Carteles frente a la sede del PJ: arde la interna del peronismo.
Mientras el análisis político sigue barruntando por qué ganóJavier Milei las elecciones legislativas pese a las heridas que le inflige a la Argentina, el hombre avanza sin mirar atrás. Más allá de las respuestas que se encuentren, su mayor éxito parece ser otro: instalar un nuevo sentido común económico y, con eso, precipitar la renovación del peronismo.
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Se trataría, en caso de que el estallido del fin de semana derivara en un ordenamiento satisfactorio, de algo que podría complicarle la vida cuando se vuelva a votar dentro de dos años. Como ocurrió con numerosas expresiones populares en América Latina y en Europa, el peronismo se encamina a una renovación de ideas que le permitiría, llegado el caso, dar respuesta a las nuevas demandas de la sociedad.
Los pases de factura hacen ruido, pero, antes que los efectos del extorsivo rescate de Donald Trump, hay dos factores que explican el resultado del 26-O. Por un lado, una reducción palpable de la inflación, a pesar de que el índice de octubre esté destinado a sobresaltar un poco con un número parecido al 3%; por el otro, la condena –acaso definitiva– de "lo viejo", que no sólo encontró una víctima en los justicialismos pegados con saliva, sino también en los retazos de la UCR, del PRO y de provincialismos que volvieron a morir de sed en el espejismo de la "avenida del medio".
Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner pasaron del amor a una rivalidad áspera. ¿Sólo los separa la política o también las ideas?
Javier Milei lo hizo
Milei le da forma hasta a la oposición, incluso a pesar de haber sumergido al país en un ajuste desmesurado, inequitativo y en muchos aspectos cruel; de haber provocado una recesión y zozobras con el dólar, y de haberse visto involucrado en mil controversias y hasta en escándalos de corrupción.
Si la extrema derecha reina en un páramo político, si el peronismo parece romperse y la avenida del medio son los padres, ¿game over? Tal vez no. Acaso alguna forma de reacción venga de la mano de la reconversión del gran movimiento popular argentino, que logre aunar la promesa de un horizonte de equidad social con las ideas de la estabilidad, el crecimiento y la inversión.
Para llegar a eso, claro, el peronismo deberá transitar un proceso complejo. En verdad, si se presta atención, parece que ya lo está iniciando.
Una muestra de eso se vio Nuevos Consensos, una propuesta del canal de YouTubeVino por el Desarrollo, en el que debatieron Emmanuel Álvarez Agis –consultor y exviceministro de Axel Kicillof – y Matías Kulfas –ministro de Producción del primer tramo de Alberto Fernández–.
Grabado el viernes previo a los comicios, pero difundido el último jueves, el programa mostró claras coincidencias entre ambos, las que, como se leerá más adelante, comienzan a permear en sectores del pensamiento económico peronista menos obvios.
El eterno drama del dólar y el peso
"La subestimación del problema de la moneda hizo que la Argentina coqueteara, por segunda o tercera vez en su historia, con dejar de ser un país, que fue la dolarización", arrancó Álvarez Agis, quien señaló la peculiaridad de que la última ocurrencia de ese fenómeno se haya producido tras el último gobierno peronista, que, se suponía, contaba con condiciones para generar consensos entre los diversos sectores de la economía.
Para él, "la moneda o la estabilidad, o la baja de la inflación son banderas que la heterodoxia, los proyectos nacional-populares, el peronismo o la centroizquierda perdieron". "Asumir que estabilizar la moneda es estabilizar el conflicto por la distribución del ingreso es el meollo de una agenda nacional y popular", añadió.
Kulfas, por su parte, retomó su larga prédica por la renovación doctrinaria del peronismo al afirmar que "el debate sobre la inflación se fue hacia un carril equivocado".
"Después de un primer atisbo en 2005, en 2007 reapareció la inflación de dos dígitos y se acomodó en un 25% (…). Hubo una subestimación y también un desconocimiento, con un INDEC que no la informaba (debidamente). Esa fue la madre de este problema", señaló.
"Hacia adelante hay que recuperar una mirada mucho más dura sobre la inflación para que el ahorro nacional vuelva a circular entre los argentinos y financie inversiones, crédito hipotecario y crédito para la vivienda", propuso.
Las lecciones de Brasil, Chile y Uruguay
Ambos hablaron, con énfasis, de la necesidad de cuidar la cuenta corriente –el saldo de divisas con el exterior– y el equilibrio presupuestario en contextos de restricción crediticia. "Si no tenés acceso al crédito a tasas razonables, no te queda otra que tener una estructura fiscal equilibrada", resumió Kulfas.
