Maldito dólar: los desafíos del año nuevo de Javier Milei
La escasez verde es la madre de todas las batallas. Vamos las nuevas bandas, el 9E marcado en rojo y el blanqueo permanente. Argentina, ¿lavadero del mundo?
Javier Milei termina 2025 fortalecido por el triunfo en las elecciones de mitad de mandato y por la aprobación de las leyes de Presupuesto e Inocencia Fiscal. Sin embargo, sin pausa, enero le impondrá una serie de pruebas desafiantes vinculadas con la escasez de dólares, que constituye el gran talón de Aquiles del modelo.
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El debut del nuevo esquema cambiario, en el que las bandas de flotación –el techo, porque la inferior no existe– se indexarán cada mes según el último dato de inflación. ¿Lo cumplirán el Presidente y Toto Caputo?
El vencimiento de deuda por casi 4300 millones, dinero que el ministro se afana en estas horas por conseguir casi con desesperación.
El principio "no preguntes, no digas", que se aplicará partir del mes que viene y a lo largo del año para que los argentinos saquen a la luz los dólares que tienen en negro; un blanqueo de capitales silvestre, permanente, de dudosa legitimidad, permeable al lavado del narcotráfico y otros negocios mafiosos, y materia en la que la comunidad internacional podría marcar un límite severo.
El viernes, primer día hábil de 2026, comenzará a regir la actualización de las bandas de flotación del dólar en función del último dato de inflación divulgado por el INDEC. Para enero regiría el 2,5% registrado en noviembre y elevaría el tope que el Banco Central se obligaría a defender, no necesariamente la cotización.
Ya se sabe que Milei erró groseramente cuando dijo que el billete verde caería a 900 pesos –el piso de la banda en abril– y que recién en ese punto empezaría la acumulación de reservas. Ese límite inferior es un absurdo en el que no vale la pena fijarse. Más vale mirar al techo.
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El dólar, el bien escaso que acecha a Javier Milei (imagen generada con IA).
Esto supone una admisión del Gobierno de que su decisión de comienzos de 2025 de pisar más el dólar, pasando del crawling peg del 2% mensual a una actualización del 1%, agotó todo lo que podía dar en términos de ancla cambiaria para bajar la inflación.
Asimismo, atiende las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno de Estados Unidos y el mercado financiero, que exigen un proceso serio de acumulación de reservas en el Banco Central que le dé solidez a la política cambiaria, y también en el Tesoro, como prueba de solvencia para el pago de sus compromisos. Eso, desde ya, supondría que el Gobierno sumara su demanda al mercado –la mayor dentro de este–, lo que incrementaría la cotización.
Bueno para la cuenta corriente deficitaria, no tanto para la desinflación, que encontraría allí –además de la indexación de otros precios y la inercia actitudinal de los agentes económicos– un nuevo motivo de ralentización.
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Sin embargo, en diciembre fue común que el Tesoro comprara divisas en bloque, en operaciones fuera del mercado, para no influir en el tipo de cambio, y que luego las vendiera adentro para evitar que la paridad se recalentara. La intensidad de lo hecho este lunes en ese sentido, en un mercado con fuerte demanda, les llamó la atención a los traders.
Además, a dos días de 2026, no hay indicios de que el Presidente vaya a cumplir otra promesa varias veces pateada para adelante: el levantamiento de los restos del cepo que pesan sobre las empresas, que les impide operar simultáneamente en los mercados oficial y financiero, comprar dólares para atesorar y remitir dividendos a sus casas matrices. Aun "sin ayuda del Fondo, el 1 de enero de 2026 el cepo no existe más", dijo Milei en febrero.
El presidente Milei pone nueva fecha para la salida del cepo. "Nosotros sin ayuda del Fondo el 1 de enero de 2026 el Cepo no existe más" pic.twitter.com/D5sFMPm593
Por último, el discurso de Milei y de Caputo sigue señalando la reducción de la inflación como el principal objetivo de la política económica.
Sumando los elementos precedentes y la violación reiterada del Gobierno de la promesa de acumular reservas, que ya se tradujo en un waiver (dispensa) del FMI y en otro que viene en camino, lo mejor es esperar y ver para creer.
La desesperación de Toto Caputo
Caputo busca con desesperación los dólares que le faltan –unos 2350 millones de dólares– para cubrir el vencimiento de capital e intereses de casi 4300 millones que opera el viernes 9 de enero.
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Tras el relativo fracaso de la última emisión en el mercado local –obtuvo 910 millones de dólares a una tasa muy elevada del 9,26% anual, todo peor que lo esperado–, contempla, según la consultora 1816, citada por Ámbito Financiero, la posibilidad de insistir con una operación similar, apostar a un papel de más corto plazo, usar pesos ahorrados para comprarle divisas al Banco Central o tramitar un repo –préstamo de corto plazo con bancos internacionales a cambio de una garantía–.
