Mientras el presidente Mauricio Macri encara el sprint final de la campaña con una gira “Sí, se puede” por 30 ciudades, el equipo económico del candidato del Frente de Todos frunce el ceño. Hace unos días, luego de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmara que no hará el último desembolso de U$S 5.400 millones, los técnicos de Alberto Fernández se sentaron a analizar qué dejará la gestión de Cambiemos en el frente externo y en materia de deuda y reservas del Banco Central (BCRA). Le contaron que “la situación es crítica” y que, si bien el contexto es diferente, la situación de la deuda argentina está “en niveles similares a los de 2001”. Eso y los números que le alcanzaron a Fernández hicieron que él mismo les pidiera a sus laderos y voceros económicos “la mayor cautela posible en las declaraciones públicas”. El único autorizado para hablar, de los que son del riñón, sería el potencial ministro de Economía, Matías Kulfas.
Fernández, con Kulfas y Todesca, dos de sus economistas más cercanos.
¿Qué vio Fernández para pasar del entusiasmo por generar otro contexto a alertar por el plan bomba que deja Macri? Que, con la dinámica del dólar y la fuga actuales, el 10 de diciembre las reservas líquidas del BCRA podrían estar por debajo de los U$S 5.000 millones, un número peligroso para encarar una gestión con el nivel de deuda que deja Cambiemos como herencia.
Según los técnicos del albertismo, hay una importante deuda en pesos y el conjunto es impactante: U$S 13 mil millones en bonos en moneda estadounidense en ley argentina; U$S 18 mil millones en títulos en pesos ley argentina y U$S 66.700 millones en dólares en ley extranjera. Ese nivel de deuda es un problema con tan pocos dólares para cumplir obligaciones que, además, no tienen chance de ser rediscutidas. A los vencimientos hay que sumarles, además, los dólares que se pierden día a día.
Por esta razón, los economistas de Fernández entienden que el logro del actual ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, de haber destrabado el uso de U$S 7.200 millones de las reservas precautorias, las que no se podían tocar, no será un bálsamo si continúa la sangría.
El dato lo confirman en la City. Santiago López Alfaro, de la consultora Delphos, dijo a Letra P que, “si no vienen los 5.400 millones del FMI, es complicado, porque estamos perdiendo entre 100 y 200 millones de dólares por día; en 20 días son 5.000 millones”.
Alertan allí, también, que hay otra preocupación genuina de Fernández que va en línea con la deuda: si bien no hay aun números finos, el déficit fiscal no será cero, sino cercano a los 200.000 millones de pesos.
Como casi todo el mercado, la presunción es que, en este contexto, el gobierno casi electo tendrá que tomar medidas en este sentido el 28 de octubre a primera hora. Es, en parte, lo que Fernández viene hablando con fondos de inversión que se han mostrado dispuestos a colaborar en la transición. También, con banqueros. Sobre el tema dialogó, por caso, con el jefe del HSBC, Gabriel Martino, quien, además, se reunió hace unos días con el propio Kulfas.
El ministro Lacunza, con los directivos del FMI.
Fuentes del albertismo confirman que la idea es “sentarse al instante con el Fondo para ver cómo se sale”. Por ahora, de todos modos, son cultores del “paso a paso”. La obsesión número uno es, claramente, hacer todo para evitar caer en default.
Hay un tema que no es menor: las cuentas que se hacen sobre toda la economía son con un dólar a $60, pero en la City estiman que la semana anterior al 27 de octubre habrá un repunte de la moneda, al igual que el post 28-O. Y ven al tipo de cambio en 2020 bastante más cerca de los $100 si no se lograse reducir la inercia inflacionaria en los primeros meses del próximo gobierno.
En este contexto, en el búnker de la calle México aseguran que hay que trabajar mucho en el frente político, en la rosca y en el diálogo para juntar voluntades que se encolumnen detrás de un acuerdo social con visos de sustentabilidad. Como en la salida de la ex presidenta Cristina Fernández, Macri parece dejar la gestión abriendo frentes de conflicto con varios actores del poder a la vez. Eso hizo que Fernández debiera prometerles las mismas cosas a casi todos los sectores que quiere tener en el pacto. Es un enigma cómo manejará las demandas que reclamen empresarios, gremios y el sector financiero en este contexto de desbarajuste macroeconómico.