El plan de instalación como el principal referente opositor al macrismo en la Ciudad de Buenos Aires sigue vivo en la hoja de ruta de Matías Lammens, al igual que el deseo de volver a disputar la Jefatura de Gobierno, esta vez, a quien quede como aspirante al trono vacante que dejará Horacio Rodríguez Larreta. Lo que está en duda es qué hacer, con ese objetivo de fondo, en la parada electoral del año que viene. Mientras el ministro de Turismo y Deportes cree que lo mejor es sostener su gestión y llegar con una figura más robusta y nacionalizada a 2023, crece en el Frente de Todos (FdT) la idea, o la necesidad, de hacerlo competir en las urnas en 2021.
El vicepresidente segundo de San Lorenzo no tuvo hasta ahora ninguna señal concreta por parte del presidente Alberto Fernández sobre qué estrategia prepara para la Ciudad en vistas al año próximo. Tampoco las tuvo del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, con quien mantiene un diálogo permanente y quien, a veces, suele sacarle conversación sobre la situación porteña en medio de charlas sobre la gestión del ministerio. Sí ha tenido consultas más concretas de funcionarios y funcionarias que orbitan la figura presidencial y dirigentes del peronismo capitalino. Eso es lo más parecido a un sondeo que se le acercó.
En La Cámpora de la Ciudad de Buenos Aires, admiten que hay una “tensión” sobre qué hacer con Lammens el año que viene. Una de las opciones es preservarlo –ese verbo usan, “preservar”- para 2023 y explotar la gestión de uno de los ministerios más golpeados por la pandemia –y todavía expectante de si podrá empezar a crecer o si volverá la parálisis con una segunda ola-, en un ámbito en el que puede mostrarse como una figura nacional. Si de Lammens dependiera, su deseo es quedarse en el gabinete, pero sabe que a su deseo puede contraponerse el del Presidente o a las necesidades del espacio. Ahí no habrá mucho que hacer y tampoco pondrá reparos.
Riesgo de candidato
La otra posibilidad es sacarse el traje de funcionario y ponerse el de candidato, caminar la Ciudad de Buenos Aires y encabezar la lista de diputados nacionales en 2021. Esto trae consigo un riesgo muy alto para el plan Lammens. En el FdT, admiten que, hoy, repetir los 35 puntos que sacó la boleta del peronismo en 2019 roza la utopía. Dicho de otro modo: sea quien sea el candidato o la candidata referencial, las chances de repetir la performance electoral del año pasado es una tarea titánica, incluso, si el candidato es Lammens. No es casual que se hable de “preservarlo” para 2023.
A este riesgo lo combate un entusiasmo. El kirchnerismo pone en juego apenas tres bancas en 2021 -sacó el 21,7% en 2017-, contra ocho de Juntos por el Cambio, que debería repetir el 51% que obtuvo en las legislativas de hace cuatro años para no perder ninguna. Con una buena elección, el FdT podría robarle al menos una silla en la Cámara de Diputados a la alianza opositora. Es algo para nada despreciable viendo las dificultades que enfrenta para sancionar leyes: todavía sigue cajoneada la reforma judicial del Gobierno y llueven dudas sobre las chances de aprobar la nueva fórmula de actualización previsional, otra norma clave para el Ejecutivo.
Para Lammens, también es un riesgo. Si no es candidato y quien lo sea repite el resultado del año pasado, el vicepresidente de San Lorenzo perderá su principal carta: ser la figura que rompió el techo de “los veintipocos” que históricamente alcanzó el kirchnerismo en la Ciudad desde que gobierna el PRO. Esto cruza la cabeza de algunas figuras camporistas: para algunos, el candidato que rompió ese techo de cristal en 2019 fue Alberto Fernández, no Lammens. Algo de eso es cierto: la fórmula presidencial consiguió unos 30 mil votos más que el aspirante a jefe de Gobierno en la boleta del FdT; pero también es cierto que la fórmula del ministro y Gisela Marziotta capturó casi nueve mil votos más que Mariano Recalde como candidato a senador, 46 mil más que la lista de candidatas y candidatos a la Cámara de Diputados y 20 mil votos más que la lista para la Legislatura porteña.
