Aún no utilizaron ninguno de los puentes que los unen ni lo harán hasta después del 10 de diciembre, pero los mundos de Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta empiezan a rozarse. Tras ungir a Claudio Ferreño como jefe de bloque y su dirigente de confianza en el distrito, el presidente electo bajó línea a los legisladores porteños del Frente de Todos: les ordenó "discutir todo" y endurecer la postura con el PRO, algo que el peronismo -con matices- empezó a profundizar recién luego de las elecciones de 2017.
En la lógica de Fernández, es "inexorable" disputar palo a palo con el PRO en la Ciudad para volver a dar la pelea en 2023, cuando se cumplan 16 años de gobierno del partido amarillo en territorio porteño. Eso implica, según reconstruyó Letra P, confrontar desde la Legislatura, pero también desde el ámbito judicial y político planteando una oposición sin concesiones desde el arranque del segundo mandato del jefe de Gobierno.
Si bien Rodríguez Larreta augura una convivencia pacífica, Fernández busca marcar la cancha desde el minuto uno y en un terreno que conoce en profundidad: la política porteña y sus vericuetos. El bloque de diputados se adelantó y hace casi un mes que rechaza categóricamente cada iniciativa que baja desde el Ejecutivo hacia la Legislatura. En rigor, esa determinación del peronismo no lastima al oficialismo porteño, que cuenta con 41 bancas hasta el 10 de diciembre, una ecuación que le permite a Larreta liquidar el paquete legislativo -presupuesto, concesiones y designaciones- antes del recambio, con votos propios y sin auxilio del Frente de Todos. Por eso, Fernández pide confrontar en todos los terrenos, a sabiendas de que no alcanzará únicamente con la fricción parlamentaria de los 17 legisladores para condicionar al larretismo.
El pedido de Fernández generó distintas percepciones en la tribu peronista, que desde el 10 de diciembre no podrá dividirse únicamente entre kirchneristas y peronistas debido al amplio esquema de alianzas que forjó el Frente de Todos y que, en la Ciudad, incluye al PJ, La Cámpora, organizaciones sociales y otros espacios. La idea de votar negativamente cualquier propuesta de Larreta no seduce por igual a los legisladores. Pero es la decisión del presidente electo, que se las adelantó a Ferreño, Mariano Recalde y María Rosa Muiños e insistió con la idea cuando reunió a todo el bloque, también en sus oficinas de Puerto Madero.
Con la nueva composición, Rodríguez Larreta pasará de 41 a 37 escaños y no llegará al número para votar enajenación de tierras, designaciones o rezonificaciones de terrenos, por caso. Buena parte de estas propuestas se aprobará, contrarreloj, en la última sesión de 2019, el 5 de diciembre.
Durante estos cuatro años, el larretismo buscó aliados circunstanciales para avanzar con las leyes que llegaban a la Legislatura desde la Jefatura de Gobierno. El socialismo porteño, el GEN y los legisladores de Martín Lousteau colaboraron, pero la matemática legislativa no es exacta: para varias iniciativas necesitó el visto bueno del peronismo. Una de ellas, la Agencia de Bienes, terminó por romper el bloque del entonces Frente para la Victoria, allá por 2016. La unificación peronista de 2019 borró de un plumazo esas viejas rencillas que Fernández busca cicatrizar para siempre pero, al igual que el oficialismo, el Frente de Todos se construyó en base a espacios que durante años experimentaron cortocircuitos.
Ambos espacios comparten el mismo talón de Aquiles: forjaron coaliciones ambiciosas para el desafío electoral y ahora deben revalidar esa comunión conforme pasan los meses y ambas gestiones, en un escenario de crisis económica e inestabilidad que vuelve inverosímil cada promesa. No obstante, los ediles del peronismo confían en que la decisión de Fernández de incidir en el distrito y el hecho concreto de volver a gobernar la Nación funcionarán como activos para mantener la unidad en la Ciudad.
La primera definición fue aceptada sin tapujos: peronistas y kirchneristas coinciden en endurecer la postura ante el PRO para plantear un escenario de debate político que tiene como fin la disputa por la Ciudad de 2023 y, naturalmente, las elecciones de medio término de 2021. Falta una eternidad, pero Recalde, Matías Lammens y Leandro Santoro seguirán caminando el distrito.