EL AÑO DE LA REELECCIÓN

Las dos patas de la reforma laboral por goteo que planea Sica

Imposibilitado de avanzar con el paquete general que Macri le había encomendado a Triaca, apuntará a discusiones sector por sector y su vínculo personal con algunos gremios.

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, tiene la mirada fija en la reforma laboral. Sin margen político para avanzar con el paquete general que el presidente Mauricio Macri le había confiado a Jorge Triaca, menos en un año electoral como este 2019, el funcionario se planteó dos ejes para desplegar esa agenda compleja enmarcada por una crisis de empleo e inflación. Para eso prefiere evitar hablar de plazos y la grandilocuencia de la idea de “reforma”.

 

 

Bajo esa lógica, según Sica, serán vitales los encuentros de las mesas sectoriales divididas en áreas temáticas. La última incorporación es la mesa metalmecánica, que cuenta con representación de las cámaras empresarias y de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). En la Casa Rosada creen que los lazos del ministro con el sindicato que conduce Antonio Caló y con los gastronómicos de Luis Barrionuevo “aceitarán” ese debate en el mundo sindical. El índice de trabajo no registrado o informal, de acuerdo con estimaciones gubernamentales e informes privados, quedó por encima del 34% durante el segundo trimestre de 2018.

 

 

El otro eje sustancial de la reforma por goteo se refiere a las “nuevas formas de empleo”. “Queremos encarar una discusión madura y sin prejuicios en las que se debata competitividad”, le explicaron a Letra P fuentes del Ministerio de Producción y Trabajo. Eufemismos afuera, Sica busca rediscutir algunos convenios colectivos de trabajo que, según la visión gubernamental, “limitan” la competitividad. Esto también implica que las actividades que modernizaron su producción deberían actualizar sus condiciones de contratación. Sin embargo, este objetivo tiene poco camino por recorrer en un escenario de recesión y elevada inflación.

 

En la cabeza de Macri anida un “modelo ideal” en torno a convenios colectivos que “vayan de la mano” con la competitividad que reclaman los empresarios. El modelo es el sistema de plasticidad laboral que opera en Vaca Muerta, afincado en una regulación hecha a medida de la actividad y con el beneplácito del Estado, el sector privado y los trabajadores sindicales petroleros.

 

 

 

La malograda reforma laboral se presentó inicialmente ante gremios y popes del empresariado como un "Frankenstein" de regulaciones que, ante la resistencia sindical y los malentendidos con el sector privado, el Gobierno debió enterrar. El propio Sica reconoce que seguirá los últimos pasos de Triaca y trabajará cada iniciativa o modificación por separado, aunque le sumará una mayor participación de los sindicatos y trabajará para oxigenar la relación del Gobierno con la CGT.

 

El paquete completo incluía iniciativas vinculadas a la formación laboral, la Agencia de Salud y la adhesión a la ley de riesgos de trabajo, entre otros temas. Un sector del oficialismo no descarta avanzar con algunos expedientes vía decreto presidencial, pero Sica puso como prioridad esos dos puntos.

 

 

 

De todo ese conglomerado de propuestas que integraban el paquete completo de reforma laboral, el blanqueo y "los nuevos trabajos" concentran la atención del ministro, que no se tomará vacaciones y pasará el verano en Buenos Aires. Al mismo tiempo, ya empieza a avizorar el escenario de acuerdos salariales para el año de la reelección de Macri. Como el equipo económico de Macri con la prometida reactivación, evita hablar de plazos, se resiste a emitir un pronóstico y se refugia en la estrategia del “paso a paso”.

 

“Tenemos el desafío de discutir un nuevo marco laboral”, devuelve para quien consulta sobre el futuro del trabajo en la Argentina. Es la frase que eligió para volver a poner en boga la reforma. Sica se alinea dentro del sector de Cambiemos que reclama que cualquier avance en la materia sea acompasado por modificaciones de orden impositivo que, según el sector privado, generen el contexto para que se desaliente la evasión y deje de incrementarse el trabajo no registrado.

 

Al mismo tiempo, esa presión impositiva choca con el ansia de mejora de la competitividad que la Casa Rosada propone. En el último encuentro de la Unión Industrial Argentina (UIA), el ministro de Producción y Trabajo admitió que el “60% de los problemas de la industria los provoca el Estado con sus impuestos distorsivos”.

 

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