-Hay cuatro intervenciones telefónicas, seguimientos de movimientos económicos, personales a ellos (Mariana y su hermano Rodrigo) y sus bienes. Cuando a Ortigala le pegan 40 tiros pasó a ser víctima, y entendimos que no podíamos imputar a la víctima de un hecho, por lo que empezamos a denunciar ante fiscales provinciales y federales cosas como extorsiones que advertíamos en ella. De hecho dos fiscales federales (Diego Iglesias y Matías Scilabra) testimoniaron en la Legislatura que la imputaron gracias a nuestro aporte. El pacto de impunidad no tiene lógica porque acreditamos con testigos que hubo una actividad muy intensa de investigación hacia Ortigala. En algunos casos rindió sus frutos como en el fuero federal; en otros no avanzó por decisión de los fiscales a los que les pasamos la información.
-¿Y en el caso de Rodrigo Ortigala? También se sostuvo que hubo protección o consejo para cubrir su accionar.
-Es desconcertante eso. Hay 14 códigos de causas penales (CUIJ) en la Fiscalía de Rosario. Hay 11 fiscales diferentes que manejan esos casos. En el único en el que se lo condenó a Rodrigo Ortigala es en el que actuamos Luis (Schiappa Pietra) y yo, que es la extorsión que intentó contra el financista Pablo Fortuny. Y eso no se hizo en base a una denuncia, sino porque mirando el teléfono de Cachete Díaz (condenado por el atentado al Casino de Rosario) descubrimos que había una extorsión a Fortuny. Rodrigo Ortigala no estaba agendado en el teléfono. Y si lo descubrimos es porque lo conocíamos por la voz. Con eso lo llevamos a juicio, lo imputamos y lo condenaron. Siempre entendimos que su rol fue ser partícipe secundario.
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Mariana Ortigala, la mujer que está en el centro de las acusaciones a Edery. Víctima, informante, testigo protegida y ahora detenida por ser parte de la banda de Los Monos.
-También se lo acusa de aconsejar a Ortigala.
-Por supuesto que nunca le di consejo sobre nada. En la conversación entre los dos hermanos queda claro que el que aconseja la estrategia procesal es el abogado Leo Iesari que estuvo en ese juicio y hace su trabajo profesional. Además en el juicio Rodrigo prácticamente confesó el hecho.
Una denuncia con consecuencias
-Entonces, ¿quedó conforme con su defensa en la Legislatura?
-Pude explicar y aclarar todo. Siempre estuve dispuesto a hacerlo porque, repito, es muy fácil. Cuando leí la imputación me di cuenta de que el caudal de información había excedido a las fiscales que impulsan la causa penal (Bárbara Ilera y María Laura Urquiza) y que en tiempo récord tuvieron que examinar cinco años de investigaciones complejas que llevamos. Se vieron abrumadas. Cuando puedan hacerlo, sumados a mis descargos y el testimonio de 30 testigos, estoy convencido de que se van a formar la convicción de que están en un error. En ese momento van a archivar la causa y se va a terminar todo.
-¿Por qué?
-Porque ningún integrante de los colegios de jueces de Santa Fe va a poder tener cómo válida esas imputaciones. Es un hecho, soy fiscal, estuve en cientos de audiencias, sé con qué cosas se gana un caso, con qué cosas no. Y también sé cuándo no hay un caso. A las fiscales les tocó una tarea difícil porque la presión de sectores de poder y algunos medios generó todo para que esto sea un escándalo.
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-¿Si esas imputaciones no tienen sustento, entonces por qué se avanzó?
-Los denunciantes dijeron que necesitaban que esto sea así porque en caso contrario no se iba a poder terminar con la red de protección que yo gozaba, cosa que no es cierta. El escándalo arrastró las decisiones apresuradas del auditor y las fiscales. Me presenté desde el primer día, ofrecí testigos y no se me escuchó. Ese principio de investigación era indispensable y no se hizo. Por eso se cometieron los errores que se cometieron.
-Cuando usted habla de su caso se genera la idea de un complot. Y a veces esa es una forma de simplificar asuntos profesionales y humanos muy complejos.
-Por eso nunca se me ocurrió ponerlo en esos términos. Pero esto tiene un costo que va mucho más allá de mi persona. Esto excede mi responsabilidad penal o disciplinaria. Afectará toda la forma de investigar del MPA y los procesos en los cuales participamos. Muchas personas se van a valer de todo esto para objetar lo investigado en estas causas.
