Detrás de los 10.470.607 votos que cosechó Juntos por el Cambio a nivel nacional en las generales de este domingo surge una nueva geografía política para el PRO. Luego de la derrota de 18 puntos que sufrió el presidente Mauricio Macri en las PASO, la caravana del #SíSePuede aportó sus dividendos electorales y le permitió al líder sumar dos millones de votos y terminar con un 40,8% de los sufragios a nivel nacional.
La recuperación de votos en 24 provincias también implicó mitigar la reducción de cargos ejecutivos y legislativos que preanunciaron las PASO. Con la derrota crucial de la gobernadora María Eugenia Vidal y la pérdida del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, el oficialismo saliente dejó el control de 14 municipios, en una debacle electoral que se incrementó en territorio bonaerense entre la gobernadora y el Presidente.
A un paso del inicio del escrutinio definitivo, que llevará diez días, las tensiones entre ambos recrudecieron sobre quién liderará ese espacio opositor que buscará representar a ese 40,8% y que sumó casi diez puntos respecto a la cosecha de agosto. El primero en marcar la cancha fue Macri, que anticipó su interés por liderar la oposición al peronismo, basado en los resultados promovidos por el volantazo de campaña que aplicó luego de la derrota en agosto y que originó el recorrido proselitista por 30 localidades de todo el país.
La táctica no sólo implicó un giro en el marketing político del Gobierno, sino en una apuesta discursiva concentrada en alambrar el núcleo más duro de votantes del oficialismo, identificado con sus posiciones más conservadoras y, especialmente, en su crítica cerril al peronismo. La composición de ese voto implica una nueva demanda opositora, que ahora Macri buscaría conducir. El gran interrogante es si las internas feroces que laten dentro del PRO le permitirán asumir ese desafío, que parece más orientado a endurecer su oposición frente al próximo gobierno que impulsar una "oposición responsable" como la que proclama desde este domingo el presidente saliente.
Tan importante es su impacto dentro del gobierno, que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, ahora planea promover a Macri como próximo presidente del PRO, que actualmente está en manos del senador nacional por Misiones Humberto Schiavoni. En los planes originales ese puesto iba a ser ocupado por el vice primero de la Legislatura porteña, Francisco Quintana, que debería ceder ese puesto al futuro ex presidente en caso de que insista con la iniciativa. No le resultará fácil, porque Vidal también pretende ese sillón partidario como llave maestra de un partido opositor que tendrá dos misiones estratégicas de difícil éxito: evitar la diáspora interna de Juntos por el Cambio y mantener unificado el interbloque en la Cámara de Diputados, que ahora pasará a tener 119 miembros, uno menos que el peronismo. El actual oficialismo obtuvo 56 bancas y sumó 9 a las 47 que debía renovar. Para el Senado, Cambiemos renovó las ocho bancas que estaban en juego y contará con un bloque de 29 escaños, ocho menos que los 37 necesarios para el quórum, una composición que el Frente de Todos conquistará desde diciembre.
Cerca de Macri sostienen que el Presidente posee un nuevo titulo de propiedad sobre esos votos y especialmente por su localización, ya que los territorios que registraron los mejores incrementos fueron parte de la caravana y, en algunos casos, derivaron en victorias inesperadas, como Mar del Plata y Bahía Blanca. Los seguidores de Peña, que ya no ocultan sus críticas abiertas contra Vidal, sostienen que los resultados habrían sido mejores con ayuda bonaerense y, con ese argumento, defienden la titularidad de los votos a nombre de Macri.
Aún así, el Presidente sólo se impuso en Vicente López y San Isidro, pero algunos de sus intendentes lograron sobrevivir gracias a la feroz utilización del corte de boleta. Con esa estrategia, más promovida por Vidal que por Macri, el macrismo pudo retener Tres de Febrero con Diego Valenzuela, Lanús con Néstor Grindetti y La Plata, con Julio Garro. Los números negativos que obtuvo Macri en todo el conurbano no pudieron ser frenados por el corte de boleta en Pilar, Morón, Quilmes, Luján, General Rodríguez y una decena de distritos del interior provincial. Desde el vidalismo sostienen que una posible retaguardia de liderazgo se originará en la Legislatura provincial, donde buscará conducir a los 43 diputados y 23 senadores que tendrá la futura oposición, con un amplio margen para condicionar una parte de las políticas que impulse el gobernador electo de Axel Kicillof.
El mapa de la derrota bonaerense fue equilibrado por los repuntes más importantes registrados en Córdoba, Salta, Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos y la Ciudad de Buenos Aires, donde el alcalde Horacio Rodríguez Larreta obtuvo su reelección en primera vuelta y superó el 55% de los votos. Con esos números pudo retener la mayoría en la Legislatura y renovó 17 de las 21 bancas en juego.
La cosecha porteña posicionó a Larreta como otro de los dueños expectantes del botín de Cambiemos, pero en su entorno aseguran que buscará ordenar las internas y armonizar posiciones entre Macri y Vidal, aunque la gobernadora saliente mantiene una estrecha relación política con el alcalde reelecto.