Veinticuatro horas de negociaciones frenéticas, rosca y broncas se desplegaron para que Santa Fe tenga, histórica, una Ley de Paridad. El rechazo de un colectivo de mujeres, el resquemor del radicalismo y las concesiones solicitadas por el Senado hicieron tambalear el proyecto finalmente sancionado por amplia mayoría.
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Sobre el anochecer del miércoles, el proyecto tuvo dictamen de comisiones. Estaba todo listo para convertirlo en ley el jueves. En la previa, un diálogo cruzado entre diputadas y senadores invitaba a pensar que la jornada no acarrearía dificultades. La Cámara baja convalidaría el dictamen y rápidamente pasaría al Senado para celebrar la sanción.
Pero pasaron cosas, por izquierda y por derecha. La llamada Mesa de Mujeres por la Paridad, en la que tributan reconocidas dirigentes de trayectoria política, hizo oír su malestar con el contenido que se aprestaba a aprobar. “El dictamen no contempla algunas modificaciones sustanciales para garantizar igualdad efectiva”, planteó la Mesa mediante un comunicado.
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En rigor, lo sancionado este jueves se acerca a lo que algunas diputadas definen como “la ley posible”. Como contó Letra P, la media sanción la dio el Senado a mediados de junio con un rol central de la vicegobernadora Alejandra Rodenas, pero el contenido lejos está de ser el ideal, o el más deseado por el arco feminista provincial.
El Senado tiene una composición de 18 varones y una sola mujer. El proyecto de ley fue redactado por un varón, Rubén Pirola. Las diputadas de diversos bloques que se cargaron al hombro la militancia de la ley sabían de antemano que no iban a lograr muchas concesiones de parte del Senado. Así y todo, juzgaron que había que avanzar.
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Cuando el dictamen firmado este miércoles llegó a manos de los senadores empezaron las complicaciones. Pirola y compañía pidieron modificar el artículo 4, que definía al género según la autopercepción. Se tuvo que corregir y se resolvió que el género se determine según el DNI.
Casi al mismo tiempo, el radicalismo en su conjunto avisó que no acompañaba si no se modificaba el artículo 5, que entre la media sanción del Senado y el dictamen de Diputados ya había sufrido cambios. “Así no corre”, avisó la UCR. Dicho artículo es medular porque refiere a la confección de listas, en la previa a las PASO, y entre las internas y la general.
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El rechazo era del Senado radical que lidera Felipe Michlig, pero también del bloque de Diputados que conduce Maximiliano Pullaro. Se armó una reunión en la oficina de Pullaro que se extendió por varias horas. Fueron los radicales Fabián Bastía y Fabián Palo Oliver, las diputadas socialistas Lionella Cattalini y Gisel Mahmud y la peronista Lucila De Ponti grandes ganadoras de la jornada. El Senado envió al secretario legislativo, Rafael Gutiérrez (hijo), como una suerte de vocero técnico del articulado.
Cattalini mantenía al tanto de la tensa negociación al presidente Miguel Lifschitz y a su jefe de bloque Joaquín Blanco. De Ponti hacía lo mismo con su jefe de bloque, Leandro Busatto, y, cuando tenía novedades, caminaba hasta la Cámara contigua para contarle las novedades a Rodenas y Pirola. “Nosotros aprobamos unánime o nada”, le avisó el senador.
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Apareció el diputado socialista Pablo Farías con la redacción de un nuevo artículo. El exministro de Gobierno propuso cumplir la paridad cada dos personas en las listas, ya que permite salvar la representación política. Pullaro estuvo de acuerdo y con las modificaciones previamente notificadas al Senado se llevó a recinto. Primero a uno y luego al otro. El resto es historia, es Ley.