El repechaje que este jueves anunció la Cancillería para evitar el aumento de aranceles al acero y al aluminio argentinos incluyó un inesperado llamado personal del presidente Mauricio Macri a su par norteamericano, Donald Trump, para pedirle que lo deje afuera de las dos decisiones ejecutivas que anunció la Casa Blanca. Según un comunicado de Balcarce 50, Macri “le expresó su preocupación por el potencial efecto negativo de esas medidas”. En respuesta, “Trump se comprometió a evaluar su pedido para que la Argentina sea exceptuada de cualquier medida restrictiva que afecte las exportaciones de acero y aluminio hacia los Estados Unidos”, pero, según pudo reconstruir Letra P, Washington esperaría a cambio profundizar una agenda de "colaboración" en otras materias sensibles de alto interés para la administración republicana, como seguridad y defensa.
En el Palacio San Martín detallaron que la comunicación telefónica fue como jugar la “ficha de la diplomacia presidencial” para intentar una baja de los aranceles, o una exención, aunque por ahora el panorama es “incierto”. “En este caso, la principal carta es la relación de Macri con Trump y todo depende de lo que pueda negociar el Presidente”, detalló una fuente de la Casa Rosada que reivindicó la próxima aprobación en el Capitolio del Sistema Generalizado de Preferencias, sin perder de vista que Washington ya obturó el ingreso de biodiésel argentino además de carnes vacunas y porcinas.
En la hoja de ruta del Gobierno, pronostican que se destrabaría la negociación para las carnes. Una réplica del levantamiento de las barreras para la importación de limones, pero hasta el momento, según reconoció el Gobierno, no fueron despachados cítricos a Estados Unidos desde que se destrabó la exportación.
La decisión de Trump de gravar al acero y al aluminio perjudica a los países de la Comunidad Europea y a países latinoamericanos como Brasil. No llega a perjudicar a México, porque junto con Canadá son los dos países que no sufrirán el aumento impositivo dentro de 15 días. “La medida parece más dirigida a países a los que Estados Unidos les reclama un mayor gasto militar, como los aliados militares europeos”, analizó una fuente de la Cancillería.
LOS ASUNTOS HEMISFÉRICOS. En el caso latinoamericano, los países exportadores de ambos metales buscarán la misma exención que Macri le pidió telefónicamente a Trump, aunque la Casa Blanca podría aplicarle una expectativa similar a la que baraja con Europa, México o Canadá: avanzar en materia de seguridad y cooperación militar a cambio de levantar un pie del acelerador con la guerra comercial que lanzó el magnate y creador de la premisa “América Primero”.
La Argentina está dentro de la agenda de seguridad y defensa de Washington desde que Macri descongeló la relación bilateral con la administración del entonces mandatario Barack Obama, que visitó Buenos Aires en marzo de 2016. Desde enero de 2017, con la llegada de Trump, la Casa Rosada buscó reordenar la relación y profundizó las vinculaciones económicas, políticas y militares. A pesar de la predisposición argentina por profundizar los lazos comerciales, la política de Trump ha generado más incertidumbre que certezas para Macri. En materia de seguridad y defensa, ambos países avanzan en una serie de acuerdos que ya están en marcha: desde la creación de centros de fusión de inteligencia con la DEA, el FBI y la NSA en el norte argentino y en la triple frontera, hasta un acuerdo de cooperación con la Guardia Nacional del Estado de Giorgia, para formar militares argentinos, que también participarán de ejercicios conjuntos este año, en vísperas de la realización de la cumbre del G-20. Dentro de esa batería de intercambios, la oficina de control de fronteras norteamericana ya donó equipos para el control limítrofe y para la seguridad aeroportuaria.
En ese esquema, la Casa Blanca podría apretar el acelerador en la ofensiva política previa que hizo tronar en Buenos Aires durante la visita del vicepresidente Michael Pence, que visitó Colombia, Argentina y Perú, con la misma agenda que luego protagonizó el secretario de Estado, Rex Wayne Tillerson: obtener más apoyo político para presionar al gobierno de Venezuela que vaya más allá de los gestos y las declaraciones. Cuando Pence viajó el año pasado tuvo que escuchar los reproches de sus interlocutores sudamericanos ante la amenaza que lanzó Trump cuando dijo que no descartaba una opción militar. Tillerson protagonizó este año una gira más moderada, sin bravatas previas de su jefe en términos bélicos, pero el interés norteamericano sobre el gobierno de Nicolás Maduro sigue siendo una asignatura pendiente.
“Ellos están muy interesados en nuestro rol territorial y en la seguridad de nuestras fronteras; quizás sea el momento de tomar esa demanda para destrabar las negociaciones comerciales, algo que Trump ya dijo esta semana en referencia a Europa”, sostuvo una fuente empresarial consultada, para asegurar un camino de intercambio que, como sucedió en la llamada presidencial de este viernes, está por encima de los cancilleres y depende de la letra chica que inscriban ambos mandatarios.