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Toto Caputo se tomó un descanso playero tras su fracaso en el gobierno de Mauricio Macri.
El tono violento del discurso no es necesariamente una anécdota, sino que revela un modo de construir poder y de gestionar que ha cambiado radicalmente en ese lapso. Asimismo, la entidad que se le da íntimamente a lo que para afuera se ningunea. Caputo aseveró en IDEA que "los burros" kirchneristas "no vuelven más", aunque reconoció que las encuestas le están dando la espalda al Gobierno de manera creciente. ¿En qué quedamos?
Para comparar a los dos Caputos, hay que empezar por aclarar que en 2017 era ministro de Finanzas. Hoy lo es de Economía, pero su manera de entender el métier no ha cambiado ni sumado herramientas novedosas.
Entonces se esforzó en convencer de que el crecimiento de la deuda no era un problema y ahora, de que es el momento de invertir y que "el kirchnerismo no vuelve más". Lo primero se probó como el talón de Aquiles de su estrategia. ¿Lo segundo?
Lo que se modificó fue el contexto, sobre todo político. Durante su presentación en FIEL de 2017, se esforzó por venderle al Círculo Rojo que la panacea del futuro estaba dada por el ajuste gradualista, que establecía una escalerita descendente de déficit fiscal de 3,2% del PBI en 2018, de 2,2% en 2019 y de 1,2% en 2020. El hombre omitía por entonces los calendarios electorales y, lleno de confianza, hacía planes a futuro.
Embed - Luis Caputo expuso en la apertura de la Conferencia Anual 2017 de FIEL
La clave, explicaba el "Messi de las finanzas", era que el financiamiento de esos desequilibrios estaba "asegurado" y que la deuda –por entonces creciente– no era ningún problema –como temía el mercado– porque el desequilibrio fiscal iría cayendo por la convicción de Macri y porque la economía crecería sin pausa por "diez o 15 años". En 2018, dijo, el PBI iba a mejorar más de 3,5% y la inflación, a caer a casi un dígito. Resulta abrumador lo mal que envejeció esa charla.
Como dijo Macri, "pasaron cosas".
El gradualismo fiscal había sido, desde el inicio de la gestión, el modo en que el jefe de Gabinete Marcos Peñahabía diseñado, con el concurso técnico de Alfonso Prat-Gay, las condiciones de posibilidad de un proyecto político de largo plazo. Un ajuste más brusco habría socavado rápidamente la confianza de la sociedad, por lo que la administración macrista optó por financiar ese desequilibrio persistente con deuda y más deuda. Con deuda aluvional. Caputo es un experto en eso.
Como había anticipado el jefe de Gabinete, las elecciones de mitad de mandato de 2017 le dieron a la entonces alianza Cambiemos un triunfo contundente y estaban todavía muy frescas cuando Caputo habló en FIEL.
De una audiencia FIEL a un cambio de IDEA
Luego, el 28 de diciembre de ese año –paradojas de la historia: el Día de los Santos Inocentes–, Peña anunció junto a Caputo, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger un retoque a la meta de inflación del año siguiente: ya no sería del 8 al 12%, sino del 13 al 17%.
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Federico Sturzenegger, Marcos Peña, Nicolás Dujovne y Toto Caputo en el Día de los Inocentes de 2017. Caras largas.
Las caras de los presentes lo decían todo. El resto lo dijo Wall Street, que en febrero le cortó a Caputo el chorro del financiamiento –parece que no estaba asegurado– y precipitó el traumático bienio final de la experiencia macrista.
Siempre un defensor a ultranza de Sturzenegger, Milei –entonces un panelista prometedor– denunciaba gravemente, allá por 2018, a su actual ministro de Economía. "Lo echaron a Sturzenegger, vino Caputo y se fumó 15.000 millones de dólares de las reservas irresponsablemente e ineficientemente", decía.
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A lomo de otra coyuntura que considera prometedora, dada por la dinámica que se produce entre el blanqueo de capitales y un carry trade que tarde o temprano termina mal, enfrentó esta semana a los empresarios en el Coloquio de IDEA.
Su discurso fue más bien una charla motivacional, destinada a convencer al Círculo Rojo de que confíe e invierta para apurar la reactivación que no describe ninguna letra del diccionario. La platea aplaudió los insultos al kirchnerismo –la ideología siempre es una delicia–, pero se fue sin idea sobre qué pasará con el cepo, cómo mejorará el costo argentino y por qué convendría enterrar dinero cuando el mercado interno está detonado y el externo resulta hostil por la apreciación cambiaria.
