MEMORIA & BALANCE

De Souza: ocaso del cerebro fuera de control de Cristóbal López

El socio menos famoso de Indalo fue la cabeza operativa del holding y quien mantuvo el vínculo político con los Kirchner. Los diálogos en las horas previas a la detención y el acercamiento a Rosner.

Cuentan en su entorno que hubo un hecho concreto que los hizo tomar conciencia de que el poder se les había acabado y de que la Justicia estaba ahora alineada con la política de turno. Concluyeron que, efectivamente, podían quedar privados de su libertad cuando el juez ordenó llevar a prisión a Julio Miguel De Vido, el ex ministro de Planificación y hombre de la mesa chica del kirchnerismo. Hasta ese entonces, Fabián De Souza, el cerebro detrás de los negocios de Cristóbal López, estaba confiado en su invulnerabilidad, pero ya había caído la barrera de contención. Al que preguntaba le respondía que, mientras hubiera dinero para pagar y existieran bienes, no habría conflictos con la Justicia. Pero el martes, cuando ya estaba redactada la orden de captura, fue él quien llamó a tres históricos periodistas que cubren noticias judiciales para asesorarse sobre qué hacer cuando lo fueran a buscar.

 

La historia de De Souza es particular, porque fue el gestor de la expansión del holding Indalo hacia el sector medios y, con igual intensidad, el que le acercó a Cristóbal al enigmático financista Ignacio Rosner para negociar el paquete de comunicación, una operación que puede significar el crack del imperio del patagónico. Tenía De Souza una obsesión: hacer crecer a Indalo en todos sus segmentos. Estaba en su naturaleza esa idea de ascender, desde los años mismos en los que hizo las veces de sindicalista en Comodoro Rivadavia, luego llegando al rol de contador de varias empresas petroleras. De allí lo rescató López e inició una sociedad que fue in crescendo y que, a lo largo del tiempo, estrechó lazos políticos con el kirchnerismo por las dos vías. Cristóbal López, hoy también detenido, mantenía el contacto de amistad con Néstor Kirchner; mientras que De Souza era el canalizador político de las ideas de Cristina Fernández. Con su humor particular, bromeaba entre amigos sobre la relación con los Kirchner. El chiste más usado era que su casa de Zárate, edificada a la vera del río, “era de Máximo Kirchner”. En realidad, era suya, pero gustaba exhibir sus contactos fluidos con gestos de ese estilo.

 

La sugerencia de comprar medios salió de boca de la ex presidenta. Le explicó a De Souza que era necesario convencer a Cristóbal -renuente a este tipo de negocios- de crear un multimedio que intentara hacerle sombra al Grupo Clarín, que ya había logrado todo lo que quería del gobierno K y había entrado en la fase de guerra franca. El resto es la historia conocida de cómo le “recomendaron” a Daniel Hadad desprenderse de C5N y las radios, dos polos de atracción de audiencias y millones de pesos en publicidad e ingresos.

 

El contacto de López con CFK siempre fue tirante. “No había feeling”, describen sus allegados. Y explican que la ex presidenta siempre fue afecta a relacionarse desde la sumisión del poder y que Cristóbal ya era millonario antes de conocerla. Los empresarios siempre necesitan favores, pero algunos tienen menos urgencias.

 

Por todo esto, la ex jefa de Estado canalizaba las órdenes y anhelos del relato con De Souza, un radical que supo militar en la Franja Morada. Lo hizo por vía del ala comunicacional de La Cámpora. De Souza había armado una especie de grupo pequeño de comisarios políticos, con cuadros propios y dirigentes camporistas in house. En plena campaña para las presidenciales de 2015, se notó más la intención de alinearse políticamente con el kirchnerismo. De Souza barrió con todos los programas radiales y de TV “no militantes”. Y puso a su alfil comunicacional y uno de los favoritos de CFK, Roberto Navarro. Es casi una anécdota simpática la digitación temática en esos medios que hacía el jefe de prensa de CFK, Hernán Reibel, por medio del mailing Papel Picado. Salían de De Souza a los conductores de la TV y la radio. Pero la esposa de Reibel, la también camporista Desiré Cano, no figuraba como empleada de Indalo aunque contaba con oficina propia en el primer piso del edificio de C5N, al lado de la oficina del gerente. Fue la que se encargó de despedir más de 100 personas del canal de cable CN23, parte del paquete que Cristóbal le compró al vaciador del Grupo 23, Sergio Szpolski.

