PLANO CORTO. JUAN MANUEL URTUBEY

¿Salta?

Sintonía fina con el Presidente, fecha de vencimiento local y pérdida de peso en el peronismo. El cuadro pone al gobernador cerca de Cambiemos. ¿El vice de Macri en 2019? Frigerio que sí, Peña que no.

El día más tenso en la negociación con la Casa Rosada, voló en el avión del Presidente desde su provincia hacia Buenos Aires. Dos horas en las alturas mano a mano con Mauricio Macri, tras un acto con anuncios en la localidad La Unión, y una charla dominada por las coincidencias.

 

Mientras los gobernadores de todo el país se reunían en el Consejo Federal de Inversiones del microcentro porteño, Juan Manuel Urtubey se preparaba para ser anfitrión presidencial en Salta. Confiado en que el pacto fiscal estaba casi cerrado, había decidido enviar a su jefe de de Gabinete, Fernando Yarade, al encuentro clave en Buenos Aires y se adiestraba para desembarcar directo en “Intratables”, segunda casa de su provincia en Capital Federal.

 

Íntimos. Urtubey recibió a Macri en Salta en medio de las tensiones Nación - provincias por el pacto fiscal.

 

 

El tire y afloje con la Nación por la reforma tributaria y la posibilidad cierta de que la foto del acuerdo fracasara lo obligaron a venir directo, sin tiempo para cambiarse. De jeans y chomba gris, el abogado que gobierna Salta desde hace una década entró alrededor del mediodía al scrum por el reparto y se convirtió unas horas después en actor clave para el acercamiento con el Gobierno.

 

Al final de una jornada larga como pocas, el peronista preferido de los empresarios fue el vocero del entendimiento junto con el ministro Rogelio Frigerio. Letra P lo pudo ver, cuando caía la tarde, más contento incluso que los funcionarios de Macri.

 

 

 

Pese a que la derrota electoral lo devaluó como emblema del PJ “racional” y disciplinado, Urtubey sigue arriba en la estima del Presidente. Al lado de Macri lo cuidan tanto que hasta bajaron del avión que venía a Buenos Aires al oficialista Gustavo Saénz, el intendente de Cambiemos que hace apenas dos años fue candidato a vicepresidente con Sergio Massa y ahora gana con la ola amarilla.

 

En la gobernación de Salta, sostienen que la visita del Presidente estaba agendada hace tiempo y fue pura coincidencia que se concretara en el Día D para el pacto fiscal que diseñó la Casa Rosada. Pero reconocen que se puso del lado del “diálogo”.

 

Con alto protagonismo del cordobés Juan Schiaretti y el pampeano Carlos Verna, que tienen los ministros de Economía que más entienden, los gobernadores del PJ terminaron una pulseada en la que aseguran haber ganado más de lo que perdieron: destacan los 80.000 millones de pesos que le arrebataron a la Nación sobre la hora y el acuerdo para que la baja en las jubilaciones y la AUH sea menor y permita a sus beneficiarios superar en algún punto el serrucho de la inflación que le traga los ingresos.

 

 

 

PERONISMO DISECADO. Después de haber disfrutado los beneficios del ciclo kirchnerista, con perfil bajo nacional pero asistencia perfecta en el aplaudidómetro de la Casa Rosada, el salteño se convirtió primero que nadie al lenguaje de época: austeridad, equilibrio fiscal, modernización, mercados, inversión. Comparte el diagnóstico y el rumbo económico del macrismo, pero repite una advertencia, más en privado que en público: “La película de financiarse con endeudamiento ya la vivimos. ¿Cuánto tiempo más se sostiene? Tratemos de aprovechar ahora para ordenar. En otras épocas estas cosas no se hicieron y estamos pagando las consecuencias. Nos la ponemos de sombrero”. Qué se hace para frenar el endeudamiento que el Gobierno agiganta como una bola de nieve, ése es el parteaguas.

 

Como otros peronistas jóvenes y exitosos hasta la irrupción de Cambiemos, Urtubey está en su hora más difícil. Aunque sigue batallando contra Cristina Kirchner, viene de comprobar que parecerse tanto al macrismo no es negocio. Lo que comenzó a advertir dos semanas antes de las elecciones de octubre se convirtió en realidad inapelable. Como si fuera el más artero de los opositores, el Gobierno le envió a Marcos Peña, a Frigerio y a Gabriela Michetti a hacer campaña en su provincia y lo dejó del lado de los perdedores humildes. En la Casa Rosada afirman incluso que le tuvieron piedad: “No le mandamos al Presidente”, apuntan.

 

 

 

Dentro del peronismo, su situación es ambigua: conviven los aliados que le quedan con sus detractores intensos. Cometió el error de acercarse demasiado al oficialismo y, sobre todo, de perder.

