LA QUINTA PATA

La devaluación de Javier Milei y Toto Caputo

El Presidente y el ministro disparan la bala de plata del FMI. La pregunta omnipresente por el dólar. ¿Por qué el mercado dejó de creerles? Un modelo en crisis.

La comedia de enredos que armaron Javier Milei, Toto Caputo y el FMI revela que los dos primeros perdieron, al menos por el momento, el favor del mercado. Mientras se esperan con ansiedad definiciones sobre el futuro de la relación entre el peso y el dólar, lo que ya se devaluó es la credibilidad del Gobierno.

La paliza que sufrió el Banco Central a lo largo de las cuatro ruedas de la semana no hizo más que agravarse en la última, el viernes, cuando el Presidente y el ministro de Economía presumieron, de un modo tan peleado con la realidad que resulta difícil de explicar, de una unidad de criterios con el Fondo Monetario Internacional que no fue tal.

Ese día, el BCRA vendió 192 millones de dólares y perdió reservas por décima jornada consecutiva, nada menos que 442 millones –se sumó un pago de 120 millones de dólares al Club de París–. Esto las llevó a perforar a la baja –en la medición bruta– los 26.000 millones. De las netas, las verdaderamente disponibles, es mejor ni hablar.

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Todo, desde ya, para contener las cotizaciones del billete verde en sus distintos segmentos. La hemorragia no se detiene.

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El dólar paralelo y el riesgo país cerraron el viernes en alza, reflejo de un mercado tenso. (Fuente: Rava Bursátil).

El dólar paralelo y el riesgo país cerraron el viernes en alza, reflejo de un mercado tenso. (Fuente: Rava Bursátil).

Javier Milei y Toto Caputo: quien quiera oír que oiga

Quien quisiera entenderlo, podría haber sabido desde el principio que el superávit fiscal es una base muy necesaria para la construcción –por fin– de una economía sólida, pero de ningún modo suficiente. No existe alquimista capaz de convertir pesos sobrantes en dólares tradicionalmente escasos –más cuando la actividad se recupera y demanda más importaciones–, problema conocido que no se resuelve con una motosierra que actúa sobre el gasto y que nada hace a favor de la generación de divisas. No, por lo menos, mientras la promesa de Vaca Muerta no opere a full, lo que no ocurrirá por varios años.

Fiel a su principal y acaso único expertise, Caputo siguió el rumbo del mercado durante la rueda traumática del viernes. Su declaración del jueves, en la que le puso al acuerdo con el FMI el número de 20.000 millones de dólares que presumía mágico, no sólo no impactó como esperaba ese día, sino que se mostró el viernes aun más insuficiente para restaurar la calma.

El jefe del Palacio de Hacienda pidió que el propio organismo ratificara su anuncio, necesidad que atendió a su manera.

Ya sea por puntillosidad burocrática, porque pudo haber molestado que el argentino haya definido esos giros futuros como de "libre disponibilidad" –arrogándose, como en el dramático 2018, la facultad de jugárselos en la ruleta de la corrida cambiaria– y porque eso tal vez generó revuelo en el Directorio, el FMI lanzó apenas un off the record con el argumento de que "las autoridades argentinas solicitaron un paquete de financiamiento por un total de 20 mil millones de dólares", cuya gestión calificó como "muy avanzada".

El mercado no respondió a ese incentivo y ni los futuros del dólar ni la sangría de reservas dieron tregua. Caputo, entonces, fue por más.

FMI: del off al on

El off se transformó en un posteo de la vocera del Fondo, Julie Kozack, quien ratificó la idea de que la cifra no está "acordada", como había asegurado el ministro, sino que es "la solicitada" por el Gobierno.

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Como si gobernaran un país en el que nadie entiende inglés, Twitter no ofreciera traducción y no existiera Google Translate, el ministro primero y el Presidente después aprovecharon algún titular equivocado –digamos– para sacar pecho.

Caputo lustró la chapa del valor de su palabra.

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Milei chicaneó a Cristina Fernández de Kirchner.

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¿Esto significa que el Fondo no le dará dinero al Gobierno o que la cifra no alcanzará a los mencionados 20.000 millones de dólares, un nuevo aporte de campaña multimillonario, 45% del que le concedió a Mauricio Macri en 2018? De ninguna manera. Significa que la desesperación, como la sangre, se huele y que el mercado financiero tiene un olfato fenomenal.

Los traders saben inglés, saben sacar cuentas y también razonan. Así, entendieron que el apuro del jefe del Palacio de Hacienda fue la búsqueda de una señal y, a la vez, una presión para que el desembolso inicial sea lo más grande posible. Sin embargo, de acuerdo con la consultora 1816, en el 59% de los más de 300 programas aplicados por el Fondo desde 2000, el desembolso inicial fue del 20% del total o menos, y en el 92% de los casos no llegó al 50%. Caputo quiere, necesita más, y en ese hecho por desvelarse acaso radique su última esperanza de impactar positivamente a los agentes del sistema financiero y dar vuelta la página de la desconfianza.

El plan de Toto Caputo pierde aceite

Un problema adicional es que el ministro no se limitó a dar un número; también sugirió un desembolso de una sola vez al calcular que las reservas brutas se irían a 50.000 millones de dólares. El FMI lo corrigió: los giros serán "por tramos", como siempre, y sujetos a condiciones. No se verá tal cifra.

