La bandera de Puerto Rico, estado libre asociado a Estados Unidos. ¿El destino de la Argentina?
Había una vez un país en el que la posibilidad de que una superpotencia ejerciera una suerte de protectorado de facto habría provocado una intensa controversia. Ya no: el asunto no parece mover demasiado la aguja en una Argentina despojada de autoestima.
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La sociedad asiste a las elecciones más relevantes desde 1983. El domingo 26, las urnas definirán mucho más que la composición del Congreso por los próximos dos años. Se trata de seguir siendo un Estado soberano o uno "libre asociado" a los Estados Unidos, al modo de Puerto Rico.
La reflexión tal vez les parezca exagerada a las audiencias más jóvenes, ajenas a consignas nacionalistas que han perdido buena parte de su sustancia, o a quienes sostienen la idea de que la globalización minimiza la importancia de la estatalidad. Sin embargo, mientras se consolida ese proceso, que comenzó lentamente hace siglos, tal vez con la conquista de América, pero se aceleró con la revolución tecnológica en curso, los Estados nacionales son todavía una unidad de análisis relevante, que por el momento convive y compite con enormes multinacionales tecnológicas, con la dimensión de lo virtual y sus apropiaciones, y con el movimiento instantáneo del capital a través de todo el mundo. Esa carrera, de hecho, está animada aún por dos Estados nacionales, Estados Unidos y China, que pelean por la hegemonía.
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Donald Trump versus Xi Jinping, la pelea de fondo en la que queda atrapado Javier Milei.
Captura de redes
Todos sabemos cuál es la tendencia larga de la historia, pero no conocemos en qué formato decantará, por lo que, mientras tanto, es prematuro dar por muertos a los Estados.
¿Cuál será en lo sucesivo la naturaleza venidera del argentino?
La Argentina y el interés nacional perdido
Estos son días desafiantes para el análisis político. El gobierno de Javier Milei pasa de la agonía al rescate, de la claudicación ante el mercado financiero a la sobrevida que le provee la transfusión de sangre monetaria de los Estados Unidos. Así, con bandazos extremos cada día, lo que amaga con terminar se recicla en un comienzo nuevo, inescrutable y acechante.
¿La oposición real tampoco sabe muy bien cómo pararse frente a un escenario que podría enfrentar como gobierno a partir de diciembre de 2027?
¿Qué pergeña el mileísmo para la Argentina?
¿La mayoría social que erigió a Milei como presidente en noviembre de 2023 instauró un simple gobierno o avaló un cambio de régimen político, económico y hasta de inserción internacional?
¿Dónde radica el interés nacional de la movida en curso?
Según las declaraciones de los propios protagonistas de la saga –el Presidente, Donald Trump, el virrey Scott Bessent y Toto Caputo– no habría tal cosa, sino un interés de gobierno que pretende erigirse en uno de Estado.
Ser o no ser, el dilema de la Argentina
La reunión que Trump y Milei mantendrán este martes en la Casa Blanca contendrá nuevos capítulos –en particular, uno comercial y otro de inversiones– y dará más claves sobre el pliego de condiciones por el cual una sociedad entera define un rumbo duradero en base a la necesidad de un gobierno coyuntural de que alguien le saque las papas del fuego ante una elección de mitad de mandato. Demasiado a cambio de tan poco.
La corrección de las inconsistencias del plan financiero de Toto Caputo pasa por el mismo lugar, con o sin "rescate" estadounidense: por una política de fortalecimiento de las tenencias de divisas duras del Tesoro para hacer frente a los compromisos de deuda inmediatos y mostrarle solidez al mercado, de modo de que sus bonos coticen mejor y el riesgo país permita refinanciar vencimientos; y por una acumulación paralela de dólares en el Banco Central que le otorgue a la autoridad monetaria el poder de fuego para conjurar en el futuro corridas cambiarias como la actual. Todo eso supondría un dólar más caro, pero el jefe del Palacio de Hacienda ratificó este domingo, en una entrevista con La Nación +, el actual esquema cambiario. Nadie anuncia una devaluación, claro, pero no puede descartarse que persista, con apoyo de Washington, en la porfía de comprarle al país un traje dos talles más chico para obligarlo a adelgazar.
Luis Caputo aseguró que no habrá modificaciones en el esquema cambiario, ratificó que "el tipo de cambio flotará dentro de las bandas" y negó una devaluación post elecciones pic.twitter.com/pvLH3OeHWX
Esa es la letra grande; la otra, la del modelo, la estructura productiva y la distribución del ingreso es parte de otras decisiones que deberían ser lo que se dirimiera en las urnas. El domingo 26 no se tratará de eso, sino de algo más primario: ser o no ser.
Las tres intervenciones del virrey Scott Bessent
El crescendo de declaraciones y acciones de Bessent, operacionalizadas en secreto con los miembros del equipo económico argentino que desplazaron durante cinco días a Washington la sede de la toma de decisiones, debería llamar a una reflexión profunda.
Los picantes de Toto Caputo
Los Picantes de Toto Caputo, en Washington, no tan picantes.
El virrey no ocultó en ningún momento que el "rescate", que se niega a denominar de ese modo para no conceder la evidencia del fracaso de toda una política económica, es a un gobierno que lleva adelante un proyecto de extrema derecha que considera que el interés nacional pasa por concretar todas las fantasías regionales del interés nacional de los Estados Unidos.
