Economía

Los vencimientos urgen, el FMI piensa y el Gobierno se inquieta

El organismo revisa el cumplimiento de las metas convenidas. De la obediencia hasta junio al descalabro de agosto. Se juegan 5.400 millones de dólares, la solvencia del país y la tranquilidad social.

La atención del mercado financiero estará puesta en los próximos días y semanas en las señales que emita el Fondo Monetario Internacional (FMI), que analizará el cumplimiento de las metas del acuerdo Stand-by en curso por parte del Gobierno de Mauricio Macri y deberá decidir si aprueba el desembolso del sexto y penúltimo tramo del mismo por 5.400 millones de dólares. Que eso ocurra será crucial para que el temor a un nuevo default cobre fuerza y para que el Banco Central refuerce sus reservas en momentos en que estas no dejan de caer y cuando se acumulan vencimientos de deuda hasta fin de año por el equivalente a 10.000 millones de dólares.

 

La delegación del organismo internacional, encabezada por el director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, Alejandro Werner, y por el responsable del caso argentino, el italiano Roberto Cardarelli, llegó el sábado al país y se reunió de inmediato con el nuevo ministro de Hacienda , Hernán Lacunza, y con el presidente del Banco Central, Guido Sandleris. Asimismo, planean encontrarse con Guillermo Nielsen y con Cecilia Todesca, dos de los referentes económicos del candidato del Frente de Todos Alberto Fernández, y con Marco Lavagna, quien responderá por su padre Roberto, presidenciable de Consenso Federal. Sus conclusiones pasarán al Directorio, que debería tomar una decisión a mediados de septiembre.

 

 

En el programa de Mirtha Legrand, Lacunza calificó la reunión de “muy buena” y dijo que la revisión de los números del segundo trimestre, que es lo que vinieron a hacer los técnicos del organismo, demostrará que “Argentina cumplió todo el acuerdo” y que “no hay razones” para pensar que no se realice el desembolso previsto para mediados del mes que viene.
 

 

 

Sin embargo, hay inquietud en el Gobierno porque no existen certezas acerca de la actitud que tomará el Fondo. Lo que dice Lacunza es cierto: las metas del segundo trimestre no son un problema, pero la duda es si los técnicos y, todavía más importante, el Directorio ignorarán lo ocurrido en los días posteriores a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), cuando se desquició el tipo de cambio y, con él, la inflación proyectada, la recesión y los ingresos tributarios. Encima, la Casa Rosada lanzó un shock de populismo en forma de incrementos del gasto y recortes de impuestos por unos 50.000 millones de pesos sin tener en claro dónde terminaría de estabilizarse el tipo de cambio, a dónde llevaría este el nivel de precios y, de la mano de eso, que impacto tendría ese combo en términos de recaudación.

 

Para enredar más las cosas, el FMI está en plena transición tras la salida de Christine Lagarde y el arribo de la búlgara Kristalina Georgieva, postulada por la Unión Europea (UE), no es hoy más que una probabilidad firme.

 

 

Es sabido que Donald Trump jugó a fondo para la concesión de un crédito Stand-by por 57.000 millones de dólares ¿Mantendrán EE.UU.  y el FMI su compromiso ahora que la reelección de Macri quedó severamente en entredicho en las PASO y cuando su probable sucesor, Alberto Fernández, no oculta su intención de renegociar plazos y términos?

 

 

Nada se hace en el FMI sin el visto bueno de su principal accionista y dueño de una mayoría relativa de los votos, Estados Unidos, pero la titularidad del organismo recae tradicionalmente en un europeo. Habrá que ver que ver entonces qué reparto del poder surge de los enjuagues por la renovación de autoridades.

 

Es sabido que Donald Trump jugó a fondo a través de Lagarde y de su número dos, el estadounidense David Lipton, para la concesión de un crédito Stand-by por 57.000 millones de dólares que fue a la vez el mayor paquete de la historia del organismo, un seguro para que los acreedores puedan cobrar o, al menos, salir ordenadamente antes de un posible default y, por el modo en que concentró desembolsos en el corto plazo y vencimientos tras el cambio de gobierno en Buenos Aires, una suerte de mega aporte de campaña para Mauricio Macri. ¿Mantendrán Estados Unidos y el FMI su compromiso con el plan de financiamiento ahora que la reelección del Presidente quedó severamente en entredicho en las PASO y cuando su probable sucesor, Alberto Fernández, no oculta su intención de renegociar plazos y términos? Por lo pronto, el silencio de Trump posterior a las primarias, que impide conocer su grado de adhesión actual a Macri, desconcierta al oficialismo y abre expectativas a futuro en el albertismo, según averiguó Letra P en ambos campamentos. Con todo, una suspensión del desembolso de septiembre sería vista por los dos sectores como un hecho muy negativo y de consecuencias potenciales severas para el país.

 

No ayudó precisamente a dar certezas el lacónico y frío comunicado difundido la semana pasada por el organismo.

 

 

 

Lo que pase con variables como el tipo de cambio y el nivel de reservas será crucial para que se defina el modo en que Macri culminará su mandato actual y las condiciones en las que su sucesor o él mismo, si es que acaso “sí se puede”, inicie el siguiente.

 

 

 

En ese sentido, no puede dejar de advertirse que, por distintos conceptos (un conato de retiro de de depósitos bancarios privados en dólares, vencimientos de deuda y exigencia de un pool de bancos para que el Banco Central cancele un préstamo repo) las reservas de la autoridad monetaria caen cerca de 10.000 millones de dólares en el mes, reduciendo las netas o líquidas que quedan para hacer frente a los compromisos que vienen de aquí a diciembre. Pensar más allá, lamentablemente, es hoy hacer ciencia ficción.

 

De hecho, solo en concepto de vencimiento de Letras del Tesoro (Lete) se acumulan vencimientos por 6.500 millones de dólares hasta fin de año. A eso se suman otros de Letras de Capitalización (Lecap) en pesos por el equivalente a otros 3.500 millones de dólares.

 

El problema es que no ayudan a su renovación un riesgo país superior a los 1.800 puntos básicos y una incertidumbre política enorme, a la que Fernández contribuye hablando de alguna forma de renegociación de la deuda privada para después enviar a sus asesores a enmendarlo y, finalmente, volver a insistir en el punto. 

 

Esta semana tendrá lugar una primera y exigente prueba para Lacunza con el vencimiento de 1.600 millones de dólares en Lete y de unos 67.000 millones de pesos en títulos en pesos.

 

 

 

Si, como viene sucediendo, el nivel de renovación es bajo, las reservas internacionales del Central sentirán un nuevo impacto fuerte y no deben descartarse presiones sobre el dólar de los pesos que, justamente, quedarían en manos de los inversores.

 

Un aspecto que Lacunza resaltó en sus declaraciones públicas es el impacto que les produjeron a los enviados del FMI las manifestaciones macristas del sábado. La exhibición del operativo “remontada histórica” busca demostrar que Macri retiene un nivel importante de respaldo y que, por eso, no es el Fernando de la Rúa crepuscular, a quien se le fue el país de las manos justamente tras la retirada del apoyo del Fondo. 

 

Pronto se conocerá el veredicto del FMI. 

 

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