El mercado, de hecho, ya sabe que llegarán 20.000 millones de dólares, pero no termina de descifrar la política cambiaria que impondrá el Fondo a cambio de eso ni con qué timing.

El país marcha hacia una devaluación brusca del peso? ¿Cuándo? Clave: ¿antes o después de las elecciones legislativas de octubre? ¿Un salto del dólar afectaría al Gobierno en esa instancia –y beneficiaría al peronismo–, al sacar la inflación de su meseta rebelde del dos y pico por ciento pero no precisamente hacia abajo, deprimiendo otra vez los ingresos, el consumo y la actividad? Mientras tanto, ¿qué pasaría con el crawling peg –la actualización mensual del tipo de cambio oficial– del 1% mensual y con el blend que permite a los exportadores liquidar el 20% de sus divisas en el mercado paralelo? ¿Y el cepo? ¿Cuándo se lo va a eliminar?

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Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas.

Las convicciones de Javier Milei

A la espera de lo que pase con el dólar, la devaluación de la palabra oficial no cesa. Ya se evidenció, al menos en el "expediente FMI", con el mismo pedido de rescate, algo ajeno al Milei que dejó sus convicciones anarcocapitalistas en la puerta de la Casa Rosada.

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También cuando afirmó que el nuevo paquete no sería deuda nueva por reemplazar las letras intransferibles entregadas durante décadas por el Tesoro, un activo de valor más virtual que real, a cambio de las reservas del Banco Central. ¿Cómo no lo sería la conversión de un simple asiento contable que paga 1% anual de interés –también virtual– a un paquete con el Fondo lleno de condicionalidades, que cuesta 5,63% contante y sonante y que deberá ser renegociado, por impagable, tras su vencimiento en 2035?

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La devaluación de la credibilidad del Gobierno se elevó hasta la estratósfera cuando el Presidente y su ministro acusaron al kirchnerismo de intentar un golpe de mercado. La sola idea de que la influencia de La Cámpora llegue a las mesas de dinero de los bancos, las cerealeras y otros jugadores de la bicicleta caputista es desopilante. "Kirchnerismo" es la respuesta del Gobierno a todo lo que le sale mal; esa narrativa ya resulta aburrida hasta como tritónica baguala.

El tema es que el mercado, que hasta no hace mucho era su principal sostén, ha dejado de creerle porque se cortó la cadena de la felicidad del carry trade, cosa que ocurrió por el propio peso insostenible del atraso cambiario y por las declaraciones torpes de Caputo, quien se hizo entrevistar sin prepararse para la pregunta –por cierto, tímida– sobre el tipo de cambio. "Eso es parte del secreto de la negociación", dijo y no conquistó.

Devaluaciones, más allá del peso y el dólar

La precariedad de un plan de desinflación basado en el recurso del atraso cambiario –archiconocido y archiconocidamente suicida– fue advertida hace mucho, pero la realidad se le aceleró al Gobierno en las últimas tres semanas. Esto demostró la insuficiencia secuencial del anuncio de la negociación con el FMI; de la versión sobre la inminencia del acuerdo; de la imposición ilegítima del mismo ex ante y a través de un DNU violatorio de la Constitución y de la "ley Martín Guzmán"; de la irresponsabilidad dolosa de 129 diputados que firmaron un cheque en blanco a cuenta y cargo de las próximas generaciones; de la filtración de la cifra de 20.000 millones de dólares; de la ratificación de ese número por parte de Caputo; de las explicaciones oficiales que la secundaron y de las "ratificaciones" reclamadas el viernes al organismo. Nada parece suficiente.

Lo que se rompió –se verá si de modo temporal o definitivo– es la confianza del mercado en el plan económico tal como está planteado. Ese es un problema enorme para un marco de pensamiento como el ultraliberalismo económico, que hace cerrar su dogma con la variable ambigua y polivalente de "la confianza".

El modelo hace agua y se estima que para bajar la inflación en base al ancla cambiaria –el atraso del tipo de cambio oficial y también de los paralelos atrasados–, Caputo y Santiago Bausili gastaron unos 23.000 millones de dólares en el último año, recursos que podrían haber convertido en reservas, pero que dilapidaron. Se añora el tiempo en que Milei acusaba a su ahora ministro de haberse "fumado 15.000 millones de dólares de reservas irresponsablemente". Cifra menor.

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¿Pinochetismo en democracia?

El economista Emmanuel Álvarez Agis acertó el viernes al recordar, en una entrevista en Radio Con Vos, que "hay un caso de estudio para los macroeconomistas: Chile 1978".

"Fue un modelo que tenía superávit fiscal, dólar barato y deuda externa para financiarlo, pero voló por el aire. Un programa de ese tipo es imposible en una economía de productividad media-baja e impuestos altos", explicó. Como la Argentina actual, claro.

Con Augusto Pinochet, en un contexto político e histórico que no podría ser más distinto que el actual de nuestro país, después de esa crisis grave llegaron Hernán Büchi y sus Chicago Boys, verdaderos arquitectos de la estabilización y del "modelo chileno".

¿Será, acaso, que el problema no es sólo el atraso cambiario, sino el propio rumbo del gobierno de extrema derecha?

¿Será que la concesión económico-política del dólar barato a una sociedad que, por fortuna, todavía vota hace inviable un proyecto tan brusco, autoritario y lesivo para el tejido productivo?

fmi: cepo a una argentina disciplinada
Javier Milei y Toto Caputo frente a la negociación con el FMI

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