La razones del nuevo desencuentro

Bergoglio llega otra vez a la región volando por encima de la Argentina de Macri

La Rosada mantiene esperanzas sobre una visita papal antes de 2019. La bronca con Esteban Bullrich y el bajo perfil de los interlocutores oficiales. La foto con Piñera que Bachelet quiso evitar.

Aunque la Casa Rosada no pierde las esperanzas de una visita papal a la Argentina, la presencia oficial de funcionarios argentinos durante la gira que el pontífice Jorge Mario Bergoglio comenzará este lunes en Santiago de Chile estará limitada al subsecretario de Cultos, Alfredo Albriani; el embajador en Chile, Octavio Bordón, y a funcionarios de segunda línea de los ministerios del Interior, Seguridad y Transporte que participaron del operativo conjunto con las autoridades trasandinas para que los peregrinos argentinos pudieran cruzar la cordillera de los Andes, mediante los pasos fronterizos, con celeridad. Por la curia argentina sólo estarán presentes los integrantes de la Mesa Ejecutiva de la Conferencia Episcopal (CEA), presidida por el obispo de San Isidro, Oscar Ojea Quintana, y secundado por el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, y el obispo Marcelo Colombo, jefe de la diócesis de La Rioja, al frente de las vicepresidencias primera y segunda. Junto a ellos estará el obispo de Chascomús, Carlos Malfa, que comenzó su segundo mandato como secretario general del Episcopado y mantiene una estrecha relación con Bergoglio.

 

Ante las consultas de Letra P, una alta fuente de la Cancillería confirmó que el principal representante del gobierno argentino será el subsecretario Albriani, un hombre de estrecha confianza del jefe de Gabinete, Marcos Peña, que cumplió la misma función durante los dos mandatos que el actual presidente Mauricio Macri cumplió como alcalde porteño. El funcionario será el encargado de agradecerle al Papa el telegrama que envió desde el avión papal a sus compatriotas, cuando el vuelo transitaba el cielo argentino, una formalidad que el Vaticano repite en cada gira que realiza cada pontífice en el extranjero.

 

 

En el texto, de estricto tono protocolar, Bergoglio (como hizo con todos los presidentes) mandó un saludo escueto: "Su Excelencia Mauricio Macri, presidente de la República Argentina, como estoy volando sobre el espacio aéreo argentino extiendo mis cálidos saludos y envío mis más sentidos deseos a todo el pueblo de mi hogar, asegurándoles mi cercanía y bendición. Les pido a todos ustedes ustedes, por favor, no olviden rezar por mí". La misiva -que ni siquiera menciona la posibilidad de una visita a la Argentina- podría contar con una respuesta presidencial en el mismo tono. 

 

 

 

“Frechu”, como le dicen sus amigos, conoce a Bergoglio desde sus primeros pasos como arzobispo porteño y es uno de los principales interlocutores con la Santa Sede para descongelar la relación entre Francisco y el jefe del Estado, a quien le ha hecho llegar, sin virulencias, sus diferencias políticas. La última rispidez ocurrió hace dos meses, luego del asesinato del joven mapuche Rafael Nahuel, cuando la ministra de Seguridad,  Patricia Bullrich, intentó desalojar a los miembros de la comunidad Lof Lafken Winkul Mapu sin la orden del juez subrogante de Bariloche, Gustavo Villanueva.

 

Parte de ese malestar posiblemente vuelva a reverdecer en la gira chilena, porque el jefe del Vaticano posiblemente tenga encuentros con las comunidades mapuches patagónicas trasandinas y emita un mensaje pacificador que condene las maniobras protagonizadas por la administración argentina en el caso Nahuel y también por la desaparición y ahogamiento del joven Santiago Maldonado, ocurrida el 1 de agosto pasado. Podría suceder en la ciudad sureña de Temuco, lindante con la provincia de Neuquèn, prevista durante el segundo día de la gira, luego del encuentro que encabezá este martes en Santiago y antes del paso por la ciudad norteña de Iquique, para luego seguir viaje a Perú.

