El presidente del Banco Central (BCRA), Guido Sandleris, es consciente de lo complicado que viene abril en materia de precios y dispara con la acotada munición que tiene, la monetaria, para evitar que la tendencia se prolongue hasta demasiado cerca de la hora de la verdad electoral.
Así, este lunes, el BCRA dio a conocer una decisión de su Comité de Política Monetaria, según la cual “en este contexto de mayor volatilidad (se) planea continuar con este estricto control de la liquidez. Con el fin de dar mayor previsibilidad al respecto, el BCRA absorberá la liquidez necesaria para sostener una tasa mínima de 62,5% durante el mes de abril”. Pasado en limpio: como la inflación va a seguir muy arriba, la dureza monetaria no le irá a la zaga.
El propio presidente Mauricio Macri se preparó para lo que viene: “Vamos a derrotar la inflación”, señaló. A falta de certezas, voluntarismo.
Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis, le dijo a Letra P: “Vemos para abril un piso del 3,5%”. En tanto, el analista financiero Christian Buteler estimó, en diálogo con este medio, que “la inflación es uno de los peores indicadores que se vienen dando. Marzo va a estar más cerca del 4% que del 3% y abril, con los aumentos que ya están establecidos, también marca un piso de 3%, con suerte”. “Se va a trasladar parte del aumento del dólar del mes pasado, más todos los aumentos que ya conocemos. Desgraciadamente, es como el perro que se muerde la cola: hay que evitar que el dólar se atrase pero, a su vez, si sube, retroalimenta los precios. Y así seguimos dando vueltas en algo que parece no tener fin ni solución”, añadió.
“Lo que se está haciendo no está dando resultados. La Argentina es un país con una economía bimonetaria, en la que el aumento del dólar, guste o no guste, tiene impacto en la inflación”, siguió Buteler.
Gustavo Reija, director de Mecronomic, usó, curiosamente, la misma expresión que al ser consultado por Letra P. “Estamos en una dinámica riesgosa, en la que la interacción dólar-tasa-inflación semeja al perro que se muerde la cola. La inexistencia de una política de ingresos y la falta de coordinación entre los objetivos de baja de la inflación y aumento de tarifas crea conflictos difíciles de resolver”, indicó.
“Estamos en una dinámica riesgosa, en la que la interacción dólar-tasa-inflación semeja al perro que se muerde la cola", señaló Reija.
Zelpo, por su parte, no ve un círculo vicioso, pero sí habla de “segundos efectos”. “Es como ondas que se propagan, pero pierden intensidad y no tienden a amplificarse. No veo una espiralización. Sí una dinámica mucho más complicada que la que imaginó el Gobierno”, estimó.
“El dólar subió recientemente más el efecto de shocks: externos, por lo ocurrido en países emergentes como Turquía y Brasil, e internos, como la inflación y fallos adversos al Gobierno en la Corte Suprema. No diría que hay un círculo vicioso sino un reacomodamiento de expectativas ante nueva información. Lo malo de la inflación es que los precios suben pero no bajan: cada shock nos deja en un piso más arriba”, amplió el punto.
Mientras algunos pronósticos que ya plantean un escenario de inflación de un 40%, impresentable carta de presentación en las urnas, cabe preguntarse hacia dónde va la política económica.
“Sin un plan integral, no hay salida viable en un año en el que el objetivo electoral prima. Las próximas licitaciones de deuda, cuyos vencimientos caen después de las elecciones, seguramente mostrarán un nivel de roll-over menor que el actual, agravando las necesidades financieras. Mientras tanto, el sector real continúa sufriendo y la desocupación y pobreza aumentan”, señaló Reija.
Buteler, en tanto, señaló: “Estamos a seis meses de las elecciones y con un plan monetario que también empezó hace seis meses. Para salir de esto habría que ajustarse más a este plan monetario, con cero emisión de verdad, no como en diciembre, cuando (la base monetaria) subió por ajuste estacional, y como en enero y febrero, que lo hizo por la compra de dólares (por parte del Central). Además, continuar con el trabajo para que el ajuste diario del dólar dentro de la banda cambiaria sea el menor posible, porque, si sigue subiendo, justamente va a continuar impactando en la inflación”.
Pero todo tiene consecuencias, especialmente el vivir pendiente de lo urgente cuando lo necesario parece un lujo.
“Desgraciadamente, esto va a traer una profundización de la recesión, porque estos niveles de tasas y de precios, cuando hay menos pesos en la calle, van a tener ese efecto. Pero hoy la prioridad del Banco Central debe ser bajar la inflación. El Gobierno cerró su primer año con una del 40%; el segundo, con 25%; y el tercero, con 47%. No podemos seguir en esos niveles porque la gran pérdida que eso le provoca a toda la sociedad, vía pobreza, por ejemplo, ya se hace insostenible”, dijo Buteler.
“Desgraciadamente, esto va a traer una profundización de la recesión, porque estos niveles de tasas y de precios, cuando hay menos pesos en la calle, van a tener ese efecto", dijo Buteler.
“Lo riesgoso de la dinámica (de la política monetaria) actual es que hay cada vez más demanda nominal y una restricción por ese lado. Creo que el modelo llega a las elecciones, que creo que es para lo que se armó. Pero después habrá que trabajar en un nuevo programa”, cerró Zelpo.
Hacia el futuro, hay que sumar otra luz amarilla. Si la estrategia oficial incluye, como se ha dicho, una desaceleración de los salarios en el Estado como forma de reducir el gasto y llegar al déficit fiscal cero prometido al Fondo, ¿cómo entra en ese esquema una recomposición de lo perdido en 2018 y un seguimiento puntilloso de la acechante inflación de 2019, tal como les prometió María Eugenia Vidal a los docentes bonaerenses? Elecciones mediante, el Gobierno nacional está tentado de repetir el esquema en los sectores más sensibles y con mayor poder de negociación, pero eso obligaría a Dujovne a correr desde atrás no solo a los precios sino también al objetivo fiscal.
En la Argentina de hoy, lo único que sobra son los dilemas y las dudas.