En la búsqueda de elementos que le permitieran confirmar o descartar la hipótesis de que el ministro de Economía no era, antes de enamorarse del colega libertario que lo devolvió a la función pública, un hombre de insultos llevar, Letra P encontró un video que prueba que la violencia verbal que ejerce y alienta el Presidente está haciendo escuela y cumpliendo el sueño del derrame -la profecía nunca cumplida de la ortodoxia económica-, que en este caso no sería de bienestar sino de estilo.
En la charla motivacional que dio este miércoles en Mar del Plata, Caputo se quejó de la herencia peronista, describió un milagro y prometió un paraíso. Exactamente lo mismo -la similitud es asombrosa, casi un autoplagio- hizo en 2017, con cargo parecido pero distinto jefe -después pasarían cosas, lo que habilita el escepticismo sobre la Argentina potencia que augura ahora, pero ese es otro tema-.
El viejo y el nuevo Toto Caputo
En la conferencia anual del think tank liberal FIEL, Caputo advirtió que no se detendría mucho en "la historia". "Ya sabemos todos el país que hemos heredado", señaló y completó: "Para resumirlo basta decir que entre 2011 y 2015 sólo un país de la región tuvo menor crecimiento y mayor inflación que la Argentina, y ese país es Venezuela". Minutos después volvería sobre el asunto. "Recibimos un país completamente descapitalizado", diría y se referiría al desafío que suponía "arrancar desde tan abajo".
Embed - Luis Caputo expuso en la apertura de la Conferencia Anual 2017 de FIEL
Este miércoles, el ministro le dio a la herencia del gobierno del Frente de Todos la jerarquía de "la peor de la historia argentina" y "una de las peores a nivel mundial". "La salida de la Convertibilidad" (en 2002) fue "Disneylandia" comparada con "lo que heredó Milei", graficó.
La herramienta argumental para ensalzar los procesos que siguieron a los gobiernos kirchneristas es la misma. La novedad es el tono, desde la chicana picante -acusó al kirchnerismo de "torpedear" al Gobierno y de "comer pochoclo mientras miraba el reloj y decía 'se van en 5, 4, 3...'"- a la inclusión del insulto, la descalificación tan de esta época en la que, desde la cima del Estado, Milei apela a los adjetivos corruptos ensobrados pedazos de soretes econochantas sindigarcas zurdos de mierda y otros tecnicismos para atacar a todos los colectivos que se le animan a la crítica o, simplemente, a expresar ideas diferentes, todas englobadas en la categoría de comunistas, al tiempo que alienta a la hinchada a gritarles hijos de puta.
Embed - El Ministro de Economía, Luis Caputo participó de la primera jornada del 60° Coloquio de IDEA
El dato revelador del clima de época -de que la violencia es tendencia y derrama- es que Caputo había hablado 13 minutos envuelto en un silencio de misa que llegaba desde la platea hasta que decidió pronosticar que el kirchnerismo ya no volverá al poder porque es esa "manga de delincuentes" integrada por "unos burros". Entonces la audiencia, integrada por figuras prominentes de la elite social argentina, se despabiló y le ofreció el primer aplauso.
Señales del nuevo Toto Caputo
El ministro había lucido sus nuevas ropas el 23 de septiembre, al llamar "primate" a Axel Kicillof en un cruce tuitero con Cristina Fernández de Kirchner, a la que le sugirió que se quedase "chillando tranquila". La expresidenta pisó el palito y también lo insultó: "Bobo", le dijo.
Toda la deuda de los últimos 20 años la generaste vos, guiada por el primate que tuviste de ministro de economía. Primero heredaste 2 puntos de superávit fiscal y los convertiste en 7 de déficit. Luego Macri te dejó casi equilibrio primario y lo volviste a llevar a 5 puntos de… https://t.co/9l6DWIfdUK
La violencia, se sabe, engendra violencia y cuando la ejerce quien lidera se hace legítima. La calle, cada vez más caliente, muestra cómo ese discurso presidencial permea en las juventudes que siguen a Milei y lo veneran con devoción seudorreligiosa. Valoraciones subjetivas sobre su eficiencia y sospechas sobre sus intenciones en el ejercicio de la función pública aparte, Caputo no era un barrabrava.
En las últimas semanas el país asiste a una escalada de intolerancia que es responsabilidad del Presidente detener, en tanto cabeza del poder público. Hasta ahora, solo ha echado leña a un fuego que él mismo inició.