FASE M

Massa & cerealeras: sintonía fina con 500 millones de razones

El sector agroexportador y aceitero volvió a ser determinante en el nuevo dólar soja, pero sacó su tajada. El riesgo de convertir el vínculo en dependencia.

ROSARIO (Corresponsalía Santa Fe) Detrás de la segunda versión del dólar soja vuelve a quedar en evidencia el vínculo que aceita Sergio Massa con las grandes cerealeras, ubicadas mayormente en el Gran Rosario, que fueron nuevamente clave en la cocina de la medida que le dio oxígeno al ministro. A la vez, se expone la incidencia del sector agroexportador en los parches de la economía nacional en su recurrente necesitad de divisas. Por eso, en ese entendimiento quedó saldada una demanda histórica del sector, que bien podría leerse como parte de la negociación: la quita del diferencial de retenciones a los derivados de la soja.

 

El viento parece haberse llevado la frase que pronunció Massa cuando presentó la primera versión del dólar soja y entonó una advertencia: no se acostumbren, porque se trataba de “un esfuerzo, no una regla”. Bueno, se ve que las dos partes le tomaron el gustito: el romance tuvo un nuevo episodio. El rieago es que ese vínculo estrecho mute a dependencia. Las cerealeras lo aprovechan.

 

Además de la transferencia en pesos al sector por el diferencial cambiario propio de la medida, en esta oportunidad se le sumó la yapa de la quita del 2% de retenciones a la industria de la soja, que pasará a pagar un 31% en lugar del 33%. Esa diferencia se había subido en marzo para sostener el Fondo estabilizador del Trigo Argentino (FETA), que transfirió 400 millones de dólares de la cadena sojera a algunos molinos harineros, aunque sin demasiado éxito en la estabilización del precio del pan de cada día.  

 

Esa medida regía hasta diciembre próximo, por lo que no sólo se la quita un mes antes, sino que se asegura que no se prorrogará. Según averiguó Letra P, esos dos puntos de retenciones que le sacaron significarían unos 460/500 millones de dólares extra para el sector agroexportador en 2023, de acuerdo a estimaciones de exportaciones de harina, pellets y otros derivados de la soja teniendo en cuenta los precios a FOB actuales. Una suma nada despreciable.

 

“No es un beneficio, es una ecualización que nos deja competir con la exportación del poroto de soja sin procesar”,  sostuvo a este medio un operador de la cadena de la soja con incidencia en el negocio aceitero. “La industria -agregó- tiene costos que exportar el poroto no y el Gobierno lo entiende, sólo que tiene necesidades”.

 

En rigor, se trata de un reacomodamiento de las alícuotas muy reclamado por las agroexportadoras pero que bien podría haberse pasado de largo. El desafío del ministro parece ser que esa sintonía con el establishment no se convierta en una suerte de subordinación porque, como contó Letra P, no son todas luces, sino que abundan las sombras. Además, el sector agroexportador tiene siempre demandas a tiro: no por nada pidió, luego del anuncio, un "único tipo de cambio como política permanente".

 

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