El Gobierno lanza la fase dos de la campaña para la reelección de Mauricio Macri. El puntapié inicial de esta etapa llegó luego de la reunión de gabinete ampliado que se realizó en el CCK el jueves 4 de julio. Tomó la palabra el jefe de Gabinete y Campaña, Marcos Peña. Con una breve frase habilitó el discurso que Juntos por el Cambio explotará hasta las PASO: "La verdadera candidata, la líder del kirchnerismo, no da la cara para dar una discusión pública, como planteaba cuando gobernaba", disparó el ministro coordinador y le sacó la mordaza a los candidatos del oficialismo que esperaban con ansias el Ok para salir a confrontar abiertamente con el Frente de Todos y sus candidatos. Bajo esa lógica, el oficialismo pasará de repetir consignas abstractas como "pasado" versus "presente-futuro" a citar con nombre y apellido a candidatos, funcionarios y dirigentes del kirchnerismo o que tengan algún grado de vinculación con el gobierno anterior.
La estrategia de endurecimiento extremo del discurso de polarización tuvo su estreno más notorio este miércoles en Parque Norte, donde, por ejemplo, la gobernadora de Buenos Aires, María Eugernia Vidal, dijo que los punteros del peronismo se habían convertido en narcos y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, dejó la moderación y el municipalismo para llamar "patético" a Axel Kicillof y patotero a Juan Grabois, y acusar al kirchnerismo de mantener "escondida" a Cristina Fernández de Kirchner y contar que "dos fracciones" K "se cagaron a tiros".
Esa estrategia, recién sacada del laboratorio de la Jefatura de Gabinete y los trabajos de Jaime Durán Barba y su socio Santiago Nieto, encierra dos conceptos.
1) El oficialismo admite que el binomio Macri-Miguel Ángel Pichetto está por debajo de la fórmula Fernández-Fernández y por eso sale a tensionar abiertamente con el kirchnerismo.
2) La hiperpolarización entra en juego, fogoneada por ambos vértices de la grieta pero usufructuada al máximo por el Gobierno, para "borrar" de la cancha las opciones de Roberto Lavagna y José Luis Espert. Para la Casa Rosada no hay "grises" y el trabajo central de los candidatos oficialistas será ir a buscar a la capa de "indecisos" que definirán la elección, incluso, en la primera vuelta, como vaticinó el asesor ecuatoriano.
Los cerebros electorales del macrismo aseguran que la estrategia de tensionar hacia arriba dará sus frutos y acotará la oferta electoral: más polarización, más concentración del electorado en la discusión entre Macri y el kirchnerismo. Esa tendencia, defienden en Balcarce 50, restará votos a los frentes Consenso Federal y Despertar. Para ello, el oficialismo trabajará y apelará al "voto espanto", como contó este medio.
Es una ecuación que Peña y Durán Barba defienden en cada reunión de campaña. De hecho, el consultor estrella del PRO argumenta su hipótesis con números: asegura que "el 80% de los argentinos ya eligió por Mauricio o por Cristina". Costó, pero María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta también compraron el plan.
Letra P contó meses atrás que un sector del Gobierno discutía internamente la polarización y proponía otro tipo de campaña. Esa idea chocó de frente contra el peñismo, que defiende con uñas y dientes ese estilo de proselitismo. La gobernadora de la provincia de Buenos Aires y el jefe de Gobierno porteño integraban la resistencia a esa hiperpolarización.
Pasó el tiempo y la unidad política también se convirtió en alineamiento discursivo: con matices, fueron de los candidatos más belicosos en la cumbre de Parque Norte. Pichetto hizo lo propio y fue ovacionado cuando tildó de "marxista" a Kicillof.
"En esta elección se juegan dos modelos. Los K o Cambiemos. El medio no existe. ¿Quién va a votar otra opción en octubre?", blanqueó un macrista paladar negro ante Letra P.