Después de un año de réditos para el oficialismo rosarino, el amplio acuerdo de gobernabilidad que forjó el intendente Pablo Javkin entró en una etapa de tensión en la previa de la sesión de renovación de autoridades del Concejo Municipal. Mientras el intendente prefiere no tocar nada y validar el esquema, algunos integrantes de aquel acuerdo, opositores y hasta hacia adentro del Frente Progresista piden cambios para equilibrarlo. Con la rosca ya lanzada de cara al jueves, la pregunta que mueve la negociación es qué implicancia tendría un movimiento de piezas en el apoyo que el Ejecutivo cosechó durante todo el año.
El jueves será la reunión preparatoria en la que se elegirán las autoridades y la integración de las comisiones. Desde el martes por la tarde comenzó la rosca subterránea del cuerpo legislativo que, a excepción del javkinismo, le ve fecha de vencimiento o algún tipo de retoque al actual acuerdo logrado un año atrás cuando asumió el intendente. En aquel momento selló un trabajoso pacto político con parte del macrismo rosarino encabezado por el bloque de Roy López Molina, La Cámpora, dos peronistas y la centroizquierda de Ciudad Futura, que se sumaron al socialismo y otros espacios que integran el Frente Progresista.
Tras un año de una alianza compleja, pero a la vez redituable para el intendente, surgen los pedidos internos de generar un esquema más equilibrado respecto de la representación de las fuerzas políticas. Al ser tan variopinto, se presumía que los cuestionamientos aflorarían más temprano que tarde y, finalmente, la renovación de autoridades sirvió de marco para levantar las objeciones.
Hay un punto determinante en el que confluyen quienes impulsan cambios desde adentro del acuerdo y desde afuera: López Molina logró demasiado. El oficialismo pagó caro el apoyo del macrista, en su momento clave, quien se quedó con la vicepresidencia primera, la secretaría parlamentaria, presencia en comisiones relevantes y la Oficina de Defensa al Consumidor.
“Está sobrerrepresentado”, coinciden desde todos los espacios. Se basan en que su bloque quedó debilitado con sólo dos concejales, luego de que pegara un portazo Renata Ghilotti, quien armó monobloque y puede tributar esta vez con Juntos por el cambio, enfrentados con López Molina, para reclamar la vicepresidencia al argumentar que son el interbloque más amplio.
La Cámpora también tuvo ganancias al apostar por la javkinista María Eugenia Schmuck para la presidir el Concejo. Logró la vicepresidencia segunda para Marina Magnani, lo que derivó en la ruptura del interbloque del PJ. Ahora, el camporismo negocia directamente con la presidencia para escalar al menos un lugar. Ya no estarían convencidos de estar cerca del macrismo para el próximo año. En la otra vereda justicialista, el Frente de Todos descansa de los dilemas ya que no acompañó el esquema del año pasado.
El javkinismo repite: “equipo que gana no se toca”. Sin embargo, con las horas los planteos hacia algunos titulares van creciendo. El deseo primario es que Schmuck sea reelecta por unanimidad para tener más respaldo, pero empieza a verse condicionada esa aspiración, al margen que se descuenta que presidirá el cuerpo al menos un año más. El socialismo asegura gobernabilidad como parte del oficialismo, pero no escapa de aquella demanda de equilibrio en el esquema.