Ganó el domingo y al otro día fue a llevar flores, junto a Clara García, a la tumba del exgobernador Miguel Lifschitz. En el arranque de la semana, Maximiliano Pullaro hizo lo más importante: reconocer a quien define como su padre político. Luego, no paró y recorrió tres provincias en tres días. De esta manera, se convirtió, más temprano que tarde, en un embajador nacional del radicalismo y de Juntos por el Cambio (JxC). Requerimientos y pedidos por doquier.
Pullaro siempre aclaró que, en su plan, primero está Santa Fe y segundo, Santa Fe. Sin embargo, su contundente victoria y la ausencia de líderes ganadores en JxC lo puso en el centro de escena. El hombre del millón de votos aceptó el convite y se prestó en un puñado de días a las campañas del resto de las figuras de la coalición opositora.
Bullrich se le pegó como chicle el mismo domingo a la noche y desde entonces no paró. Su jefe de campaña en Santa Fe, Cristian Cunha, intermedia el vínculo. La candidata, de campaña enredada y desprolija, precisa de buenas nuevas y Pullaro es aire fresco para su molino. El hughense no la defraudará y la acompañará inquebrantable hasta el 22 de octubre. Si ella quedase afuera del ballotage, el santafesino ya avisó que votará por Javier Milei.
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El pullarimso prefiere no pensar en un escenario electoral con Bullrich tercera en los comicios. “Lo que viene no es previsible”, se atajan ante la consulta de Letra P en el entorno del gobernador electo. De mínima, se espera una reconfiguración profunda de la coalición opositora. Es mejor dedicarse a los problemas de la gestión.
En un futuro de gran incertidumbre, Pullaro quedó de pie, de espalda ancha y altura envidiable. La UCR, que en el comienzo del año se entusiasmó con poner un candidato presidencial, tiene hoy – como principal palmarés – a la futura gobernación de Santa Fe. No es poco, pero decididamente menor a lo deseado. En una semana, puede extender la comandancia de Mendoza.
En ese marco, Pullaro ya es – aunque no quiera – un dirigente de relieve nacional. Gerardo Morales perdió, Martín Lousteau perdió, Facundo Manes desapareció, Rodrigo de Loredo perdió, a Carolina Losada le ganó. El cordobés pasó absolutamente desapercibido por el búnker de Pullaro.
Con menos de 50 años, Pullaro se convirtió en un político con proyección de futuro, con carácter fuerte y con dotes que lo convierten en un embajador con honores de la UCR. Desde diciembre, gobernará la tercera provincia del país en cantidad de habitantes y con una riqueza firme y sostenida. El gobernador es consciente de eso, pero por el momento avisa que no tiene intenciones de convertirse en un dirigente nacional. En todo caso, que sea consecuencia de hacer las cosas bien en Santa Fe.
La condición de embajador lo llevó a Chaco el pasado jueves, invitado especialmente por el candidato Leandro Zdero para su cierre de campaña. El viernes volvió a Rosario y se concentró en la agenda estrictamente provincial, en la transición con Omar Perotti y en el diagrama del gabinete.
Por motus propio, Pullaro no piensa mover un dedo, una mano o cuerpo entero en la interna del radicalismo. Sólo si es necesario, saldrá a bancar a Lousteau o al diputado Emiliano Yacobitti. El santafesino se reconoce como un dirigente de Evolución y les sienta gratitud a los conductores del espacio. Si Pullaro tiene que hacer algo para que Evolución se alce con la conducción del partido, no lo dudará y lo hará.