“Si liberamos las fuerzas de la soja, el país tendría entre 500 a 900 millones de dólares mensuales”. Ese señuelo tentador fue todo un mensaje político pensado del Círculo Rojo agroexportador para los candidatos a presidente que tienen chances de asumir el 10 de diciembre. Los aplausos por la frase se los llevó el inoxidable Roberto Urquía, político justicialista y dueño del imperio AGD, la aceitera nacional que más exporta y rankea con las grandes multinacionales, quien con su horizontalidad terminó siendo el portavoz.
Acsoja, el seminario del complejo sojero que cada año intenta marcar la agenda de la agroindustria y el campo desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), esta vez hizo toda una apuesta al juntar para el cierre, como un coro, a los número uno de las cerealeras más grandes con actividad en el corredor fluvial santafesino. Además de Urquía, acompañaron la moderación de Luis Zubizarreta, presidente de la asociación sojera, Julián Echazarreta (ACA y ex secretario de Agricultura de Alberto Fernández), Pablo Scarafoni (Cargill), Alfonso Romero (Cofco), Juan José Blanchard (Dreyfus) y Pablo Noceda (Molinos Agro). Vlado Barisic, de la monstruosa Viterra que a nivel mundial compró Bunge, finalmente no asistió.
Los CEOs de las gigantes de la industria aceitera conocen el peso que tiene el sector por su capacidad para inyectar dólares frescos a las necesitadas reservas del Banco Central, a la vez determinantes para el funcionamiento de la economía. Si no que lo diga Sergio Massa, quien comulgó con la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) para mantener con oxígeno las reservas a cuestas de la liquidación de divisas. El Dólar Soja es la criatura de esto, aunque el sector cerealero, a partir de la segunda versión del programa, trata de manejarse con discreción por el malestar que genera en la cadena y por tratarse un año electoral.
Un laissez faire sojero
La sonata que partió de boca de Urquía no es nueva, es más bien oportuna, o lo intenta ser. “Estamos en un momento de quiebre porque en las próximas semanas tendremos un nuevo gobierno, y el gran desafío que tenemos acá es que este mensaje llegue a quien deba gobernar”, dijo el experimentado empresario y político justicialista que jugó la ficha por su coterráneo Juan Schiaretti, por más que reconoció que no arrima en las generales.
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El sector jura que es un "mito" que esté holgado de rentabilidad. Los ejecutivos explican que desde hace casi una década la producción de soja se encuentra estancada y pierde frente a otros competidores que avanzan a paso veloz, como Brasil y Estados Unidos. Bandera roja al viento. El cuestionamiento es que no hay reacción de los gobiernos y que fue la suba de las retenciones en 2016 realizada por Mauricio Macri lo que tiene “prisionera a la soja” y ha hecho bajar la producción. No se lo perdonan al expresidente y hasta lo toman como una traición.
Para revertir el panorama aspiran a que, al menos, en el gobierno que viene haya una tendencia prosoja. ¿En qué consistiría? En mejor tecnología acompañada de inversiones, y, claro, en la baja de retenciones, puntualmente, del diferencial a los productos industrializados de la soja, es decir, harina, pellets, aceite y otros.
“El desafío es que el gobierno que viene nos deje producir a toda la cadena. Confío que quien asuma el 10 de diciembre entienda que a la soja hay que liberarla y dejar que el campo avance”, avisó en un cordobés edulcorado el dueño de AGD, quien renegó de que el Estado piense en “el cortoplacismo para cubrir con la soja los agujeros fiscales”.
Pablo Scarafoni, de Cargill, se sumó a esa línea. “Si elegimos liberar las fuerzas productivas de la agricultura vamos a tener una oportunidad de Argentina de competir en los mercados mundiales”.
Liberarla, dejarla hacer, agujero fiscal, toda una lírica que se acopla a los vientos que se aproximan. No bendicen a ningún candidato en especial, pero cuando bajan del panel y se apagan los micrófonos y las cámaras, hay definiciones más claras. Por un lado piden por alguien con capacidad de gestión para cosas nuevas, pero que no haga locuras.
De hecho, han intentado entender lo que propone Javier Milei por sus ideas liberales y de un campo sin presiones del Estado, pero rápidamente temen por una probable ingobernabilidad e impracticabilidad de sus propuestas.
Como se ve, las cartas que juegan y reclaman son las mismas de siempre; no hay nada que no se haya dicho o por lo que se haya hecho lobby. En una línea similar se puede leer el comunicado del viernes de Ciara, al pronunciarse con "profunda preocupación" por la no homologación judicial de la oferta de pago de Vicentin. Temen conflictos laborales en el cordón y, sobre todo, que el Gobierno vuelva a la carga para meterse en el mercado.
"Si el Estado Nacional continúa con su decisión de constituir una empresa estatal agroindustrial exportadora, ésta debería desempeñarse bajo las mismas condiciones de igualdad ante la ley y las reglas del mercado (...) Por lo tanto, se ruega a las autoridades nacionales y provinciales que eviten “politizar” las decisiones judiciales", advirtieron.
Una observación a destacar del seminario sojero es que no hubo presencia de dirigentes nacionales y tampoco del equipo del gobernador electo Maximiliano Pullaro, que por estas horas parece enfocarse exclusivamente en la transición. Sí se lo vio en primera fila y hablando con algunos ejecutivos de peso al movedizo candidato a diputado nacional de La Libertad Avanza, Nicolás Mayoraz, quien, además de ser legislador provincial, se desempeña en la actividad de servicios del sector agroexportador.
Para finalizar en la entrega de demandas para el próximo presidente, Urquía pidió por un área de política de negociaciones económicas internacionales “coherente y estable”, y resaltó el rol de Jorge Neme, hoy en Economía, con pasado en la jefatura de Gabinete de Juan Manzur y, previamente, en Cancillería con Felipe Sola. “No necesitamos iluminados, sino sentido común”. ¿Quién de los candidatos lo tiene y lo podrá aplicar?, es la pregunta atinada que nadie quiso hacerle al emperador aceitero.