A poco más de 15 días de sus dardos por elevación hacia el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y a un sector del gobierno de Mauricio Macri, el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, vuelve a cuestionar y poner sobre la mesa un debate recurrente en Cambiemos: la dicotomía entre la “nueva” y la “vieja” política, sumada a la utilización del marketing y las redes sociales.
Alejado de la toma de decisiones y con un pie afuera del Gobierno, Monzó reanuda su disputa tras el discurso en el que revindicó la “rosca” luego de ser conseguir el respaldo de la oposición para continuar al frente de la Cámara baja. “La rosca tiene mala prensa. Es, en realidad, una palabra desterrada del diccionario de la corrección política”, escribió en una columna en La Nación.
“Se ha alimentado, más por especulación marketinera que por vocación transformadora, una grieta entre la ‘vieja’ y la ‘nueva’ política, como si lo viejo estuviera siempre teñido de vicios y lo nuevo fuera invariablemente puro y refrescante”, disparó Monzó.
De esa manera, según el diputado oficialista, la “rosca” queda “como un símbolo de la vieja política”. “Es tan nocivo que la política se encierre en sí misma como que reniegue de sí misma”, agrega. Desde el inicio de la gestión de Macri, Monzó, que tuvo un rol clave en la campaña presidencial del 2015, insiste con “ampliar” la base de sustentación electoral de Cambiemos, pero esa idea choca una y otra vez contra los deseos de Peña y el propio Presidente.
También, no encuentra eco en el asesor en estrategia Jaime Durán Barba, quien instaló en el PRO la dicotomía entre la vieja y la nueva política. En el texto publicado este martes, Monzó también apunta al ecuatoriano al subrayar que esa “grieta” únicamente “puede funcionar en el plano de las frases efectistas y de las imágenes simplonas, pero no parece más que un truco de los vendedores de eslóganes”.
“Tirar por la ventana todo aquello que el marketing etiqueta como ‘la vieja política’, sería -entre otras insensateces- despreciar el legado de nuestra propia historia y de sus figuras más trascendentes, desde (Bartolomé) Mitre y (Nicolás) Avellaneda hasta (Juan Domingo) Perón y (Raúl) Alfonsín. “Reemplazar la rosca por los manuales de instrucciones sería tan peligroso como cambiar la política por el marketing”, concluyó Monzó.
En rigor, el titular de la Cámara de Diputados puso en palabras las constantes tensiones entre el ala política del Gobierno y la Jefatura de Gabinete. Una discusión que se elevó a su máximo nivel a principios de septiembre, cuando en plena escalada de la crisis económica, el Presidente debió mover fichas y reacomodar el gabinete de ministros. Pero el resultado no fue el esperado por el ala política: Peña concentró el poder y simplemente bajó el perfil y "cedió" la comunicación al resto del plantel gubernamental.
Monzó, el ministro Rogelio Frigerio (Interior) y los gobernantes estrella del PRO, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, llevaron una y otra vez la voz cantante en ese reclamo de amplitud y apertura en la toma de decisiones. Fue en vano. Chocaron con Macri y decisión de mantener el esquema de poder en Peña. Monzó decidió dar un paso al costado y adelantó que no estará en ninguna boleta del oficialismo en 2019, a pesar de ser el único dirigente de Cambiemos que le garantiza un manejo efectivo de la Cámara de Diputados.
En los últimos días, mientras buena parte de Cambiemos guarda silencio ante su decisión, Rodríguez Larreta salió en su respaldo. En diálogo con el programa La Lupa, el jefe de Gobierno porteño admitió que intentaría retenerlo para que no abandone el Gobierno. "Vamos a seguir hablando", adelantó el alcalde.