Las coincidencias entre ambos fueron tales, que el exviceministro señaló con humor que "un plan de estabilización necesita un estadista, un macroeconomista y un ministro de producción; tal vez en esta sala haya dos de tres". Estadista se busca.
La mirada internacional comparativa se posó en lo ocurrido con las izquierdas de países como Brasil, Chile, Uruguay y otros de la región, que asumieron la estabilidad como parte esencial de sus propuestas.
Lo dicho por los economistas mencionados excede lo que puede ser considerado un planteo de sectores revisionistas y, al contrario, permea en buena parte del peronismo, que, si se detuviera a conversar, encontraría coincidencias que cree extraviadas.
Sergio Massa, Martín Guzmán y CFK
El Sergio Massa candidato y ministro no pudo o prefirió no atenerse a su mirada conocidamente moderada sobre la economía y, tanto por eso como por su larga aspiración insatisfecha, no deja de mirar si la pileta se le llena otra vez.
Uno de sus enemigos íntimos, Martín Guzmán, libró una pelea enconada con sectores del cristinismo que torpedearon sus intentos de mejorar el saldo fiscal en base a un ordenamiento de subsidios a los servicios públicos que eran, como decía, "prorricos". Hoy mantiene diálogo con gobernadores y sindicalistas también en busca de un rol.
La enumeración podría seguir y hasta la propia Cristina Fernández de Kirchner parece en trance de renovación y cambio. En su evaluación del resultado –adverso– del 26-O, no se limitó a pegarle a Kicillof, sino que reiteró la necesidad de "repensar conceptos en lo estatal, lo educativo, lo tributario, el sistema monetario... En materia de salud, economía, seguridad, trabajo".
En primer lugar quiero dar un profundo reconocimiento y agradecimiento a todos los compañeros y compañeras que trabajaron a lo largo y a lo ancho del país en nombre del peronismo para estas elecciones.
Uno de los economistas que más escucha la expresidenta, Hernán Letcher, se quejó por una referencia irónica que le dedicó el periodista José Natanson en un streaming.
A raíz de la mención de José Natanson en @cenitalcom, vale la pena algunas reflexiones. Se mezclan dos cuestiones importantes, que son necesarias describir.
Por un lado, se repiten las críticas sobre las eventuales políticas económicas de un gobierno peronista, particularmente… pic.twitter.com/swOgxeWtPv
"Desde el CEPA (Centro de Economía Política Argentina) hemos promovido la regla fiscal. Una regla fiscal en serio, que permita establecer cómo se financia el mundo pesos. Es cierto que hay otras miradas en el peronismo. Nosotros sostenemos que, si no tenés forma de financiar el déficit, no podés tener resultado fiscal con signo negativo porque te presiona sobre el mundo dólar".
Es lo mismo que plantean Kulfas, Álvarez Agis, Kicillof y cualquier economista que se precie de heterodoxo o, más precisamente, keynesiano.
La nueva canción de Axel Kicillof
En retrospectiva, un punto de no retorno para el peronismo reciente, cuya receta más que enamorar espanta al electorado, fue la salida de Roberto Lavagna del gabinete de Néstor Kirchner, en noviembre de 2005. A choques por temas diversos se sumó la propuesta del entonces ministro de usar el excedente fiscal de la época, cuyo last dance se produjo en 2006, no para incrementar el gasto público, sino para crear un fondo anticíclico, un ahorro destinado a impulsar la economía en eventuales tiempos de vacas flacas.
Lavagna-Kirchner-1920
La relación entre Roberto Lavagna y Néstor Kirchner guarda los secretos de un cambio de piel del peronismo que hoy desnuda su agotamiento.
En esa coyuntura exacta, el kirchnerismo se olvidó de Keynes y se lanzó a un invento criollo, no anticíclico, sino procíclico.
Letra P contó qué economía tiene en la cabeza Kicillof como parte de su plan para 2027. Fuera de la caricatura que Milei hace de él, se habló en esa nota de un plan de decisiones encadenadas que involucraría un nivel moderado de las tasas de interés, un objetivo de equilibrio macro que podría involucrar un aumento controlado del gasto público, sólo en un contexto de incremento de la demanda de dinero; un dólar liberado y más alto y una renegociación de los diferentes tramos de la deuda. Esto último se hace espinoso cuando Estados Unidos, nada menos, se suma al Fondo Monetario Internacional (FMI) como acreedor privilegiado.
Tras la seguidilla de reveses, el peronismo advierte que lo suyo es refundación o agonía y sus economistas comienzan a coincidir; será cuestión de que hablen claro y fuerte para que la sociedad los escuche. Y que, por fin, resuelva una crisis de liderazgo que ya ha durado demasiado.