Nuevas relaciones
Lammens empezó a ser mirado con ojos electorales el día en que comió con el hoy ministro del Interior, Eduardo de Pedro, en El Federal, antes incluso de que con un video publicado en su cuenta de Twitter Cristina Fernández de Kirchner confirmara que el candidato a presidente sería otro Fernández y no ella. Ese vínculo inicial con La Cámpora luego se extendió a las figuras porteñas: hoy, mantiene una muy buena relación con Recalde y un mejor vínculo todavía con la diputada nacional Paula Penacca, otra figura camporista con peso en la Ciudad.
En la Casa Rosada, además de con Cafiero y De Pedro, tiene link con el jefe de asesores del presidente, Juan Manuel Olmos, el histórico operador del PJ en territorio porteño. Para mantenerse a flote, hace equilibrio entre los dos sectores históricamente en puja en territorio porteño: el peronismo orgánico y La Cámpora.
Hay algo que, más allá de si llega a ser candidato o no en 2021, le reclaman a Lammens: mayor compromiso en el trabajo de esmerilamiento a Rodríguez Larreta. “Para ser el candidato de una fuerza, tenés que tener gestualidad hacia esa propia fuerza”, resumen en el PJ porteño.
Desgastar al jefe de Gobierno no es solamente parte de una estrategia local, sino, también, del plan nacional de la coalición que gobierna el país. En ese sentido, llamó la atención que el ministro de Turismo no aprovechara el punto débil que se le generó al macrismo con la movilización y articulación para frenar la privatización definitiva de los terrenos frente al Río de la Plata que hoy componen el complejo Costa Salguero. Pocas veces el PRO tuvo un conflicto que le pegara tan por debajo de su línea de flotación. Lammens hizo equilibrio -otra vez el equilibrio- por sus relaciones de gestión y se limitó a alguna aparición pública y alguna declaración. Es decir: actuó como ministro y no como candidato. Mucho menos, como alguien dispuesto a ir de frente contra la figura más amenazante en términos electorales que hoy tiene la oposición.
Esto no es algo que genere ruido en el kirchnerismo de la Ciudad. Saben que Lammens tiene formas que no son incompatibles con el electorado porteño y que, si efectivamente el gran elector del año pasado fue Fernández y no Lammens, en 2021 el Presidente no va a estar en la boleta. ¿Qué significa esto? Que si la salida de los "veintipocos" era hacia el lado de la moderación y la confrontación regulada, en caso de no ser el ministro el candidato, habrá que buscar una persona menos refractaria al paladar negro capitalino para que ese 35% conseguido el año pasado se diluya lo menos posible.
En el equipo de trabajo de Lammens, creen que es sustancial establecer marcos de acuerdo con la mirada puesta hacia adelante y con un objetivo central: estabilizar la economía. De eso habla el ministro con otro ministro, Martín Guzmán, a quien lo une una relación muy anterior al desembarco de ambos en el gabinete. Para eso y por el contrario, evalúan que una de las tareas del FdT es quitarse de la lengua ciertas apreciaciones “antiporteñas”.
¿Sello propio?
Hay una oferta en el escritorio que tiene Lammens en el Ministerio de Turismo: ser el presidente del Frente Grande, un partido en desuso pero, en los hechos, el tercero con más afiliaciones en el país detrás del PJ y la UCR. De esto viene charlando con Mario Secco, intendente de Ensenada y la referencia más potente en el partido que supo ser potencia.
Aunque atarse a un sello que huele a viejo –fue potencia electoral en 1995 y socio de la UCR en la Alianza, con la que llegó al poder en 1999- no cierra con su perfil, tendría en su poder una herramienta electoral para sentarse de otro modo en la mesa de negociación del Frente de Todos, con menor dependencia. Aún no respondió, sigue en análisis.