Según las voces autorizadas del Gobierno, la actualización del protocolo de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) "apareció" en el Boletín Oficial sin consulta con la Casa Rosada. Eso terminó de cristalizar la gélida relación entre el secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, y la ministra de Salud y Desarrollo Social, Carolina Stanley.Al mismo tiempo, la tensión puertas adentro del Gobierno expuso lo inocultable: la soledad a la que el PRO confinó al funcionario radical y los cortocircuitos de la alianza Cambiemos a menos de un mes de dejar el poder. Así, y en menos de 12 horas, el presidente Mauricio Macri lo desautorizó y ordenó revocar el protocolo, mientras distintos popes de la Unión Cívica Radical (UCR) encabezaron un operativo clamor ante una eventual salida de una de sus escasas figuras en el gabinete que por ahora no se efectivizó.
Rubinstein avanzó en soledad, pero hubo dos instancias administrativas que aprobaron, no leyeron o dejaron pasar la medida: la secretaría de Legal y Técnica del ministerio y, sorprendentemente, la Secretaría de Legal y Técnica de la Presidencia, que conduce Pablo Clusellas. El ex Newman, íntimo del Presidente, le cuida la firma a Macri todos los días hábiles, pero no pudo ver el protocolo. Esa cadena de responsabilidades desató una crisis nerviosa en el Gobierno que, hasta que dio marcha atrás, sumó un nuevo foco de tensión con la Iglesia.
A medida que el tema tomaba estado público y Rubinstein recibía saludos y felicitaciones en redes sociales, la Casa Rosada era un hervidero. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, se enteró por la misma vía que Macri: los medios. Curiosamente, una de las críticas predilectas del radicalismo para con el PRO durante estos cuatro años de gobierno de Cambiemos. "Alguna vez le tenía que pasar a ellos", ironizó un diputado nacional de la UCR que salió en defensa de Rubinstein.
Bajo esa lógica, en el macrismo sospechan de una confabulación del radicalismo para que la medida avanzara y le estallara al Presidente, obligándolo a rechazarla públicamente. Rubinstein, y otros dirigentes de la UCR, se pronunciaron a favor de la legalización del aborto cuando se discutió en el Congreso, mientras Macri se limitó a habilitar el debate sin sentar posición. Sin embargo, en el tramo final de su campaña se destapó y confirmó su postura celeste.
La respuesta de la plana mayor del PRO ante el avance de la actualización del protocolo y la lluvia de cuestionamientos, generó una reacción en cadena de las distintas alas del radicalismo. Al unísono, Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti, Ernesto Sanz y Mario Negri encabezaron el respaldo a Rubinstein, al que también se le sumó una mensaje oficial de la UCR, que conduce el mendocino Alfredo Cornejo.
Finalmente, la actualización del protocolo será derogada, tal como confirmaron este jueves altos funcionarios del Ejecutivo, y el secretario de Salud aislado. Rubinstein, empujado por la UCR y especialmente por el mendocino Ernesto Sanz, asumió como número dos de Jorge Lemus, el primer ministro de Salud de Macri que lo acompañó también en la gestión porteña. A fines de 2017, el sanitarista del radicalismo, que había asesorado a Sanz en su campaña presidencial en la interna de Cambiemos, fue elevado a ministro, pero menos de un año después, como otros ministros, sufrió la degradación de la cartera, a raíz del rediseño del plantel de gobierno que autorizó Macri como señal de "austeridad" en plena crisis económica.
Rubinstein resistió todo lo que pudo la degradación a Secretaría de Gobierno del área sensible de Salud, pero fue en vano. Chocó con Stanley, pero también con Peña, que llegó a exhortarlo para que define "cuándo" irse, en horas en que se hablaba de su salida del Gobierno, en plena escalada de la riña su ministra. Por ahora, su permanencia en el gabinete al que le quedan menos de 20 días de vida sigue en veremos.