PRIMAVERA FINANCIERA

La cadena de la felicidad de Javier Milei y Toto Caputo: ¿qué hace falta para que no se corte?

Dólares, brecha, riesgo país, bonos y acciones... el mercado le sonríe al Gobierno. Sin intervención no hay paraíso. Las amenazas y las urnas como meta.

La primavera financiera que entusiasma a Javier Milei y a Toto Caputo entregó la semana pasada las flores más bellas en lo que va del actual mandato, con indicadores positivos en todos los segmentos: tipos de cambio paralelos y reducción de la brecha con el oficial, cotización de bonos y riesgo país, acciones…

La tendencia, que reactivó en el Círculo Rojo la pregunta "¿y si sale bien?", tiene causas en principio transitorias y no está exenta de peligros, pero constituye uno de los tramos del camino que el Gobierno debería recorrer, sucesivamente y sin derecho al tropiezo, para llegar fuerte a las elecciones legislativas del año que viene.

El cepo asegura que el dólar oficial se siga moviendo al ritmo que desea Caputo, con un incremento –crawling peg– del 2% mensual. Este es menor a la inflación y, por lo tanto, sirve como ancla para apurar la desaceleración de los precios, pero genera un atraso creciente que constituye uno de los principales puntos flacos del modelo.

Como sea, en lo inmediato se suma a la glaciación del consumo, a la reducción del impuesto PAIS a las importaciones y al muñequeo de los tarifazos, combo que permitió quebrar a la baja la barrera del 4% que el IPC venía mostrando desde mayo. En septiembre fue del 3,5% y el Gobierno se esforzará ahora para que el 3% no sea otro piso difícil de perforar.

El liberalismo intervencionista de Javier Milei y Toto Caputo

La política de intervención oficial, que implica la venta de divisas liquidadas por los exportadores en el mercado paralelo, reduce –arbitrajes mediante– los tipos de cambio en ese segmento, desde el "contado con liquidación" hasta el MEP, pasando incluso por el blue.

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Los dólares de Javier Milei y Toto Caputo, para abajo (Fuente: Rava Bursátil). 

Los dólares de Javier Milei y Toto Caputo, para abajo (Fuente: Rava Bursátil).

La combinación de esas dos tendencias ha comprimido la brecha por debajo del 20%, lo que cumple con lo pronosticado por el ministro de Economía y, se supone, acercaría la salida del cepo.

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Si vender esos dólares limita las posibilidades del Banco Central de sumar reservas, otro recurso sacado de la galera viene al auxilio de la política económica: el blanqueo de capitales.

El ingreso por esa vía de unos 13.000 millones de dólares a los bancos permite, mientras no vuelvan a ser retirados por sus dueños, compras por parte del Banco Central y una expansión del crédito.

Adicionalmente, la decisión oficial de eximir de la multa del 5% a los fondos blanqueados por más de 100.000 dólares que sean colocados en títulos de deuda soberana, obligaciones negociables –ON, papeles de empresas con una renta fija–, fondos comunes de inversión y acciones estimula la demanda de esos activos, causa fundamental de la primavera en el mercado.

Por otro lado, el apetito así inducido por los bonos argentinos derrumba el riesgo país, que es el diferencial de tasa que paga la deuda de un Estado por encima de la del Tesoro de Estados Unidos.

Ese indicador terminó la semana pasada en su menor nivel en cuatro años y a un solo paso de perforar a la baja la barrera de los 1.100 puntos básicos –11 puntos porcentuales por encima de los Treasuries–, algo considerado un imposible hace no demasiado tiempo.

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El riesgo país en la Argentina de Javier Milei, para abajo (fuente: Ámbito Financiero). 

El riesgo país en la Argentina de Javier Milei, para abajo (fuente: Ámbito Financiero).

Cuando el riesgo argentino toque los 800 o, más prudentemente, los 700 puntos básicos, el Gobierno podría volver al mercado a buscar fondos que le permitieran refinanciar los vencimientos de deuda. Sería un nivel todavía muy elevado en comparación con el resto de la región, pero no prohibitivo, y alejaría el temor a un default o a una reestructuración forzosa de la deuda.

Las claves de la primavera financiera de Javier Milei y Toto Caputo

  • Hay oferta abundante de dólares por el blanqueo;
  • Eso genera crédito en esa moneda, ya sea en forma de préstamos bancarios a entre el 6 y el 7% para empresas exportadoras o financiamiento a compañías vie ON a tasas similares o algo superiores;
  • Rigen tasas de interés en pesos del orden del 50% a través de instrumentos como las Lecap;
  • Se mantiene el crawling peg al 2% –encima, caería al 1,4% en 2025, según dice el proyecto de Presupuesto– y la intervención sobre los paralelos, garantía también de su reducción o estabilidad por algunos meses.
  • Así, la mesa queda tendida nuevamente para la bicicleta financiera, el carry trade en sus principales modalidades actuales. Se trata del eterno truco de Caputo, truncado traumáticamente en 2018 durante el gobierno de Mauricio Macri y en boga ahora por segunda vez.

La "fórmula de la felicidad"

¿Será que el "Messi de las finanzas" encontró finalmente, a fuerza de insistir con la timba, el secreto de la prosperidad?

No necesariamente. Ese recurso durará mientras entren dólares, haya tasas nominalmente altas en moneda local y se les asegure a esos inversores, amantes de las emociones fuertes, estabilidad o reducción de los tipos de cambio para facilitar su salida final con ganancias exorbitantes. ¿Hasta las elecciones? Se verá. El caso es que, indefectiblemente –así ha sido siempre y así será–, el país quedará más pobre tras esos meses de alegre ciclismo.

Son muchas las cosas que pueden ponerle fin a un ciclo de carry trade: un shock externo, una guerra internacional importante que invite a los inversores a refugiarse en activos seguros –la crisis en Oriente Medio tiene ese potencial–; una devaluación fuerte de socios comerciales clave del país que haga insostenible el ya problemático atraso cambiario; turbulencias políticas o sociales, una perspectiva de deterioro del poder de Milei y pesimismo sobre su suerte en las elecciones intermedias; la propia sensación subjetiva de que el tiempo de la especulación pasó… Mucho, pero no necesariamente inminente.

Si el blanqueo, la "tablita" que rige por el crawling y la intervención de los tipos de cambio paralelos son fenómenos pasajeros, la tendencia podría estirarse si inversores del exterior encontraran motivos para confiar en grande en el ajuste de Milei y Caputo e hicieran apuestas que se añadirían a las actuales, dadas, sobre todo, por empresas exportadoras, firmas que lograron colocar exitosamente obligaciones negociables y cultores de la prueba de la blancura.

Todo converge, indefectiblemente, en las elecciones legislativas del año que viene. Que Milei llegue fuerte o débil a esa instancia, que la calle se caldee o se aplaque, que la oposición consiga limitarlo o siga impotente harán la diferencia para la prolongación o el final de la "cadena de la felicidad".

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