La llegada de Martín Lousteau a la boleta de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta se planeó durante meses. Su candidatura a senador nacional por la Ciudad revoloteaba en los borradores de candidatos que se redactaban en los principales despachos del oficialismo, pero el operativo tomó forma y avanzó producto del interés particular del jefe de Gobierno y su vicejefe, Diego Santilli. Y recién se concretó cuando algunas condiciones exigidas por el ex embajador en los Estados Unidos fueron aceptadas. Todas ellas, con un solo objetivo: quitarse obstáculos en su plan de gobernar la Ciudad en 2023.
Como quería el oficialismo, el economista no enfrentará al PRO por la Jefatura de Gobierno, como se especuló desde que perdió por escaso margen el ballotage del 2015 y desde que compitió en 2017 como diputado nacional frente al macrismo y en reclamo de una “ampliación” de Cambiemos. Un pedido denegado que usufructuó como argumento basal para no sumarse al oficialismo hasta 2019. Con la incorporación del peronista Miguel Ángel Pichetto, se acotó el margen para insistir en esa línea y se confirmó su candidatura al Senado.
Este repliegue dejó libre y en soledad a Rodríguez Larreta en el bastión electoral del PRO. Tampoco hubo interna presidencial con Macri ni catapulta hacia la vicepresidencia, como promocionaba la Unión Cívica Radical (UCR), a veces con una insistencia que generaba rispideces con el propio candidato.
El acuerdo con Lousteau tiene para Larreta un capítulo aparte: la sucesión y el debate sobre el pos-Cambiemos, que para el alcalde debe ser un armado amplio y generoso con los aliados. El cierre de listas porteño esconde esa pretensión. Algunos aventuran que Rodríguez Larreta piensa en un “gobierno de coalición”. Festeja la UCR, pero también Graciela Ocaña, que cada vez tiene más gravitación en la Ciudad.
La matemática electoral también empuja: los 13 puntos de Lousteau y el frente Evolución de las elecciones legislativas de 2017 cotizan en bolsa ante el deseo del jefe de Gobierno de ganar en primera vuelta. ¿Cómo mancomunar campaña, discurso y relato para generar esa mudanza de sufragios y lograr el 50% que requiere la Constitución para evitar el ballotage porteño? Esa incógnita anida desde hace días en la cabeza del tándem Larreta-Santilli, que también incluye el pase de Roy Cortina (PS) en este pronóstico. Los planners del gobierno porteño ultiman detalles para cerrar el paquete de acciones proselitistas que contenga al PRO, Elisa Carrió, Ocaña el socialismo y el radicalismo. Un esquema impensado años atrás, cuando todos estos espacios llegaron, incluso, a competir entre sí y en duros términos.
En rigor, Lousteau aceptó una propuesta que, a principios de 2019, no estaba entre sus planes predilectos. Hace meses que confesaba ante los suyos que no competiría por la Jefatura de Gobierno. Una interna contra Rodríguez Larreta podría debilitarlo en el distrito que sueña gobernar, aunque la UCR porteña tenía los papeles listos para dar esa batalla si el acuerdo por el Senado no incluía los lugares pretendidos para Diputados y la Legislatura. Se respetó lo hablado y, por estas horas, se respira un aire de paz entre el PRO y el radicalismo capitalino, tras casi un año y medio de belicismo que hasta incluyó una caza de brujas en la Ciudad. Larreta y Lousteau agradecen a Santilli y Emiliano Yacobitti, que tejieron todo este tiempo para que la sangre no llegara al río.
El economista tampoco se imaginaba en el binomio presidencial con Macri y la probabilidad de ir a internas jamás prosperó. Lousteau nunca tomó esas opciones como posibles y se las adjudica al gobernador de Mendoza y presidente de la UCR Nacional, Alfredo Cornejo. La otra opción, como contó a Letra P a fines de 2018, era hacer una pausa y no competir en 2019.
Finalmente, Lousteau acepta el Senado para seguir en la discusión y no quedar eclipsado por la grieta, como le sucedió en 2017. Eludiendo eufemismos, es una candidatura que le permite evitar quedarse afuera del único relato que ofrece la góndola electoral: polarización entre Juntos por el Cambio y el kirchnerismo.
El economista hizo campaña dos años con la idea de barrer esa división, pero para no quedar en el ostracismo decide incorporarse a Juntos por el Cambio para competir este año ¿Qué cambió en este tiempo? Su sostén sigue siendo la UCR porteña principalmente, pero la crisis económica golpea en las costas metropolitanas y le otorga más poder de discusión hacia dentro del oficialismo. La lectura que hace el PRO sobre el voto que se afinca en el “eje Rivadavia”, vinculado históricamente a los sectores medios de la Ciudad, formatea este modelo de pos Cambiemos en el distrito que Rodríguez Larreta busca gobernar hasta 2023.
EL MENÚ DE GUGA. Rodríguez Larreta y Lousteau se encargaron de saldar sus diferencias políticas. Primero por teléfono y luego personalmente. En esas charlas, Lousteau fue claro: confirmó la candidatura a senador, pidió una compañera “verde” para la boleta y habló de “poner toda la carne al asador”.
Lousteau le reclamó a Rodríguez Larreta que le asegure que Santilli sería su vicejefe y que lo anuncie para terminar con esa especulación y allanar su propio camino.
El renunciamiento de Santilli a un futuro mandato a jefe de Gobierno es una apuesta por las aspiraciones nacionales de Larreta para 2023. Y, al mismo tiempo, abre una estampida interna por la sucesión. Lousteau cuenta con ventaja en esa carrera. Tiene la palabra de Rodríguez Larreta y debe esperar que tanto él como Macri renueven sus mandatos, aunque nadie le garantiza un camino recto hacia el máximo sillón porteño: en la Ciudad, pero también en la Casa Rosada, hay varios macristas gustosos de probarse el traje, a pesar de que aún faltan más de cuatro años.
Además, el ex embajador mandó un mensaje para sus aliados radicales al reclamar que Yacobitti se muestre en la boleta de Diputados. Acostumbrado al bajo perfil, el ex presidente de la UCR porteña es el tercer nombre en la boleta. En rigor, el ex embajador, crítico medido de la gestión económica, no quería poner la cara en la boleta del oficialismo sin estas condiciones y sin que el resto de sus aliados hagan lo propio.
El razonamiento que ensayó Lousteau ante Larreta se explica bajo la edificación de un pos-Cambiemos: el economista acepta ir al Senado bajo un proto acuerdo por la Ciudad. Una especie de empuje de Rodríguez Larreta para el economista en la pelea por el 2023. Apuesta que únicamente se sostiene si Cambiemos gana las elecciones.