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¿La inflación puede llegar al 40%?

El mercado es cada vez más pesimista en materia de precios y mira de reojo la evolución del dólar. Divididos, los economistas recalculan. Causas de una tendencia rebelde. Impacto político.

El Gobierno balbucea sobre brotes verdes en base a discutibles comparaciones intermensuales en la industria y la construcción, pero el mismo mercado financiero, que tanto se esfuerza por creerle, se pone cada vez más pesimista. De acuerdo con la edición de febrero del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que realiza el Banco Central entre bancos y consultoras de referencia, la expectativa de inflación anual subió 2,9 puntos porcentuales en apenas un mes para pasar ahora a 31,9%. Con todo, cada vez más analistas se alarman ante la posibilidad de un resultado todavía peor, de implicancias prácticas y electorales fuertes, con una hipótesis que empiezan contemplar: ¿la suba de los precios puede llegar al 40%, un resultado que sería tristemente similar al de 2018?

 

De modo significativo, esos observadores no justifican sus temores en una eventual corrida cambiaria: de concretarse tal escenario, todo podría ser peor. En ese sentido, el cierre furioso de rueda de este jueves, con el billete verde volando 4,6% hasta $43,50 en el Banco Nación, no es buen augurio. La escalada del dólar en la semana corta, que hizo otra vez del peso la moneda emergente más débil, con una devaluación del 12,7% en lo que va del año, debe encontrar sí o sí un límite, según la orden que emanó de Nicolás Dujovne y Marcos Peña.

 

De la idea del presidente Mauricio Macri de una inflación que empieza a quedar bajo control, ni noticias.

Federico Furiase, director de la consultora Eco Go, le dijo a Letra P que “febrero nos da 4%, con un impacto de 0,9 puntos porcentuales solo por la carne y otro 1,2 por precios regulados (tarifas de servicios públicos). Para marzo tenemos también cambios en regulados, cuyo impacto estimamos en 0,6 puntos, más naftas y precios estacionales, en un contexto de recalentamiento del dólar. Proyectamos una inflación acumulada en torno al 10% para el primer trimestre del año”.

 

De la idea de Mauricio Macri de una inflación que empieza a quedar bajo control, ni noticias.

 

Aunque Furiase no se cuenta entre los que contemplan la posibilidad de un Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 40% en el año, detecta una dinámica más rebelde que lo calculado.

 

“A pesar de la política monetaria contractiva, tenemos una inflación más alta que la que esperábamos por la suba de tarifas, la inercia de paritarias que intentan recomponer parte de lo perdido por la inflación pasada y la indexación de contratos, con jubilaciones que se ajustan con la inflación pasada y tarifas de energía con costos en dólares”, señaló.

 

“Por ahora, en Eco Go proyectamos una inflación anual de 35% a diciembre, consistente con tarifas subiendo un 40%, salarios en un 39% y un dólar moviéndose 25% en un contexto de márgenes de empresas que seguirán apretados por la política monetaria contractiva”, indicó.

 

Para otros de sus colegas, el espectro del 40% es bien factible. Un caso es el de Mariano Kestelboim, economista de la Universidad Nacional de Avellaneda, que trabaja con la idea de un rango de entre 35 y 40%, probablemente más cerca del techo que del piso del mismo.

 

 

 

Otro es el de la ex ministra de Economía de la provincia de Buenos Aires Silvina Batakis. “Sostengo que la inflación para este año estará entre el 37 y el 40%. De hecho, contemplo un piso más alto, ya que hasta ahora esperaba que ese rango arrancara en el 35%”, le explicó a Letra P. “Eso es así por el arrastre del casi 48% que tuvimos en 2018 y por todos los aumentos ya difundidos y los no difundidos todavía, lo que se suma a la imposibilidad de bajar la tasa” de interés de referencia, hoy de casi el 52% anual.

 

“El 40% nunca me pareció descabellado”, agregó, a la vez que advirtió sobre lo que denomina “hiperinflación alimentaria”, una metáfora que da cuenta del incremento especialmente fuerte de los precios de la canasta de pobreza.

 

La inflación de febrero, que aún debe anunciar el INDEC, “será más alta que la de enero”, que sorprendió con un nivel de 2,9%, advierte Luciano Cohan.

Para Luciano Cohan, socio de Elypsis y ex subsecretario de Programación Macroeconómica, la inflación de febrero, que aún debe anunciar el INDEC, “será más alta que la de enero”, que sorprendió con un nivel de 2,9%. “Es fuerte el impacto de la carne, por lo que la ubicamos en niveles cercanos al 4%. Eso nos preocupa”, dijo.

 

Para Cohan, cuya consultora mantiene una previsión inflacionaria del 34% para el año (dos meses atrás era del 30%), “hablar de un 40% parece poco probable, pero no es descabellado”. Lo que le inquieta es que, para llegar a aquel pronóstico, la inflación debería bajar muy abruptamente en el segundo semestre y que, en el mejor de los casos, el país puede volver a índices del orden del 2% mensual a partir de julio o agosto, estima.

 

¿Qué es lo que hace temer un panorama más complejo que el calculado?

 

“En febrero hay una aceleración de los precios con respecto a enero que lamentablemente va a dejar un arrastre para marzo, mes en el que posiblemente la inflación también se ubicará cómodamente por encima del 3% o incluso del 3,5%”, indicó el hombre de Elypsis.

 

“En febrero hay una aceleración de los precios con respecto a enero que lamentablemente va a dejar un arrastre para marzo”, dijo Luciano Cohan.

 

Además, parece estar pasando a los precios al consumidor parte de la inflación mayorista de 2018, sensiblemente superior a lo reflejado en el comercio minorista.

 

“Hay que tener en cuenta que el índice mayorista tiene una estructura de precios diferente de la del de los precios al consumidor, porque está mucho más dolarizado e incluye más commodities. Cuando se ajustan las dos canastas, la diferencia de 2018 es un poco menor, pero aun así el diferencial existe y ese argumento es cierto. De hecho, eso es lo que pasó en febrero. Por ejemplo, la carne, que es un producto muy transable (NdR: ligado al precio internacional), recuperó lo que había perdido tras la devaluación de septiembre. Pero ocurrió lo mismo en otros sectores: pasado ya un tiempo desde el inicio de la recesión, hay muchas firmas que ya terminaron de consumir sus inventarios y ahora están en proceso de recomposición, lo que viene con una suba de precios”.

 

La recesión profunda y la frialdad del consumo parecieran no dejar demasiado margen para remarcaciones, pero la presión de los costos tarifarios y de los impuestos parece más fuerte.

 

De acuerdo con Furiase, “no hay magia para romper con la inercia inflacionaria. La indexación de contratos complica la desinflación. Hay que tener persistencia en una política monetaria dura que genere credibilidad, para lo cual se necesita equilibrio fiscal, que se desenchufe de ‘la maquinita’ y precios relativos acomodados, básicamente el tipo de cambio real y las tarifas”.

 

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