Embed - El Ministro de Economía, Luis Caputo participó de la primera jornada del 60° Coloquio de IDEA
Siete años en la vida de Toto Caputo
El ministro volvió a mencionar, como siete años atrás, la maldita herencia, a reivindicar la desacomplejada vocación de clase de sus políticas y a prometer crecimiento, ya no por diez años, sino por 30.
Cuentas fiscales, compromiso del presidente con una macro sana, dólar, deuda, libre mercado, negocio financiero y ruegos de confianza fueron, como entonces, parte de su menú. Sin embargo, pese a las apariencias, Argentina no recrea el mito del eterno retorno.
Hay diferencias entre el ajuste de Caputo-Milei y el de Caputo-Macri.
La primera es que, al revés que en 2017, Argentina no tiene hoy acceso al crédito internacional. El riesgo país viene bajando bruscamente y el ministro de Economía aguarda ansioso para dar el zarpazo de la salida al mercado, pero todavía falta para que eso sea posible.
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Esta diferencia, de cualquier manera, es parcial. El propio Palacio de Hacienda informó esta semana que "la deuda pública bruta total de la Administración Central se elevó en septiembre en 1.661 millones de dólares, a 460.068 millones de dólares".
Así, en lo que va de la actual gestión, creció en 89.395 millones de dólares. ¿La causa? La deuda en pesos atada a la inflación, que se renueva en el mercado local, que sí permanece abierto, evoluciona más rápidamente que el dólar, que se ajusta de acuerdo con una tablita que lo actualiza –parcialmente– al 2% mensual. Cosas de las alquimias financieras raras, por las que la deuda, mientras se la paga, crece.
Sin embargo, la principal diferencia entre el Caputo de 2017 y el actual está dada por la intensidad del ajuste.
Al revés de Macri, Milei renunció desde el día uno al gradualismo fiscal y el Sector Público Nacional (SPN) experimentó otra vez el mes pasado –con los costos recesivos de la motosierra y la licuadora conocidos– superávit financiero, esto es después del pago de deuda.
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En esto radica la gran diferencia entre el Caputo de ayer y el de hoy. El celo es el mismo, pero la energía que antes destinaba a justificar el gradualismo hoy la entrega a defender el shock. Él dirá que ha escarmentado.
El Presidente sorprendió en el cierre de IDEA al confesar que "era importante hacer el ajuste durante las vacaciones", ni bien asumió, "para que la gente no se enterara tanto".
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La diferencia entre gradualismo fiscal y shock es enorme y tiene implicancias potenciales fuertes.
Si Marcos Peña imaginó que la sustentabilidad política del macrismo dependía de que el dolor del ajuste no fuera irresistible, cabe preguntarse por el futuro de una administración que apuesta exactamente a lo contrario.
El viejo Macri hoy se arrepiente de haber buscado el sostenimiento de un respaldo popular importante con la esperanza de que eso, finalmente, convenciera al mercado financiero de apoyarlo.
Milei, por su parte, ensaya el camino inverso. Le entrega todo y de golpe al Círculo Rojo, le da bicicleta feliz a la timba y se enorgullece de gobernar sólo para maximizar la rentabilidad de los héroes empresariales, a la espera de que la sociedad lo premie por los resultados.
Macri ajustó menos de lo que habría deseado hasta 2017, ganó las elecciones intermedias y naufragó al año siguiente. Milei metió machete en un verano tórrido, disparó la pobreza y la indigencia, hundió a la clase media, ahogó a provincias y universidades y sigue sin encontrar un camino alentador más allá de la fiesta del dinero fácil. Entonces, ¿qué le deparará el largo año que media hasta la apertura de las urnas?
Milei Coloquio de IDEA
Javier Milei en el Coloquio de IDEA
IDEA
"Vamos a un esquema de déficit y emisión cero en un año electoral. ¿Qué político ha hecho eso en la historia de la humanidad? Desde mi punto de vista, no pasó nunca", dijo el viernes en IDEA.
"La diferencia entre un loco y un genio es el éxito", suele repetir Milei. De a poco se sabrá ante qué fenómeno está la Argentina.