ENTREVISTA | VICTORIA GIARRIZZO

“Tras la cuarentena habrá un renacer rápido, pero reconstruirnos llevará tiempo”

La directora ejecutiva de la Elypsis le pone a 2020 una recesión piso de 4,5%, pero confía en un rebote que, aunque limitado, será rápido. Cambio cultural y dinámicas impensadas. A qué aferrarse.

Absorbidos por un presente agobiante, llenos de temores y alterados por el encierro, los argentinos nos hacemos preguntas sobre el futuro sanitario y, como consecuencia, económico que dejan, por ahora, poco lugar para pensar en el futuro normal que, alguna vez, llegará. Así, mientras las autoridades buscan anticiparse a los ciclos de la pandemia para contenerla, es fundamental empezar a plantearse ciertas preguntas para evaluar los daños materiales que la sociedad va a sufrir. Economista, investigadora, directora ejecutiva de la consultora Elypsis y especialista en economía del comportamiento, bienestar y producción industrial, entre otras áreas, Victoria Giarrizzo tiene mucho para decir en esta coyuntura.

 

Entrevistada por Letra P en modo aislamiento, como manda el momento, Giarrizzo establece los escenarios esperables de caída de la actividad en medio de la crisis y augura un rebote relativamente rápido de la actividad cuando el país y el mundo se normalicen, aunque, cauta, explica que el regreso pleno a los niveles de producción previos a este naufragio va a llevar más tiempo. Además, habló de futuro, de lo que cabe esperar de la inflación y de la deuda y detalló las señales alentadoras que detecta en términos de un comportamiento social solidario, en el que pondera reacciones individuales e, incluso, de grandes empresas y hasta de formadores de precios.

 

BIO. Victoria Giarrizzo es licenciada y doctora en Economía de la Universidad de Buenos Aires, disciplina que enseña en diversas universidades a nivel de grado y de posgrado. Directora ejecutiva de la consultora Elypsis, es investigadora del IIEP-Baires/UBA e investigadora asociada del CEPE-UTDT. También se desempeña como consultora del BID, del Banco Mundial y de organismos nacionales y locales, a la vez que asesora a cámaras empresariales como CAME, CARMAHE, FECOBA.


 

¿Cómo imagina que la Argentina saldrá en lo económico de esta crisis sanitaria? ¿Qué escenario proyecta?

 

Va a salir muy herida y su recuperación total llevará tiempo. La profundidad del daño dependerá de cuánto se prolongue la cuarentena. Un escenario es hasta mediados de abril, otro a fines de abril y otro extendido a mayo o junio. Las economías como la argentina se desarrollan en función de altos niveles de consumo. Nuestra producción está montada sobre eso y en lo inmediato no estamos preparados para otro funcionamiento. El problema es que ese círculo está roto en muchos sectores, tanto grandes como chicos. Lo que quede de 2020 después de la cuarentena será un renacer rápido de las cenizas, pero volver reconstruirnos totalmente, hasta volver a ser lo que éramos antes, va a llevar tiempo.

 

—¿Eso es ineluctable o, en un escenario tan cambiante, pueden surgir tendencias que aceleren ese proceso?

 

—Es posible que la realidad nos sorprenda con nuevas dinámicas en el mercado, como un mayor peso de la economía online y redes colaborativas más fuertes, dos tendencias que se estaban desarrollando de modo muy incipiente en Argentina y que todos estos acontecimientos aceleran.

 

—En función del escenario que plantea, ¿hay que prepararse para una caída muy aguda del nivel de actividad?

 

—Si, va a ser muy fuerte. Ya se puede estimar una baja del PBI de 4,5% para este año, que puede ser muy superior si la crisis pasa de abril. La velocidad de la recuperación dependerá de cómo evolucione el COVID-19 en el mundo. Argentina está haciendo las cosas bien, pero si (la pandemia) no se frena a la par de lo que ocurre en nuestro país, el intercambio comercial será limitado y Argentina, que es muy dependiente de insumos importados, encontrará cuellos de botellas para volver a funcionar con normalidad.
 

 

 

—¿Cuáles podrían ser los vectores de una cierta normalización?

 

—La contracara de esos problemas puede ser el desarrollo de industrias locales, pero ese proceso lleva su tiempo. Lo mismo sucederá con nuestras exportaciones, que las necesitamos más que nunca. Tenemos el paliativo de que el grueso de nuestros envíos son alimentos, pero dependemos de lo que pase con los precios internacionales. 

 

—¿La recesión que proyecta podría limitar un incremento de la inflación por encima de su nivel de 2019 o, en cambio, la necesidad de que el Gobierno vuelque dinero a la economía podría dispararla?

 

—En esto soy mas optimista. Si bien desde un enfoque mas teórico es de esperar que toda esta inyección de dinero vaya a precios, se está viendo una responsabilidad atípica en los empresarios más grandes y en los formadores de precios. Por otro lado, las restricciones para viajar o para comercializar con el mundo limitan la demanda de dólares y, como la crisis pega en todos los sectores, tampoco se está viendo que la gente corra a comprar divisas. El cepo ya había tranquilizado la histeria cambiaria, lo que anula un frente de presión sobre precios. Para que no se dispare la inflación va a ser muy importante que el país logre sustituir rápidamente insumos y que la industria de producción de alimentos no se frene. También va a ser fundamental el timing del Banco Central cuando la palanca se levante de nuevo y la velocidad de circulación del dinero se acelere. 

 

—¿Qué puede aventurarse en términos de la deuda pública? ¿Será un problema que el país deba arrastrar después de la pandemia, al revés de lo proyectado inicialmente por el Gobierno?

 

El problema de la deuda hoy pasó a segundo plano, pero apenas la economía repunte volverá a poner presión. No podemos descuidarlo, lo ideal sería salir de la pandemia con ese tema resuelto. Por lo demás, esta crisis va a generar mucha deuda intra sector público, con el Banco Central especialmente, y eso presionará más a través de la inflación que a través del frente financiero. 

 

 

 

—¿Qué incidencia pueden tener las medidas dictadas para contener el capítulo nacional de la pandemia en el comportamiento económico de los argentinos? ¿Generarán conductas más solidarias o más individualistas en el futuro?

 

—Este presente es un test fuerte de solidaridad y soy muy optimista por cosas que se ven en todo el país. En lo económico, se unen empresas paradas con investigadores para producir insumos médicos, empresas de software ofrecen logística tecnológica al sector público para sacar medidas de urgencia, contadores brindan asesoramiento y ayuda gratis a empresas e individuos para que accedan a las medidas del Gobierno, los funcionarios aceptan bajar sus sueldos… Estamos lanzando en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, un programa de vouchers de consumo anticipado, para que la gente compre créditos de comercios hoy parados en un ciento por ciento y consuma los bienes o servicios cuando pase la cuarentena. La idea es poner la economía a rodar y que las empresas paradas puedan hacerse de liquidez para pagar sueldos y alquileres o, simplemente, para sobrevivir.

 

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