ELECCIONES 2019. LA ECONOMÍA

Los dueños de soja-dólares y un mercado sensible definen la suerte de Macri

El Gobierno les habla con el corazón a los exportadores, pero ¿cómo le responderán? Un puñado de gigantes decide. La hoja de cálculo de Dujovne y la incertidumbre cambiaria.

Los números que muestra el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para tranquilizar a quienes temen dentro del Gobierno una remake de la corrida cambiaria del año pasado tienen el encanto de la redondez. El Tesoro planea volcar a un mercado susceptible unos 10.000 millones de dólares en los próximos meses (prestados por el FMI, claro), mientras que los exportadores del complejo sojero liquidarán otro tanto. El funcionario cree que eso será suficiente para mantener la divisa bajo control durante el lapso decisivo de la campaña electoral y hasta se anima a afirmar que sobrarán dólares para que el próximo presidente, sea Mauricio Macri u otro, tenga un cierto colchón inicial. ¿Pero cuántos y quiénes son los dueños de los soja-dólares, de quienes depende la realización de esas estimaciones? ¿Cuándo y en qué medida venderán los billetes verdes que, por otra ventanilla, levantarán inversores deseosos de mejorar sus horas de sueño abandonando las posiciones en pesos? En definitiva, ¿alcanzará esa combinación de factores para evitar nuevos sobresaltos y, con eso, tener que ponerle una lápida al proyecto reeleccionista?

 

 

El año pasado fue malo en materia de comercio agrícola debido a los efectos de la sequía. Sin embargo, el ranking de exportadores de esos productos, que no es otro que el de los dueños de los dólares resultantes, es inamovible.

 

De acuerdo con los datos que publica el Ministerio de Agroindustria, en 2018 se exportó un total de 68,7 millones de toneladas de cereales, oleaginosas, aceites y subproductos. Apenas siete grandes jugadores concentraron casi tres cuartas partes de ese total.

 

Las tres principales exportadoras fueron Cargill, A.D.M. Agro y Bunge, todas estadunidenses. Comercializaron, respectivamente, 9,39 millones de toneladas (13,66% del total), 7,35 millones (10,7%) y 7,17 millones (10,43%).

 

Detrás de ellas se ubicaron dos argentinas, A.G.D. (6,78 millones de toneladas y 9,86%) y Vicentin (6,53 millones de toneladas y 9,5%); una china, Cofco (ex Nidera) con 6,082 millones de toneladas y 8,85% del volumen exportado; y la francesa Dreyfus (6,052 millones y 8,8%).

 

Muchas de esas compañías cuentan con instalaciones para hacer acopio y hasta con puertos, pero lo que verdaderamente las unifica es la estructura comercial que les permite embarcar la mercadería e ingresar las divisas resultantes de las operaciones.

 

Por debajo de esos gigantes, muchos productores pueden preferir retener parte de la mercadería en silobolsas que, en condiciones adecuadas, permiten mantener ese ahorro dolarizado por un máximo de dos años. De la actitud de este sector depende en buena medida que las esperanzas del Gobierno se concreten o no.

 

 

 

En el mercado se descuenta que una parte importante de la producción de maíz y, sobre todo, de soja va a terminar en silobolsas, pero igualmente se considera que la liquidación de divisas va a ser importante. Analistas del sector consultados por Letra P consideraron “factible” el cálculo de una liquidación de 10.000 millones de dólares en los próximos meses, al ritmo de los despachos de maíz primero, cuya cosecha se acercará a un récord de 45 millones de toneladas, y de soja después.

 

En ese sentido, se espera que las ventas fuertes de divisas comiencen muy pronto, alrededor de mediados de abril y que se extiendan hasta fines de mayo. La llamativa afluencia de carga a los puertos de estos días prenuncia una venta intensa en lo inmediato, lo que significa dólares potenciales.

 

 

 

Ahora, bien, ¿cuál es el incentivo para liquidar las divisas, dado que por disposición del Gobierno no hay obligación de hacerlo durante diez años? Básicamente, hacer frente a los costos de la campaña finalizada, desde el propio levantamiento de la cosecha hasta los gastos en transporte, pasando por las semillas, el uso de gasoil, la compra de maquinarias y nutrientes y los costos financieros.

 

Además, como 2018 fue un año realmente malo, muchos productores refinanciaron deudas y a las que ahora tendrán que hacer frente, lo que también los inducirá a vender divisas.

 

 

Como 2018 fue un año realmente malo, muchos productores refinanciaron deudas y ahora tendrán que hacer frente a las mismas, lo que también los inducirá a vender divisas.

 

 

Más allá de los dólares que se vendan en esa primera etapa, las dudas apuntan a junio, cuando la campaña electoral tome cuerpo con el cierre de alianzas y la confirmación de las candidaturas. En ese sentido, guardar parte de la producción en silobolsas puede resultar tentador para muchos ante la incertidumbre política esperable.

 

“Los productores pueden vender, pero eso no implica que automáticamente vuelquen los dólares a la plaza. Eso va a depender de si piensan que el peso se va a seguir devaluando o no”, le dijo a Letra P una fuente del mercado. “Desde junio se puede esperar una actitud más defensiva, silobolsas mediante”, añadió.

 

Pero cuando lo electoral empiece a dejar alguna certeza, más cerca de octubre, debe contemplarse la posibilidad de un tercer momento para los productores, que podrían precipitarse otra vez a vender fuerte.

 

Incluso si Macri es reelecto, podría desatarse una corriente vendedora ante la creencia de que el futuro gobierno, sea cual sea, puede verse forzado a aumentar las retenciones.

Si la posibilidad que predomina es la de un triunfo de Cristina Fernández de Kirchner,  muchos podrían anticiparse a deshacerse de mercadería para precaverse de posibles medidas comerciales restrictivas o de una mayor carga tributaria. Y hasta si Macri es reelecto, la corriente vendedora podría desatarse ante la creencia de que el futuro gobierno, sea cual sea, puede verse forzado a aumentar las retenciones para satisfacer los requerimientos fiscales del Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

“El sentimiento es que, gane quien gane, las retenciones van a subir. Hay que recordar que los 4 pesos por dólar exportado se implementaron con un tipo de cambio de 30 pesos”, dijo la fuente. Se sabe, y así lo dijo el propio Gobierno para ayudar al sector a tragarse esa bebida amarga, que tanto la inflación como la devaluación del peso reducen la importancia de la imposición.

 

“Más allá del resultado, muchos  pueden tentarse a cambiar su estructura y a vender para quedarse con los dólares. El que gane va a meter otro manotazo, eso es casi seguro. Además de eso, guardar mercadería tiene el riesgo del precio internacional”, dijo la fuente.

 

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