SESIONES 2018. enfoque

Economía emotiva, de campaña, made in Durán Barba

Los apuntes discursivos sobre inflación, deuda, empleo y crecimiento se redujeron a eslóganes fuertes que le rinden políticamente a Cambiemos. Por qué Macri prescindió de los datos.

Se esforzaron en vano algunos ministros de áreas económicas en la confección de cifras que, a ciencia cierta, podrían considerarse brotes verdes. Había números, pero el presidente Mauricio Macri  no utilizó ningún dato duro de la economía en su discurso de apertura de las sesiones legislativas 2018. Su ponencia fue, una vez más, profundamente intervenida por la dialéctica del cerebro comunicacional de Cambiemos, Jaime Durán Barba. La mano del asesor ecuatoriano que enerva a más de un alto cuadro del oficialismo por sus vicios discursivos se vio en la manera que usó Macri para referirse, selectiva y vagamente, a temas de actividad. Un empresario de los tantos que hubo escabullidos en los palcos superiores lo resumió ante Letra P como un texto “de campaña”, que le generaría más de una duda a un inversor del exterior que quisiera saber más de los planes de Argentina.

 

Sin articulación, Macri aseveró que “(…) la inflación está bajando. La inflación de 2017 fue menor que la de 2016. La de este año va a ser más baja y la del año que viene va a ser todavía menor que la de éste". Agregó que “lo peor ya pasó y ahora empiezan los años que vamos a crecer" y señaló a continuación: "Vamos a dejar de endeudarnos y vamos a recibir las inversiones para ser un país confiable". Luego se refirió a que “elegimos el cambio con gradualismo. Tenemos metas para bajar la inflación, reducir el déficit fiscal y se multiplicarán las inversiones en un país confiable; necesitamos templanza". Y concluyó apuntando que “algunos nos critican por ir demasiado lento y otros por ir demasiado rápido. Los primeros piden un shock de ajuste, pero vinimos a reducir la pobreza y a asegurarnos que ningún argentino pase hambre". También dijo que el “el salario le viene ganando a la inflación”. Más allá de la certeza y falsedad de los argumentos (no es cierto que el salario le haya ganado a la inflación), la exposición del mandatario fue casi una sublimación del eslogan de campaña, filtrado con inteligencia en un discurso que, históricamente, los presidentes han utilizado para dar cifras más o menos ciertas. La comparación, por cercanía y uso político, es casi lógica: en los maratónicos discursos de Cristina Fernández en el Congreso, sobraban los datos, en una confusión general que obligaba a ser extremadamente rigurosos en la separación de la paja del trigo.

 

El influencer número uno. Durán Barba, el ecuatoriano que más escucha Macri. 

 

 

Son dos estilos diferentes de comunicar, de hacer política y buscar el efecto deseado. Los chequeados sobre los discursos de CFK arrojaban más alertas de dudosos y medias verdades que de certezas plenas. El de Macri es similar, pero planteado con una épica que el ecuatoriano creó, moldeó, para conducir a Cambiemos al éxito electoral en 2015 y que parece no tener perspectivas de variar en la vuelta previa al gran premio de 2019.

 

Como ocurría con Cristina, el discurso de Macri deja algunas certezas, coincidencias que ambas fuerzas políticas negaron y niegan. La comunicación emotiva de la economía casi nunca coincide con lo que ocurre en la calle. En los focus groups y encuestas del Gobierno, incluso entre aquellos votantes de su núcleo duro, la economía, las tarifas, la inflación, la inestabilidad y el empleo siguen siendo las preocupaciones número uno junto con la inseguridad.

 

En síntesis, la ponencia presidencial se obsesiona con señales, con datos aislados, no consolidados, para contarle a la población una situación extremadamente positiva alejada de la realidad. ¿Cómo justificar que la inflación baja luego de un cambio de metas del BCRA, de una disparada del dólar, de alimentos y remedios en alza y tras un 2016 que arañó los 40 puntos haciendo que cualquier año posterior deba ser, casi por inercia, inferior? ¿Cómo plantear seriamente que cada vez habrá menos deuda cuando el Círculo Rojo, que apoya a Cambiemos, se preocupa por el nivel de toma en el exterior alertando que eso asusta al inversor, que sabe que en algún momento habrá que pagar? ¿De qué manera elogiar la suba del empleo en 2017 cuando la mitad fue producida por el fenómeno del monotributismo y cuentapropismo? ¿O bien por qué se hace gala de un consumo recuperado cuando todos los privados lo niegan y hasta los industriales de la UIA apuntan que la producción crece a menos de la mitad de lo que señala el INDEC? Todas preguntas que justifican más la épica que una explicación técnica, esa vieja idea del gurú ecuatoriano de que, a veces, es mejor no explicar tanto, porque el votante no es capaz de decodificar mensajes muy elaborados. ¿Si Durán Barba fue demasiado lejos esta vez? Difícil saberlo, pero es el que ganó la elección imposible, el que conoce al electorado y el que tiene la fórmula para manipularlo. Parece, además, estar dispuesto a hacerlo de nuevo

 

 

 

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