-¿En qué casos?
-Lo vimos días atrás en la causa del exfiscal regional Patricio Serjal, donde ya hay personas condenadas: como a mí me imputan lo mismo por lo que está condenado el exfiscal Gustavo Ponce Asahad y está acusado Serjal, buscan demoler esa imputación, siendo que lo de Serjal se trata de un eslabón en una causa penal de corrupción más general y que involucra a sectores de influencia. No creo que causas de estas pueda haber en el futuro (en el MPA).
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El exfiscal regional renunció por corrupción, estuvo preso y su defensa usa las acusaciones contra Edery para tratar de sortear el enjuiciamiento.
Mariana Ortigala y el presunto encubrimiento
-En 2019 hay una balacera en Servando Bayo al 1000 y un cartel dirigido a los Ortigala. Se lo acusa de no haberlo investigado. También que después usted inventa otro cartel y lo agrega al legajo. ¿Cómo responde?
-Es un error garrafal. Los Ortigala eran testigos protegidos porque habían declarado contra Esteban Alvarado. El 11 de julio en un domicilio laboral de ellos hay una balacera y dejan dos carteles. Uno decía “Leo pagá”, que no representaba nada para nosotros en ese momento, porque no teníamos idea en 2019 quién era Leo Peiti. La otra era una leyenda similar.
-¿Cómo entra usted en el caso?
-Ante eso yo le exhibí a las fiscales la comunicación que me hace el 15 de julio de ese año el comisario a cargo de Protección de Testigos, muestro una foto, el acta de una entrevista. Demostré que pedí la causa para averiguar quién había atacado a Rodrigo Ortigala. Ese es el motivo por el que nos asignan la causa. No existió voluntad de encubrir a nadie. Lo de que agregué una constancia al legajo es una nimiedad irrelevante. Cuando piden ese legajo yo agregué esas constancias, que tenía en mi teléfono, y que justificaban por qué había pedido la causa. Las imprimí y las agregué. Es un acto sin importancia
-Intentaron matar a Mariana Ortigala y como réplica mataron a Rodrigo Sánchez. Le señalan a usted no haberla investigado por ese crimen y le atribuyen encubrimiento.
-Sí se la investigó por el crimen de Rodrigo Sánchez. Lo que pasa es que no se encontró evidencia que la vinculara. Al contrario. Lo que hizo Mariana Ortigala fue entregar el video que tomaron las cámaras de su casa sobre su ataque, y dijo que buscaba averiguar a través de Alan Coronel quién le había tirado, y nos comunicó que el que le había tirado era Francisco Riquelme. Y Riquelme está preso, no lo mandó a matar. Suponer que Ortigala mandó a matar a una persona que no conocía como Rodrigo Sánchez, cuando dijo que el que la atacó fue Fran Riquelme es un absurdo.
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-¿No tuvieron indicios, evidencias?
-Ninguna evidencia que acredite eso. Revisamos los teléfonos de quienes fueron condenados por el homicidio de Sánchez. Estoy hablando de los hermanos Brezik, y Celestito Benítez. Y en ninguno de los casos había mensajes ni estaba agendada Mariana Ortigala. No había nada.
Ortigala y Los Monos
-¿Por qué no la incluyó a Ortigala en la asociación ilícita a Guille Cantero?
-Porque no tenía nada que ver con lo que se investigaba en esa asociación ilícita. Que eran los negocios ilícitos, jurídicos y vínculos en torno de la barra de Newell’s. Los homicidios de Jimi Altamirano, del Chivo Saravia, entre otros. Analizamos cerca de 50 celulares, intervinimos 30 líneas y en ningún momento apareció referida ni implicada. La respuesta es siempre la falta de evidencia. El fiscal Pablo Socca que me acusa tiene una investigación de Pablo Nicolás Camino que es de las personas más violentas de Rosario en la segunda línea de Guille Cantero, y no la imputó allí a Mariana Ortigala.
-¿Por qué?
-Entiendo que si no lo hizo es porque no tuvo evidencia, pero es la misma circunstancia que se me achaca a mí. Lo mismo el fiscal Miguel Moreno, que también me acusa, tuvo intervenido a Cachete Díaz y a Guille Cantero durante 15 meses. También podría haber armado una asociación ilícita incluyéndola a Mariana Ortigala. No lo hizo, supongo, porque no tuvo evidencia. Para perseguir a una persona por asociación ilícita tiene que haber una matriz que la vincula y un objeto. Y para fundamentarlo, pruebas.