 

Por el lado de Souza, aparecían pocos fieles en los que delegaba. Uno de ellos, Mariano Frutos, un joven contador de Oil Combustibles al que De Souza ascendió como gerente de la Unidad de Medios, lugar que antes había ocupado Mariano Elizondo, actual titular de la Superliga del Fútbol Argentino (SAF). Frutos fue clave para comunicar los despidos de Navarro y Víctor Hugo Morales, cuando De Souza empezó a pensar que sería mejor salir de los medios para soltar lastre político y evitar la cárcel sacándose de encima periodistas que no comulgaban con el macrismo. Frutos sigue en el cargo bajo la presunta gestión de Rosner. En el esquema gerencial, el socio de López tenía, además, convenios de cobertura periodística rentada con varios de los intendentes kirchneristas, dinero que no se habría canalizado por las vías formales.

 

El resto de los pactos políticos eran acuerdos aislados y “profesionales” con el macrismo. Por un lado, un blindaje directo a la Ciudad de Buenos Aires. De Souza y sus directivos tenían buenos vínculos y acuerdos comerciales con Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli. Al igual que con Daniel Scioli, ex gobernador de Buenos Aires. Lo de Scioli fue netamente político, pero lo de la Ciudad era un juego de mutua conveniencia teniendo en cuenta que las radios (sobre toda la 10) tenían un carácter muy urbano y un público concentrado. La guerra política de De Souza sería, entonces, una contienda directa con Macri y su jefe de Gabinete, Marcos Peña. Los tiempos más duros del grupo empezaban a llegar.

 

 

 

APUESTAS FALLIDAS Y LA INGENIERÍA DE UNA CRISIS. La tarde de la elección presidencial en la que disputaban Scioli y Macri descargó del auto varias cajas de champagne francés. Y las puso él mismo a enfriar en las heladeras del edificio de Ideas del Sur. Estaba confiado y aseguraba que el ex motonauta sería el nuevo presidente de los argentinos. A la madrugada, volvió a cargar el champagne helado y se lo llevó en un momento de ira.

 

En su entorno, pocos creían en una victoria K. Pero él casi que no tenía plan B. La noche del empate técnico en la primera vuelta De Souza se quedó hasta las 4 de la madrugada en el canal, esperando que Scioli “diera vuelta” el resultado. Mantuvieron por pedido suyo los graphs con la histórica frase “Ganó Scioli por amplio margen”, que luego mutó en “Ganó Scioli”.

 

En una de aquellas noches, Navarro hasta le pidió a De Souza que le hiciera “un lugar en el avión”. Desde temprano, varios periodistas que manejaban datos de la provincia de Buenos Aires le habían avisado que los votos no estaban y que hasta Aníbal Fernández estaba cayendo derrotado a manos de María Eugenia Vidal.

 

Aquel acontecimiento, convertido en una broma viral en redes sociales, fue en realidad el inicio de la descomposición del holding. De Souza le había planteado a Cristóbal tres escenarios: el primero, que el gobierno de Macri no duraría ni un año, que lo “tumbaban” y “volvía a ser todo como antes”. El segundo contexto era que, si perdía Scioli, “siempre habría tiempo para negociar”. El tercero llegó ya con Macri sentado en el sillón de Rivadavia: crear un plan de desguace del grupo y soltar lastre vendiendo partes. En este contexto, con Cristóbal planteando sus ganas de retirarse e irse a Comodoro a vivir de una suculenta fortuna, De Souza le avisó de sus ganas de “capear el temporal”. Le mencionó a su socio que una firma rusa de trading petrolero llamado Gunvor estaría dispuesta a poner una millonaria suma en dólares, pero que, si Cristóbal se retiraba, quería al menos un fifty-fifty en un paquete accionario en el que hasta el momento tenía el 30%.

