Un exsecretario de Donald Trump busca asociarse con Dioxitek para producir el combustible de los reactores
La compañía de EE.UU. firmó un acuerdo con la empresa estatal que no puede venderse con miras a la exportación. La búsqueda de capital privado para NASA.
El exsecretario de Donald Trump en búsqueda del uranio argentino
La estatal Dioxitek, que produce dióxido de uranio, el combustible para reactores nucleares, firmó un convenio y evalúa asociarse con la empresa estadounidense Nano Nuclear Energy, en la que participa Rick Perry, exsecretario de Energía de Donald Trump. El objetivo generar hexafluoruro de uranio en una planta de Formosa y exportarlo a las empresas globales que enriquecen este mineral.
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El proyecto de Dioxitek y Nano Nuclear se inscribe en el proceso de apertura al capital privado de todas las empresas de energía nuclear que impulsa el gobierno de Javier Milei.
Por caso, esta semana puso en venta el 44% de las acciones de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA). El presidente de la empresa, Demian Reidel aseguró que “el financiamiento privado es uno de los pilares del Plan Nuclear Argentino".
Un lobista cercano a Donald Trump
Dioxitek, cuya planta principal está en Córdoba, quedó excluida del listado de empresas sujetas a privatización en la ley Bases y ahora avanza en un acuerdo con la firma estadounidense Nano Nuclear. Esta compañía, en paralelo, ya selló un convenio con la minera de capitales británicos UrAmérica, que posee concesiones para explotar uranio en Chubut, dentro del proyecto Meseta Central.
Si bien Nano Nuclear no figura entre las firmas más reconocidas de la industria nuclear, según especialistas del sector, su presidente y fundador, Jay Yu, logró darle visibilidad al contratar como titular de la Junta Ejecutiva a Perry, exgobernador de Texas y secretario de Energía de Estados Unidos entre 2017 y 2019.
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La estatal Dioxitek firmó un convenio con la empresa en la que participa el exsecretario de Donald Trump
En la firma del memorando de entendimiento participaron representantes de la compañía norteamericana junto a Diego Chaher, funcionario libertario con pasado en el Grupo América y actual titular de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, organismo encargado de conducir las privatizaciones impulsadas por Milei.
“El Presidente quiere retirar al Estado de todas las empresas”, repite Chaher como premisa de gestión.
Formosa, puerta de salida del uranio
El proyecto difundido contempla una reconfiguración de la planta de Formosa: en lugar de importar concentrado de uranio de Kazajistán para producir dióxido, se busca transformarla para elaborar hexafluoruro de uranio, un gas clave en el proceso de enriquecimiento nuclear.
Se trata de un viraje tecnológico profundo que demandará una fuerte inversión, aún sin financiamiento confirmado. La planta comenzó a construirse en 2012, bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, pero nunca se concluyó. Ahora se proyecta su reforma.
Según fuentes oficiales, la obra estaría finalizada en 2031 y la provisión tecnológica quedará en manos de la empresa estatal rionegrina INVAP. El convenio fue firmado por el gerente de Dioxitek, Federico Ramos Napoli, y el vicepresidente de Desarrollo Corporativo de Nano Nuclear, Oscar Leandro.
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Demian Reidel, el hombre nuclear de Javier Milei
Las centrales nucleares argentinas -Embalse, Atucha I y Atucha II-, que abastecen más del 7% de la demanda eléctrica nacional, no utilizan hexafluoruro.
El proyecto, por lo tanto, apunta al negocio de la exportación para el restringido grupo de compañías que enriquecen uranio. “La alianza cobra especial relevancia en el contexto de escasez mundial de hexafluoruro de uranio”, remarcaron fuentes gubernamentales.
Actualmente, el mercado global está dominado por la estatal rusa Rosatom, que concentra el 40% de la producción, y por la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC), entre otros actores de peso.
Exportar o utilizar en el sistema eléctrico nacional
“El proyecto de Formosa, tal como se plantea, significa extraer uranio en Argentina y exportarlo casi sin valor agregado: llevarse el recurso natural”, advirtió a Letra P un especialista del sector nuclear. Y agregó: “La minería de uranio es de las pocas actividades con cadena industrial integrada: se puede extraer el metal, transformarlo en combustible y hacerlo funcionar en las centrales”.
La misma fuente explicó que “el verdadero negocio es enriquecer uranio. Argentina maneja esa tecnología, pero en pequeña escala. No tiene infraestructura para ampliarla y probablemente no se lo permitan. Una planta de enriquecimiento requiere inversiones multimillonarias”.
DIOXITEK S.A. FIRMÓ UN MEMORANDO DE ENTENDIMIENTO JUNTO A NANO NUCLEAR ENERGY PARA PROMOVER INVERSIONES CLAVE EN EL SECTOR NUCLEAR.
Este jueves se concretó la firma de un memorando de entendimiento junto a NANO Nuclear Energy, compañía estadounidense líder en energía y… pic.twitter.com/LfXWkSnOxQ
Actualmente, Dioxitek produce dióxido de uranio en Córdoba y lo entrega a Combustibles Nucleares Argentinos (Conuar-FAE), compañía con participación del Grupo Pérez Companc. Esta última convierte el insumo en combustible que luego vende al Estado, a través de NASA, para abastecer a las centrales.
Milei ya explicitó su postura en un reportaje: “Si alguien quiere comprar uranio, se lo vendo. ¿De qué te sirve tenerlo enterrado y cagado de hambre? Sacalo y viví mejor”.
En esta línea, las fuentes del sector consultadas señalan que el yacimiento más accesible es el del Complejo Minero Fabril San Rafael (CMFSR) en Sierra Pintada, Mendoza, que entre 1975 y 1997 abasteció de uranio a las centrales locales. Actualmente la planta está en proceso de remediación ambiental, pero especialistas coinciden en que sería la primera en reactivarse.
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Chubut tiene un área específica para supervisar las concesiones mineras
Tanto el gobernador Alfredo Cornejo como su antecesor Rodolfo Suárez, manifestaron predisposición para retomar la explotación, aunque siempre dentro de los límites de la legislación ambiental vigente.
La otra alternativa está en Chubut, donde el gobernador Ignacio Torres busca nuevos motores de desarrollo ante la caída de la producción petrolera convencional. Allí se concentran ocho de los 14 proyectos de explotación uranífera en la Patagonia, incluida la iniciativa de UrAmérica, que ya tiene acuerdo con Nano Nuclear Energy.