 

 

 

“El Gobierno realmente guarda esperanzas de que Francisco venga este año a la Argentina, pero queremos ordenar todo y, por eso, mantenemos el bajo perfil, una norma que todos nuestros funcionarios que viajan a encontrarse con el Papa deben respetar”, explicó una fuente de la Cancillería, para confirmar que continúan los viajes a Roma de funcionarios de Cambiemos, pero en la más estricta reserva y sin fotos ni selfies. La instrucción fue impartida por Macri y Peña luego del viaje relámpago que hizo hace dos meses el por entonces senador nacional electo por la provincia de Buenos Aires Esteban Bullrich, que visitó la Santa Sede el 26 de octubre, cuatro días después de los comicios legislativos nacionales.

 

“Vine a fortalecer el vínculo. Le planteé la voluntad de organizar con Scholas (Ocurrentes) un encuentro mundial interreligioso de jóvenes en la Argentina en el 2018 y de seguir fortaleciendo la relación que tenemos con el programa y con él", le dijo el flamante senador a los medios que cubrieron la minigira. No fue lo único que les dijo a los periodistas que lo escucharon: también les confió que le llevaba a Bergoglio “un mensaje formal del Presidente y del jefe de Gabinete”.

 

 

 

Sin embargo, según pudo reconstruir este medio, el ex ministro de Educación recibió una áspera reprimenda de Peña apenas volvió a Buenos Aires, porque ninguno de los mencionados le entregó mensaje formal alguno. “Increíblemente, Bullrich vendió que había tenido un encuentro privado con el Papa, pero en realidad no fueron más que escasos segundos, en el marco de la visita que hicieron empresarios”, dijo la fuente, en referencia a la visita que realizaron los empresarios Darío Werthein, Richard Wilmott, Gabriel Martino (HSBC), Guillermo Whpei (Fundación para la Democracia Internacional), Luis Alberto Moreno (titular del Banco Interamericano de Desarrollo) y el periodista del Grupo Clarín Nelson Castro.

 

En ese marco, Bullrich se mostró exultante desde la Plaza San Pedro, pero luego de ese recorrido no habló más de Bergoglio y fue obligado a respetar la norma que cumplen con precisión los ministros cercanos al Papa, como la titular de Desarrollo Social, Carolina Stanley; su par de Trabajo, Jorge Triaca y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.

 

 

 

CHILENISMOS. El país trasandino es el vigésimo segundo país que visita Bergoglio desde que asumió el papado el 13 de marzo de 2013. Su recorrido concluirá el próximo jueves, aunque el principal momento protocolar se concretará este martes, en el Palacio de la Moneda, cuando la presidenta Michelle Bachelet reciba al jefe global de la Iglesia Católica. En esa foto también radica una de las razones políticas que impidieron la invitación de la mandataria saliente al presidente Macri. El 11 de marzo próximo concluirá su segundo mandato como presidenta y le entregará la banda presidencial tricolor al empresario y ex presidenteSebatián Piñera, amigo personal y exégeta de Macri.

 

“En cada país que recibe al Papa, los invitados son definidos por el anfitrión con acuerdo del Vaticano y Bachelet quiere terminar su mandato con una histórica visita papal, pero sin una foto de Piñera junto a Macri a los besos en La Moneda y con Bergoglio al lado”, explicó a Letra P una fuente diplomática que sigue los detalles de la gira.

 

Otra razón que los funcionarios chilenos habrían esgrimido ante la Cancillería es la dificultad que implicaba invitar a Macri sin invitar a su par boliviano, Evo Morales, que ya recibió a Bergoglio en su país entre el 8 y el 10 de julio de 2015.

 

Hace un  mes, La Moneda le solicitó expresamente a la Santa Sede que Bergoglio no hable sobre la disputa marítima que mantiene Chile con Bolivia y la secretaría de Estado aceptó de inmediato. En el Palacio San Martín sostienen que ese pedido fue acompañado por la decisión de Bachelet de no invitar a los jefes de Estado limítrofes para evitar alguna alusión papal sobre Bolivia. “Evo no va por el tema limítrofe y, en ese contexto, era muy incómodo para La Moneda cursarle una invitación oficial a Macri”, concluyó la fuente diplomática consultada para justificar la ausencia del mandatario argentino, que seguirá el recorrido desde la Casa Rosada, con la esperanzas de que las gestiones secretas que mantienen sus funcionarios le permitan romper el hielo público que Francisco le prodiga desde hace una década.

 

Patricia Bullrich, ministra de Seguridad.
Javier Milei, en la misa de Gordo Dan.

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