Las perspectivas que abre “Alberto candidato” resultan múltiples y complementarias. En materia de medios y comunicación, las proyecciones en torno a una nueva etapa en la relación con el Grupo Clarín deberán constatarse con el tiempo. La anticipación sólo resulta de la especulación. Pero la búsqueda de lo que aporta a la fórmula puede incluir esa opción entre las principales. Tiempo al tiempo. Sin embargo, resulta posible observar el rol de Alberto Fernández en el pasado. Y ponerlo en relación con sus manifestaciones más o menos recientes sobre temas claves del proceso.
¿TÍO ALBERTO? Indagar en la construcción de poder político con actores relevantes que son parte del poder permanente queda, quizá, a mitad de camino entre la lectura sobre los efectos “políticos” y “en las políticas de comunicación” que la fórmula de les Fernandéz habilita. Pero ayuda.
Se torna necesario recordar el rol del ahora candidato en la Presidencia de Néstor Kirchner. En ese momento jugó un papel clave en la temprana relación Clarín-Kirchner(ismo), a partir de amigos en común con Jorge Rendo (gerente del Grupo), capacidad de diálogo y su cargo como jefe de Gabinete desde el 25 de mayo de 2003.
Alberto Fernández fue definido como “el canciller para el mundo Clarín” por Martín Sivak (2015: 401) en su trabajo sobre la era Magnetto. Su gestión como jefe de Gabinete (2003-2008) coincide con los momentos de mejor relación entre el kirchnerismo y el Grupo. Resulta sintomático que 'el hombre de Clarín' haya omitido olímpicamente su nombre y su rol en el libro que firmó junto a Marcos Novaro para documentar su visión del conflicto sobre el poder, los medios y la política que comenzara -¿casualmente?- en marzo de 2008 y durara hasta diciembre de 2015.
Como cuenta Sivak, para la primera negociación periodística importante de aquel gobierno “el sábado 22 (de febrero de 2003) Alberto Fernández llamó a Eduardo Van der Kooy para citarlo con urgencia a su casa. Allí le anunciarían el compañero de fórmula del candidato patagónico. Un mecanismo de negociación estandarizado entre funcionarios, políticos y medios”.
Por ejemplo, como cuenta Sivak, para la primera negociación periodística importante de aquel gobierno “el sábado 22 (de febrero de 2003) Alberto Fernández llamó a Eduardo Van der Kooy para citarlo con urgencia a su casa. Allí le anunciarían el compañero de fórmula del candidato patagónico. Un mecanismo de negociación estandarizado entre funcionarios, políticos y medios”.
De esa relación aceitada el Grupo se llevó varias gemas que le posibilitaron, primero, sobrevivir a su propia crisis de deuda (mediante la Ley de Bienes Culturales, negociada en la gestión Duhalde pero sancionada en la gestión Kirchner) y luego expandirse con la fusión Multicanal-Cablevisión, cuya firma fue el último acto de gestión de Néstor Kirchner antes del traspaso del mando a CFK.
Resulta central comprender que el gobierno que asuma en diciembre de 2019 deberá –entre otras cuestiones más urgentes- convivir con un “nuevo” Grupo Clarín, más poderoso y conglomeral. Si la gestión fuera kirchnerista el desafío se subraya. Clarín es un actor central. Existe, es un dato concreto: (porque) sobrevivió, se expandió (con ayuda) y opera.
Como me dice un amigo que conversa con el entorno del nuevo candidato, “el tema es qué haces con eso que está ahí y con quién es clave interactuar”. En tal contexto, es posible retomar –al menos como interrogante- aquella idea que varios analistas de la economía y políticas de comunicación sostuvimos en 2014: ¿no habrá sido un (grave) error rechazar el Plan de Adecuación a partir del cual el Grupo dividiría la gestión y el control de sus empresas en seis partes tras el fallo de la Corte por la Ley Audiovisual? Imposible el contra fáctico, resulta significativo al menos como disparador.
"De esa relación aceitada el Grupo se llevó varias gemas que le posibilitaron, primero, sobrevivir a su propia crisis de deuda (mediante la Ley de Bienes Culturales, negociada en la gestión Duhalde pero sancionada en la gestión Kirchner) y luego expandirse con la fusión Multicanal-Cablevisión."
POLÍTICA Y LEY. Al enfocar en las políticas de comunicación, es posible elaborar una serie de ideas en torno a la incidencia de la relación poder-medios en este contexto. Esto demanda una aproximación que aporte a complejizar alguna de las reacciones inmediatas que el anuncio generó y puede resumirse en el sintagma “Alberto Fernández es Clarín”.
El recorrido debería retomar un periplo que empieza en 2009, tras la salida del propio Fernández del gobierno en el medio de conflicto por la Resolución 125/08, con el debate y sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). Continúa con la decisión de la Corte Suprema de declarar constitucional a dicha norma en el juicio iniciado por el Grupo Clarín. Sigue con la decisión de la administración CFK de rechazar el Plan de Adecuación presentado entonces por la empresa. Y se actualiza en las modificaciones del mercado info-comunicacional durante la gestión Cambiemos, en la cual la flexibilización de los límites a la concentración de la propiedad contextualizó el proceso que llevó a la empresa de Noble, Magnetto, Aranda y otros a convertirse en el jugador principal del mercado.