 

 

Cristina y Néstor Kirchner, los vínculos políticos con Cristóbal López. 

 

 

Pero un hecho periodístico trastocó todas las situaciones, pasadas y futuras. El periodista Hugo Alconada Mon publicó un artículo en el diario La Nación  contando cómo López y De Souza se habían apropiado de impuestos a los combustibles por medio de su empresa Oil. Hablaba de unos $8000 millones que había usado para financiar nuevos negocios, como la compra de medios de comunicación. Los medios le apuntaron directo a la cara conocida, pero fue De Souza el armador de esa estructura y de toda la ingeniería financiera de Indalo. El Gobierno se enteró de la maniobra por el diario. A las 9 de la mañana de aquel domingo, Macri lo llamó por teléfono desde Olivos a Alberto Abad, titular de la AFIP. Le preguntó qué era eso que estaba escrito y por qué no se había enterado. Abad le hizo un llamado rápido a su hombre de confianza en la DGI, que tardó en responder porque estaba en misa. Cuando lo hizo, confirmó que era cierto, que De Souza y Cristóbal venían utilizando una bicicleta legal pero cuestionable, de financiarse no solo con impuestos, sino con aportes patronales impagos. De hecho, había algunas planillas de beneficios impositivos que se habrían completado bajo la gestión Abad, vía internet, además de la tarea de facilitación de su antecesor en el fisco, Ricardo Echegaray. Esa misma tarde, Macri le dio una entrevista en Olivos al periodista Luis Majul y dejó allí el mensaje de “tolerancia cero a los evasores”. El presidente de la Nación le dijo lo mismo a un cuadro cercano a De Souza: su objetivo era que pagasen la deuda.

 

 

 

De Souza fue, quizás, el que menos se asombró por la investigación periodística. Solía sacar pecho ante la operatoria y la utilización de los Regímenes de Asistencia Financiera de corto plazo que brindaba la AFIP, todos renovables cada seis meses y postergables en el pago. No los usaban solo en Oil, sino en todo Indalo. De Souza era un experto en impuestos, pero desprolijo en los manejos y los comentarios. No ponía nada en papel, tenía todo en la cabeza y Cristóbal le confiaba ciegamente. Pero tenía en claro, y lo decía, que “la mejor forma para que un empresario se hiciera rico era adquirir deuda, meterse en planes de pago y patear los pagos; con la inflación que tenía Argentina del 30%, era el mejor de los mundos para los CEOs”. O sea: quedarse con el dinero líquido, comprar empresas, crecer y lo demás, financiarlo.

 

 

De Souza y López. Los dos están detenidos. 

 

 

El shock de la causa de los impuestos de Oil significó el inicio de la operación sálvese quien pueda. Cristóbal, por intermedio de sus hijos, conoció al empresario, ex candidato PRO en Mendoza y corredor de Rally Orlando “Orly” Terranova. Se reunieron en Montevideo y rubricaron un pre acuerdo para cederle los medios (C5N, las radios, Ámbito Financiero e Ideas del Sur). Todo se desplomó cuando la Casa Rosada le negó a Terranova un soporte con fondos públicos para sanear las compañías. El más duro fue Marcos Peña, que quería un escenario claro en este contexto. Peña y el Presidente le aclararon a Cristóbal, por intermediarios, que si pagaba la deuda no habría problemas.

 

En un último intento por conservar la estabilidad del grupo y zafar de la causa que los llevaría a prisión, el que movió fue De Souza. Acercó al financista Rosner, que llegó a Argentina con plata de fondos de inversión a comprar la totalidad del holding. Rosner había trabajado, entre otros lugares, en el Grupo Macri. La carta perfecta para resguardarse de las hostilidades judiciales de la Justicia PRO. Pero tampoco surtió efecto, el Gobierno le cerró la puerta al jefe de OP Investments y, por orden de Macri, Abad se endureció para cobrar. Tanto, que Rosner no se aburre de refunfuñar contra De Souza por la precariedad de sus cálculos, su exageración sobre la situación económica y el valor de las empresas del grupo, todo con más de dos mil familias que padecen los desmanejos de los antiguos y presuntos nuevos propietarios.

 

 

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