergencia.
"La necesidad o no de acordar descuentos salariales es decisión de los dirigentes sindicales, pero sería bueno que también ellos acercaran propuestas o, por lo menos, que respaldasen las propuestas oficiales que plantean que en la crisis no pierdan los trabajadores y los más humildes" sostienen.