 

Hoy tiene menos peso específico y algunos ya lo ven por detrás del sanjuanino Sergio Uñac, uno que ganó y no tiene competencia dentro del peronismo en su provincia. A la hora de afinar números en el mano a mano con el ministro del Interior, Urtubey estuvo en la Casa Rosada como parte de una comitiva de gobernadores que integraban el también vencido Schiaretti y Domingo Peppo. En cambio, Uñac estuvo durante horas negociando a solas con Frigerio en la Casa Rosada hasta lograr que el oficialismo archivara el impuesto al vino y después de haber criticado al Gobierno por aprobar una reforma entre cuatro paredes. Joven, ganador y también moderado, parece haber escalado unos casilleros en la consideración del Círculo Rojo y del Gobierno.

 

UN ESPACIO COLECTIVO. Incluso dentro de su afinidad con Cambiemos, las declaraciones que el gobernador le dio a La Nación generaron un impacto en el Gobierno y en la oposición. “Quiero ser parte de un espacio colectivo, en donde sea”, dijo en el marco de dardos a Cristina Kirchner y un llamado a la autocrítica en el peronismo para salir de la crisis. Los amigos de Urtubey dicen que lo sacaron de contexto y que es claro que se refería al peronismo.

 

Algo es indudable: al salteño le sobran vasos comunicantes con el oficialismo y tiene en su entorno incluso un ala de colaboradores que le recomienda sumarse a Cambiemos. Exhibe un vínculo tan fluido con Frigerio como para haberlo sumado a la lista de invitados a su casamiento con Isabel Macedo. Hablan en forma permanente y no dejan de elogiarse. Al lado del ministro bromean: dicen que lo mejor hubiera sido emitir un decreto que le permitiera al gobernador salir airoso del último trance electoral en función de la sobrevida de un peronismo disecado que se ubique en espejo al oficialismo para cerrar una alternancia que esté de acuerdo en casi todo.

 

 

 

Los peronistas que trabajan con el gobernador devuelven gentilezas: sostienen que Frigerio es el único político en un gabinete dominado por los técnicos. Critican así el tablero de control que maneja Peña, el más tenaz adversario de Urtubey en el elenco amarillo: el ala dura, ambiciosa y dominante que habita la Jefatura de Gabinete no repara en la posibilidad de un acuerdo con nada que huela a peronismo. Cuenta con los resultados electorales a su favor.

 

Los otros aliados de Juan Manuel son Michetti -con quien comparte viajes y misiones en Estados Unidos- y Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados que lo visita seguido en Salta, la última vez hace dos semanas. A Frigerio y a Monzó les gustaría tener un gobernador como Urtubey dentro del espacio oficialista, con miras a alcanzar el 45 % en la primera vuelta de 2019. Pero aseguran que el salteño no se va a ir del peronismo. “No lo veo más cerca. Si tendrá una posición muy madura desde su lugar”, dijo a Letra P un hombre de diálogo frecuente con él. La pregunta es para qué se puede quedar dentro de las fronteras del PJ, después de perder en su provincia y con una mirada tan afín a la del país que propone Cambiemos.

 

Si hubiera ganado en su provincia, hoy sería el líder indiscutido del peronismo moderado de cara a 2019 y su poder empezaría a traducirse en la Cámara de Diputados con Pablo Kosiner como jefe del bloque que representa a los gobernadores del PJ. El escenario ahora es distinto, no sólo porque construir un Pichetto para la Cámara baja demandará años sino porque Kosiner será superado en el esquema que ya se diseña por otros dos hombres claves para las leyes que necesita Macri: el ex titular de la Anses kirchnerista Diego Bossio y el peronista pampeano Sergio Ziliotto.

 

Después de tres mandatos consecutivos, Urtubey no tiene reelección y sólo le queda concretar el salto para la pelea nacional. Es parte de la misma generación que Sergio Massa, pero no tiene la posibilidad de refugiarse en su provincia. En 2019, puede poner la cabeza en una contienda contra Macri que asoma muy desfavorable, volver a ser candidato a senador a la espera de que el horizonte se abra para el PJ o dejarse llevar por las voces minoritarias que le sugieren postularse como compañero de fórmula del Presidente. Esta última opción es impensable para los que acompañan a Urtubey. Quizás tanto como lo era esta sintonía que hoy lo hermana con Cambiemos, hace apenas dos años, cuando Aníbal Fernández, Florencio Randazzo, Agustín Rossi, Daniel Scioli y Wado de Pedro volaron a Salta para festejar el primer triunfo kirchnerista de 2015 y oír de su boca una promesa que complacía a todos: “En los cuatro años y medio que tengo por delante voy a caminar Salta, la región y todos los rincones de la Argentina que puso en pie Néstor Kirchner y profundizó Cristina”.

 

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