Luego de un proceso judicial muy complejo, repleto de idas y vueltas, en octubre de 2013 la LSCA fue declarada constitucional por la Corte en la causa iniciada en 2009 por el Grupo Clarín. Dicha decisión tuvo efectos a corto plazo sobre el proceso judicial y político. Pero no sobre la estructura de propiedad del sistema de medios en Argentina.
La reacción de la firma fue la presentación de un Plan de Adecuación, que implicaba dividir al Grupo en seis unidades -ver imagen-, de las cuáles las dos más importantes quedarían en manos de los socios actuales del Grupo, mientras que el resto se vendería a personas no vinculadas. Durante 2014 la AFSCA decidió no aprobar el plan y el proceso volvió a judicializarse hasta el final del mandato de CFK. En eso llegó…Mauricio Macri.
La gestión Cambiemos reformuló la estructura regulatoria heredada en 2015 con una serie de decretos simples y DNU. Su objetivo era desmontar lo establecido por la LSCA y adaptar el sistema a un escenario “de mayor competencia”. Para ello desactivó los límites a la concentración. Camino a la “competencia convergente”, esto profundizaba una situación conflictiva tradicional entre los operadores (Clarín y Telefónica), cuyo choque de intereses lleva muchos años y ha demorado la competencia directa.
En un contexto de altísimos niveles de concentración –como muestra el informe recientemente presentado por Reporteros sin Fronteras y Tiempo Argentino- asistimos a la novedad central: la fusión Cablevisión-Telecom. La operación a partir de la cual el Grupo Clarín pasó a ser el actor más grande del mercado se aprobó en 2017 por el Directorio del Enacom y en 2018 por la Secretaría de Defensa de la Competencia. Aunque según Alejandro Bercovich “todavía Macri no firmó la consolidación”. Así de potente es Clarín hoy. Así de pendiente, parece, también.
REACCIONES Y OPINIONES. El mismo sábado del anuncio, Ari Lijadad (periodista, autor del documental “Clarín, un invento Argentino”) expresaba que “de Alberto se dirá de todo: que arrancó con Cavallo, que estuvo en el kirchnerismo originario y en el grupo Calafate, que fue el jefe de Gabinete más longevo, que tenía buena relación con Clarín, que se fue con Randazzo, Massa y volvió a CFK. Todo eso es. Y eso suma.”
En la biografía de CFK que la periodista Sandra Russo publicó en 2011 (Sudamericana) se lee a la ex presidenta diciendo que “en 2008 me quisieron destituir. Sí. No tengo ninguna duda. No habían querido que fuera yo la candidata. Fundamentalmente el Grupo Clarín. Magnetto lo había ido a ver a Néstor a Olivos y le había dicho que no me querían como candidata. Se lo decían a todo el mundo (…) El Grupo estaba ejerciendo mucha presión, eso yo lo sabía. Lo que no sabía era que el vocero del Grupo (Clarín), hacia adentro, era nuestro jefe de Gabinete.”
En marzo de 2019 el nuevo candidato comentaba su postura crítica en relación a la LSCA. En una entrevista con AM La Red sostenía que “Cristina ganó la batalla en que ahora sabemos qué leemos cuando leemos Clarín, La Nación, Página 12 o Tiempo Argentino. Pero, ¿era necesaria tanta sangría para eso? No. En la práctica sirvió muy poco la ley porque ahora Clarín tiene una telefónica. Evidentemente, ese no fue el camino. Hay que revisar esas cosas”.
He aquí una expresión que podría tender un puente entre la lectura del pasado y las decisiones del porvenir. Esa perspectiva es todavía abonada por Alberto Fernández candidato. En la entrevista que brindó a Página/12 el domingo comentó:
“Lo que alguna vez Julio Blanck llamó 'Periodismo de guerra', es algo que en Clarín aún hoy se sigue practicando. Ellos no hablan con Cristina, hace mucho que no hablan conmigo porque desde que estoy cerca de Cristina se enojaron conmigo también. A esta altura parecen esos japoneses que en una isla no se enteraron que la Segunda Guerra terminó. Y la verdad sería bueno que dejen de hacer periodismo de guerra y se ocupen de volver a hacer periodismo (…) Confío que poco a poco podamos ir limando asperezas, no para que ellos escriban lo que nosotros queremos, sino para que entiendan que la Argentina también necesita un cambio de ellos.”
Algunos periodistas especializados en política perciben en la decisión una búsqueda de ampliación de consensos, incluso hacia sectores muy enfrentados con la expresidenta, como los medios en general y el Grupo Clarín en particular. Entre ellos, Leandro Renou expresó que “la alianza relevante atrás de esto es Clarín como grupo empresario. Claro que lo de los gobernadores es importante, pero lo otro no es menor. Una guerra de baja intensidad después de la radicalización de ambos.”
Ha pasado el tiempo y todos cambiaron: de rol, de tamaño, de capacidades, de objetivos. La novedad central pasa por la decisión política y de estrategia electoral anunciada el sábado por CFK. Ubica a todos los jugadores en un nuevo escenario. Y aporta un nivel más de relevancia en el análisis del vínculo entre el proceso de construcción del poder y (también) del sistema de medios (como parte de aquel). El juego está abierto.