Ni Dios se salva. La inflación corroe toda la actividad económica y la escalada de esa variable, que la administración de Alberto Fernández reconoce no logra controlar, impacta de lleno en uno de los proyectos institucionales más concretos que la Iglesia ha encarado en los últimos años para prescindir definitivamente del aporte estatal: la plataforma de donaciones y fondos para sostener su misión terrenal.
El 30 de junio de 2020, en plena cerrazón sanitaria por la pandemia, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) presentó su plan de reforma económica integral para buscar nuevas formas de autofinanciación y, sobre todo, para concientizar a la feligresía católica de que son las personas de fe, y no el Estado, quienes deben sustentar su tarea pastoral, social, educativa y evangelizadora.
Dos años y medio después, el plan de financiamiento eclesial muestra resultados alentadores, aunque la inflación tuvo un impacto letal en las recaudaciones del denominado Programa FE desde su lanzamiento formal el último día de junio de 2020 hasta el 31 de diciembre de 2022. En ese período, el dato acumulado de inflación fue de 252,4%, según el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que difunde el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
El ministro, el papa y el amigo de Massa
La escalada inflacionaria de los últimos años preocupa, y mucho, a las autoridades eclesiásticas. No fue casual que en la convocatoria para el Domingo del Compartir, la jornada de concientización que se realizó el 23 de abril pasado, el virtual ministro de Economía eclesiástico hiciera una pregunta sensible a la feligresía católica. “¿Cómo hacemos para sostener la misión en nuestras comunidades, en este tiempo de crisis económicas de nuestro país, de alta inflación?”, planteó el obispo Guillermo Caride, presidente del Consejo Episcopal de Asuntos Económicos.
A fines de enero de este año, Jorge Bergoglio sacudió los despachos de la Casa Rosada y del Ministerio de Economía con una referencia puntual a la realidad social del país. “¿Qué pasó? Mala administración, malas políticas”, evaluó, y expresó preocupación por la cantidad de personas en situación de pobreza y el impacto de la inflación, a la que calificó de “impresionante”.
Más cerca en el tiempo, el pasado 8 de mayo, el obispo Jorge García Cuerva (Santa Cruz) volvió a hacer una referencia puntual al tema. “No podemos quedarnos en silencio frente a una situación extremadamente compleja ligada a la inflación que yo defino como el impuesto a los pobres”, expresó el amigo de Sergio Massa.
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Renunciamiento al aporte estatal
Fuentes eclesiásticas y gubernamentales confirmaron a Letra P que un tercio del más de centenar de obispos argentinos ya renunció a recibir el aporte y estimaron que el proceso podría cerrarse “a fines de año, o el año que viene”. Asimismo, explicaron que los nuevos obispos nombrados por Francisco después de junio de 2020 ya no solicitan la asignación; aunque deben formalizar el trámite de renuncia por escrito para no violentar leyes vigentes.
Una vez todos los obispos hayan declinado recibir el aporte estatal, esos fondos al conjunto de la Iglesia, que representan el 0,02% del Presupuesto Nacional, se direccionarán a “otras cuestiones prioritarias”, precisaron en despachos gubernamentales.
La ley 21.540 fijó para arzobispos y obispos que cesaran por razones de edad -75 años- o invalidez una asignación del 70% de la remuneración de un juez nacional de primera instancia, incompatible con toda jubilación, pensión o retiro. Para los auxiliares retirados era del 60%, y una norma posterior puso 80% para los prelados en actividad. Montos que en la actualidad, según revelaron algunos obispos, oscilan entre los $45.000 y los $70.000 pesos según las categorías y que -dijeron- fueron congelados por el Gobierno tras el anuncio de que la Iglesia renunciaría a ese dinero.
Inflación mata balance
El Programa de Financiamiento Eclesial es una plataforma digital de donaciones diseñada para reemplazar los aportes del Estado e ir yendo, aseguran los clérigos, hacia un modelo de sostenimiento eclesial sustentable, autónomo y transparente.
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Además de visibilizar la labor de la Iglesia, uno de los pilares de la iniciativa eclesiástica –se detalla en la rendición de cuentas- es canalizar y facilitar las donaciones de la feligresía para sostener la misión de la Iglesia. Durante los dos años y medio de instrumentación, la plataforma recibido $16,1 millones en donaciones. En 2022 fueron casi $8 millones, apenas un 20% más que en 2021. En los últimos meses fueron aumentando las donaciones y en diciembre de 2022 el ticket promedio fue de $5.327.
En cuanto al perfil demográfico del donante, predominan las personas de 35 años en adelante. En relación con la cantidad de donaciones realizadas, se observa una paridad entre varones y mujeres (48% vs. 52%), aunque los varones generaron el 57% de los ingresos totales. La donación promedio en varones es de $2.161 y de $1.430 en mujeres.