Default no va a haber, no al menos ahora, pero, con un riesgo país que resiste firme por encima de los 500 puntos básicos, refinanciar deuda es muy difícil y cualquier salida, subóptima y polémica.
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Por lo pronto, corresponde dar cuenta del escándalo del oro enviado a Londres por el Banco Central, que hoy valdría unos 5000 y por el cual la autoridad monetaria se niega a rendir cuentas.
El mutis por el foro de Donald Trump en este momento de necesidad de su peón del Cono Sur merece atención.
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Javier Milei y Toto Caputo, atados a Donald Trump.
A fin de recomponer recursos que acaso se usen con cierta intrepidez, ayudarían para salir del entuerto –el primero de varios– los 1.050 millones de dólares que el FMI debería desembolsar como parte del aporte de campaña por 20.000 millones que le otorgó a Milei en abril. Sin embargo, ese dinero se demorará, toda vez que el organismo quiere tener claridad sobre el uso del dinero ya remitido y resolver el segundo waiver por el incumplimiento de la meta de reservas antes de mandar su misión técnica a Buenos Aires.
También el Fondo quiere ver hechos para creer en la política cambiaria que comenzará con el año.
Que la inocencia te valga, contribuyente
Lo más delicado, que merecería un debate más profundo que el que le destinó el Congreso, es la entrada en vigor de la ley de Inocencia Fiscal. Esta prueba de fuego no hará más que comenzar en enero y también se vincula con la falta de dólares, cuando la demanda para atesoramiento viene barriendo todo el superávit energético que genera Vaca Muerta. Diga lo que diga Caputo, el tipo de cambio es un problema.
La norma busca incentivar a la sociedad a meter en el sistema dólares en negro y –presuntamente, porque está floja de papeles– los blinda de futuras persecuciones.
El concepto es que nadie, ni los bancos no las concesionarias de autos ni los escribanos, le pregunte a la gente de dónde proviene el dinero que exterioriza. Hasta ahora, el delito de evasión invertía la carga de la prueba: obligaba al contribuyente a demostrar el origen legal y no evadido de sus bienes. Ya no.
Además, eleva drásticamente los umbrales de lo que se considera evasión simple y evasión agravada, limita los plazos de reclamo por impuestos no pagados por parte de la ARCA y elimina la necesidad de justificar, en las declaraciones de impuesto a las Ganancias, el dinero que se use para gastos personales. Es, de hecho, un blanqueo permanente.
Milei ya tenía esto en la cabeza allá por abril de 2024, cuando dijo que lo que opinara al respecto el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) le importaba "un rábano". Hay que reconocer que estuvo fino.
Los problemas son importantes:
Uno, ese organismo considera la evasión como un delito precedente del lavado de activos, que es lo que le interesa combatir.
Dos, entiende que impedir que bancos, concesionarias y escribanos remitan información sobre operaciones sospechosas es grave y considera indebido recortar las atribuciones de los organismos de control.
Tres, el GAFI no acepta blanqueos de carácter permanente.
Ajeno a todo y desesperado por los verdes, Caputo ordenó a los bancos que "no rompan las pelotas"preguntándole a la gente de dónde sacó los dólares que vaya a depositar.
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El Banco Nación, señalado como refugio por el funcionario, obedeció rápido: a través de un tuit, invitó a sus clientes a llevar toda la ropa sucia que tengan.
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Algo pasó, porque luego el mensaje fue eliminado.
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¿La urgencia inicial llevó a las autoridades del Nación a pretender la aplicación de una ley antes de su reglamentación y entrada en vigor?
¿Como todo banco, debería respetar estándares internacionales antilavado, cosa que lleva a muchos, que son filiales de entidades extranjeras, a manifestar resistencias?
Como sea, a la tarde el posteo reapareció, aunque reemplazando la promesa de recibir dólares por la de atender consultas.
¿Tendrá algo que ver todo esto con las más recientes desregulaciones de Federico Sturzenegger, según las cuales ya no se requerirá que los aviones y aerolíneas privadas presenten sus planes de vuelo y se permitirán los vuelos visuales nocturnos?
Sin embargo, nada importa, parece, cuando el jefe de Estado les regala a sus ministros un libro que tilda de "héroes sociales" a los evasores y a los narcotraficantes.
¿Volverá la amenaza del GAFI de colocar a la Argentina en su lista gris de países sin suficientes controles contra el lavado de dinero? El descrédito sería enorme.
La inseguridad jurídica de la inocencia fiscal impacta y cabe preguntarse qué tipo de audaces confiarán en esa ley sin contar con garantías reales de que no se les pregunte mañana lo que se omite hoy.