La "protección" de María Eugenia Iribarren
-En un momento de extrema violencia y tensión política en Rosario usted está al margen de las pesquisas de grupos criminales…
-(Interrumpe) Siento una impotencia muy grande por lo que pasa. Creo que somos un equipo calificado para llevar adelante este tipo de casos pero quedamos al margen. Hemos investigado a los autores de balaceras contra el Poder Judicial y los autores fueron condenados por jueces. Hemos investigado a Alvarado y logramos su condena. También a actores de las organizaciones más violentas de Rosario. Estas cosas son daños colaterales que no se evalúan cuando se toman decisiones apresuradas e incentivadas por ciertos sectores del poder político y económico. Y también por cierto sector de la fiscalía. Esto no fue reflexivo ni correcto.
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La fiscal regional María Eugenia Iribarren, desplazada temporalmente del cargo.
-La fiscal regional de Rosario María Eugenia Iribarren acaba de ser desplazada. Es público que era crítica de la imputación en su contra. ¿Entiende que eso gravitó en su corrimiento?
-Para mí tiene que ver con cuestiones que empezaron antes, cuando fue elegida ella para el cargo y no fueron elegidas otras personas. No creo que María Eugenia Iribarren haya defendido mi posición. Estoy imputado y suspendido como fiscal, si lo hubiera hecho no incidió en mucho. En algunos casos muy puntuales manifestó su opinión, que es válido: me conoce, sabe cómo trabajo y cómo se procedió. No creo que lo que pasó conIribarren tenga que ver con la posición que esgrimió respecto de mí, sino que eso se tomó para justificar su corrimiento.
La relación con otros fiscales
-Usted dice que no cometió ni falta ni delito. A las personas acusadas, muchas veces les queda el estigma de la sospecha. ¿Cómo se siente ante eso?
-Soy lector de literatura policial y medito bastante sobre eso. Sé que eso ocurre. La he pasado mal, pero al declarar en la Comisión de Acuerdos me sentí muy bien. Cuando uno puede mostrar su trabajo se generan efectos. Sentí el respeto de la gente que tenía en sus manos mi proceso disciplinario. Sé que no cometí ni irregularidad, ni falta ni mucho menos delito. No seré humilde: estuve cinco años en investigaciones complejas y con una eficacia pocas veces vista.
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-No hablemos de delito ni de falta. Pero hay dos cosas que le atribuyen: fomentar la discordia interna en el MPA reclamando y acumulado causas de otros fiscales e irresponsabilidad en conversaciones con personas imputadas o testigos.
-El método de asignación de causas no lo creamos nosotros, de hecho no es claro. Cuando fue la causa de balaceras al Poder Judicial y no había armada una unidad que investigara esos casos, había como una competencia residual que nos daba la posibilidad de elegir qué causas trabajar. Eso generó rispideces, sí, creo que porque no fue hablado entre todos. Fueron muy pocas las causas que pedíamos y cuando lo hacíamos en general no nos las daban, aunque quedó la sensación de que sacábamos las causas.
-¿A qué se debió?
-Hacer investigación como queríamos hacer, no dependiendo de una notificación policial sino de observar fenómenos criminales en la realidad y avanzar hacia ellos, exige pedir causas relacionadas con la problemática. Eso a lo mejor no fue comprendido, tal vez no nos explicamos bien nosotros. Y además hay cuestiones personales, formas de ser, de pensar, envidias, vanidades que llevan a esto. Con muchísimos fiscales pudimos entendernos y trabajar bien en equipos conjuntos.
Los chats con imputadas y testigos
-¿Y respecto de lo otro?
-Fueron comunicaciones privadas que se expusieron para generar escándalo sin justificación procesal. Por supuesto que me avergüenzo y tuve consecuencias en mi vida privada. Pero el 90 por ciento de las personas tendrían dificultades para explicar sus conversaciones privadas. Entiendo que se generen esas reacciones, que en este caso se buscaron deliberadamente, a veces con temas inventados, como una supuesta relación mía con Natalia Salinas (una persona implicada en una red criminal que terminó asesinada). Sé incluso quién lo hizo. Pero lo que importa hoy es que me puedo defender porque de lo que me imputan no hice nada.