El interbloque de Cambiemos de la Cámara de Diputados afrontó este miércoles su primer examen como “oposición responsable” en el Congreso, cuando aportó sus votos para darle un respaldo casi unánime a la ley que envió el Ejecutivo para renegociar la deuda externa. El gesto fue agradecido por el presidente Alberto Fernández apenas la iniciativa fue aprobada, pero no fue gratis: tuvo altos costos internos que aumentaron las dificultades de los legisladores macristas para mantener la unidad de la bancada. Las tensiones fueron contenidas a la hora del acuerdo para acompañar el proyecto de la deuda externa, pero estallaron cuando intentaron definir una posición común respecto a la suspensión por un año del Consenso Fiscal que aplicó Cambiemos durante la gestión de Mauricio Macri.
El volumen de los tironeos dentro del PRO quedaron en evidencia luego de la discusión que protagonizaron dos de sus diputados: el vice tercero de la Cámara, Álvaro González, referente del sector moderado del partido amarillo, y su compañero de bancada Fernando Iglesias, uno de los ultras del macrismo. Ambos mantienen duras discusiones desde diciembre, cuando no coincidieron en la posición respecto a la ley de Emergencia que mandó el Gobierno. En esa oportunidad, todo el bloque de Cambiemos se negó a acompañar la iniciativa, pero la posición tuvo a los dos legisladores enfrentados. Según pudo saber Letra P, el duelo verbal recrudeció durante la mañana de este miércoles, en la reunión convocada por el Interbloque para abordar el debate sobre la suspensión del pacto fiscal.
Ante los diputados de los tres partidos, González transmitió el pedido del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que la noche anterior había negociado con representantes de la Casa Rosada el apoyo a las dos leyes a cambio de votar la constitución de una mesa de trabajo para revisar las deudas provinciales en el exterior y postergar los vencimientos de los pasivos con la Nación hasta 2024. Iglesias fue tajante y anticipó su negativa. “Yo respondo a la gente”, bramó el diputado y González le exigió que fuera orgánico con el pedido de su jefe político.
Fuentes del Interbloque buscaron bajarle el tono a la discusión. “No fue nada grave", dijo un testigo de esa reunión compartida entre macristas, lilitos y radicales. Sin embargo, tres diputados del PRO ratificaron a este portal que las diferencias escalaron entre ambos y reeditaron las duras peleas que tuvieron en diciembre. En el despacho de Iglesias no confirmaron ni desmintieron la discusión, pero un allegado explicó a Letra P que el diputado es “orgánico con las decisiones de la coalición, pero da la discusión desde adentro; Fernando es un átomo libre y donde haya un margen para votar en contra, lo hará, como hizo en este caso”.
Por su parte, González no contestó las consultas de este medio al respecto, pero su rol como ejecutor del pedido larretista es indiscutido dentro del bloque, un rol que esta semana se consolidó ante la ausencia del titular de la bancada, Cristian Ritondo, y de su antecesora de la era oficialista, Carmen Polledo.
La votación para aprobar la suspensión terminó con 157 votos afirmativos, 54 negativos y siete abstenciones. La directiva larretista contó con la resistencia de Iglesias, junto a un grupo de diputados que tampoco acompañaron, como los representantes mendocinos, que optaron por desconocer el pedido del diputado nacional y ex gobernador Alfredo Cornejo. A ellos se sumaron los escaños de la Coalición Cívica, que se sienten más cerca de la dureza de Iglesias que de la posición negociadora del otro sector.
La discusión entre González e Iglesias fue un termómetro de las dificultades que tuvieron los negociadores de Cambiemos con el Gobierno para cumplir con el pacto que habían sellado la noche anterior. Tan intensa es la diferencia respecto a frenar el pacto fiscal que impulsó Macri, que, como contó Letra P, un diputado le pidió al alcalde que diera una directiva concreta. Larreta tomó nota del pedido y, mientras avanzaba la sesión, se encargó de llamar a más de 15 diputados de todo el país para que revirtiesen su voto. El teléfono de Iglesias no sonó, ya había sido suficiente con los gritos que cruzó con González, un dato que este jueves resonó dentro del bloque PRO, cuando la espuma había bajado.