Por primera vez desde su asunción en el cargo, empezaron los ruidos en la relación entre el ministro de la Producción y el Trabajo, Dante Sica, y su par de Hacienda y ministro coordinador, el encumbrado Nicolás Dujovne. La relación personal entre ambos es buena, fluida, pero con contrapuntos fuertes generados, básicamente, por la crisis económica. Lo que los divide es la obsesión de Mauricio Macri por llegar al déficit cero no solo para cumplir con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino además para colgarse la medalla que le prometió el propio Dujovne al Presidente: terminar la gestión con los números ordenados, por más que eso suponga una economía contraída en tres de los cuatros años en los que Cambiemos ejerció el poder.
“Son tensiones naturales, pero es cierto que hay tensiones. Nicolás ajusta y Dante hace equilibrio con los sectores”, admitieron a Letra P desde ambas carteras.
Dietrich puso a un hombre propio y con juego en Trabajo, el área a cargo de Sica.
Fue precisamente lo que ocurrió el viernes último en la sede de Avenida de Mayo, cuando Fernando Grasso, el ex Unión Industrial Argentina (UIA) que oficia como vice ministro de Sica, se reunió con empresarios de esa central fabril. “Miren, hablen con Dujovne”, les adelantó mientras recibía un documento para sacar a la industria del pozo profundo en el que se encuentra, con caídas del 9,4% en noviembre del 18, la baja más fuerte desde el 2017.
Grasso conoce a todos los interlocutores que vio allí, entre ellos el jefe del calzado, Alberto Sellaro; Martín Rappallini, titular de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), y el economista jefe de la entidad, Diego Coatz. Y, en ausencia del presidente Miguel Acevedo, dejó en claro que “no hay herramientas fiscales para combatir la crisis”. Ergo, desactivó pedidos de rebajas de impuestos y beneficios con los cuales los industriales pretenden volver a poner en marcha la rueda, sobre todo de las pymes, que representan el 80% de la fuerza productiva de UIA y están cerrando, suspendiendo, despidiendo o perdiendo ventas por la caída del consumo.
En Hacienda no niegan el diagnóstico. “Les dijimos que cualquier cosa hablen con nosotros, pero este año no hay un peso”, confirmaron, a la vez que aclararon que “la meta es tan ambiciosa que no hay tolerancia con nada”. Fue un mensaje que, según el entorno de Dujovne, entendió a la perfección todo el gabinete.
Pero en esa lógica, Sica tiene un problema: asumió como un nexo con los empresarios industriales, que venían de una relación tormentosa con el ex ministro Francisco “Pancho” Cabrera. Pero el ex consultor de Abeceb tardó poco tiempo en darse en cuenta que estaría condicionado por las circunstancias.
Entre los CEOs no creen que “le hayan recortado poder”, pero “hoy no decide”. Así, su función es casi psicoanalítica. “Los recibe, los escucha, los acompaña y hasta comparte el diagnóstico, pero cuando no se puede, no se puede”, se sinceran puertas adentro de la Casa Rosada. Entre los industriales hay tanta temperatura como en la calle en las últimas horas. Hay una diferencia de visiones: los empresarios creen que el problema es la restricción externa, no el déficit, por eso se agarran la cabeza cuando observan algunos tributos, como las retenciones a las exportaciones fabriles, que hoy están en un 8%, tres puntos arriba que en los años del kirchnerismo.
Son algunos pocos los que creen que estos “intereses contrapuestos” de Dujovne y Sica son algo más. Y no lo relacionan solo con el tironeo con Dujovne con el déficit. También resaltan que, con anuencia de Marcos Peña y el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, Macri puso en la Secretaría de Trabajo a Lucas Fernández Aparicio. En los últimos días, desde el propio Gobierno empezaron a colar la información del buen nexo de Aparicio con los gremios y su supuesto poder para moldear paritarias y discusiones sindicales. En el entorno del dirigente casi que ya hablan de un ministro de Trabajo, rol que en lo formal aún ocupa el propio Sica.
Los que lo conocen a Dante aseguran que “él sabía a qué Gobierno llegaba y en qué momento”, con lo cual garantizan que las tensiones no derivarán en mayores inconvenientes, “al menos por ahora”.