Asimismo, que Estados Unidos y sus empresas están interesados en recursos nacionales como el uranio, el litio y los minerales raros. Sugestivamente, el control de este último tipo de recurso fue el eje de la nueva erupción de la guerra comercial con China, que llevó a Trump a establecer un nuevo arancel punitivo del 100%, que regirá desde el 1 de noviembre, sobre las exportaciones de la potencia oriental a los Estados Unidos.
Por la segunda, esa fuerza exterior se arroga el poder de operar en el mercado local de divisas para fijar el principal precio de la economía, el tipo de cambio, del que dependen cuestiones nodales como la relación comercial con el mundo, si la estructura productiva contiene o expulsa al sector industrial, el nivel de precios, las tasas de interés, el ritmo de la actividad, el estado del mercado de trabajo y la distribución del ingreso.
En su entrevista de este domingo, Caputo aseveró que la administración republicana está dispuesta a "seguir comprando pesos, en el dólar financiero, en el dólar futuro, o comprar bonos...". "Están dispuestos a todo", resumió.
La Argentina de Javier Milei, una hojita en el vendaval
La venta, el último jueves, de 24 millones de dólares en el mercado argentino por parte del Tesoro estadounidense volcó dramáticamente las cotizaciones del peso, los títulos de deuda y las acciones. El monto –insignificante para Estados Unidos y hasta modesto para la Argentina– constituyó una señal de involucramiento insoslayable, que lleva implícito el mensaje de que serían posibles nuevas intervenciones.
La Argentina de Milei es una hoja de otoño en medio de un ventarrón.
Como todo el mecanismo es de una opacidad soviética, no se sabe todavía qué pretende hacer Bessent –un trader que habla el mismo idioma que Caputo– con los pesos resultantes. Según declaró, se trata de "comprar barato para vender caro", lo que supone dos cosas:
1) Que la solución del problema de falta de divisas en poder del Tesoro y del Banco Central se resolverá cuando a Estados Unidos, a él y, según todo lo indica, a sus fondos de inversión amigos les resulte conveniente;
2) Que la acumulación de pesos podría continuar, derivar en "inversiones" como la adquisición de deuda hoy regalada o de acciones de empresas nacionales a precio de saldo, o simplemente en un posicionamiento especulativo en tasas –la bicicleta que arma y rearma Caputo– con miras a una futura recompra de dólares y salida del país.
caputo con bessent
El virrey Scott Bessent y Toto Caputo.
¿Alguien piensa en el potencial de manipulación de cotizaciones financieras sensibles e incluso en el poder que le daría al gobierno estadounidense contar con pesos suficientes para desatar una corrida en caso de que Milei no cumpliera sus compromisos o que una administración futura se rebelase ante este estado de cosas?
El secretario del Tesoro definió lo que ocurre como una crisis de liquidez. De él, y no de las autoridades que emanaron del voto popular, depende decidir cuándo ese sonsonete deja paso a la realidad de la inconsistencia intrínseca del modelo, con las soluciones del caso.
En estos días suelen citarse como antecedentes de compra de monedas extranjeras por parte del Tesoro norteamericano lo ocurrido con el yen japonés en 1998 y en 2011, así como con el euro en 2000, a poco de su lanzamiento. La comparación suele ser una trampa de los análisis por el riesgo que conlleva de soslayar diferencias entre caso y caso.
Por un lado, la Argentina no es Japón ni la Unión Europea (UE) y, por lo tanto, no cuenta con los recursos para asegurarse que las intervenciones sean puntuales, destinadas a resolver una disrupción financiera concreta, y no un rasgo permanente. Por el otro, a diferencia de lo que ocurría en 1998, 2000 y 2011, hoy gobierna Trump, un hombre que no se rige por las reglas conocidas. Con él en la Casa Blanca –situación que se prolongará hasta el 20 de enero de 2029– las condiciones del juego son otras, y sólo conocidas y dictadas por él.
Si es que cabría hablar de "alianza" entre partes tan dispares en poder, habría que evaluar otros riesgos que asumiría el país. Si ese entendimiento se concretara, si tras el 26-O se consolidara y si incluyera, como dijo Bessent, el compromiso de "sacar a China" del país, también existiría un riesgo de desplazamiento de comercio importante para el sector agrícola, principal fuente de divisas a la espera de la maduración del proyecto Vaca Muerta.
La dolarización que Javier Milei prometió, en el freezer
La Argentina queda así inmersa e inerme en una nueva Guerra Fría de intereses ajenos, que enfrenta a la potencia instalada y la emergente, en la cual el capítulo monetario resulta la madre de todas las batallas. Pese a eso, Caputo dijo que la dolarización de la economía está fuera del menú en el corto plazo. "No tenemos los dólares (...). No hemos hablado con Estados Unidos este tema", aseguró.
dólar asustado
Sin embargo, el runrún sigue en nuestro país y en el norte, y el funcionario no le cerró del todo la puerta a la vieja obsesión de Milei. "No estamos en contra. Lo que vamos a hacer es intentar que haya más dólares en la economía", añadió sobre un proyecto que, de concretarse en algún momento, supondría un cepo permanente al objetivo del desarrollo y cristalizaría una distribución del ingreso injusta, entre otros males.
La elección que viene entraña mucho más que la relación de fuerzas en el futuro Congreso. Acaso, por establecer un paralelo arriesgado, si ese poder seguirá siendo un parlamento nacional o devendrá en una suerte de legislatura provincial.