La sociedad con Javier Milei no duró ni los primeros 100 días libertarios. ¿El DNU es una 125 silenciosa, como laikeó el Presidente? Una maldición infalible.
"Mi voto no es positivo". El compañero de fórmula de Cristina Fernández de Kirchner para las elecciones de 2007, que había llegado a la boleta del Frente para la Victoria por obra y gracia del acuerdo que había tejido Néstor Kirchner con lo que en aquel entonces se conoció como radicalismo K -CFK le facturaría públicamente a su esposo el regalito que le había dejado-, se convirtió en calabaza en la madrugada de máxima tensión del 17 de julio de 2008, apenas siete meses y una semana después del inicio de la primera gestión de Cristina, cuando desempató en contra del Gobierno el 36-36 de la votación de las retenciones móviles, la herejía que había pergeñado su correlgionario Martín Lousteau.
Desde entonces, el mendocino desempeñó el curioso cargo de vicepresidente opositor. Atornillado al sillón que le habían dado los votos -el argumento era técnicamente indiscutible, pero políticamente insostenible-, durante el resto de su mandato, hasta el 10 de diciembre de 2011, soportó el escarmiento peronista permanente. Cobos se pasó tres años y medio en offside.
Victoria Villarruel, en la saga maldita
Aunque acaso haya sido el más precoz y el más virulento, al menos desde el regreso de la democracia, en 1983, el caso Cobos no fue la única fractura de una fórmula presidencial. Más bien todo lo contrario: la maldición de las vicepresidencias ha sido casi infalible.
- Chacho Álvarez saltó del barco que ya zozobraba al mando de Fernando de la Rúa el 6 de octubre de 2000, cuatro días antes de cumplir diez meses en el cargo. La Alianza quedó rota y 14 meses y medio después, desde el techo de la Casa Rosada, partió el helicóptero que sacó al Presidente del poder.
Embed - Néstor Kirchner
- Daniel Scioli surfeó a su estilo la relación con Néstor Kirchner, que lo redujo a tocador de la campanita del Senado y maestro de ceremonias de premios varios. El patagónico lo ungió candidato a gobernador de Buenos Aires en 2007, pero en el ejercicio de ese cargo lo flageló. “Le pido al gobernador que diga con nombre y apellido quiénes le atan las manos en materia de seguridad”, lo expondría en público en 2010. La presidenta CFK lo llevaría con rienda corta: mantendría a la provincia en estado de hipoxia financiera.
- Gabriela Michetti se fue diluyendo en la intrascendencia durante la presidencia de Mauricio Macri, que en 2015 la había elegido como compañera de fórmula para no tocar el equipo que había ganado en la Ciudad, pero después de bendecir a Horacio Rodríguez Larreta en la pelea por su sucesión en el pago chico.
Victoria Villarruel escribe otra secuela de la saga maldita de las vicepresidencias.
Ahora, Villarruel se encamina a marcar un récord: convertirse en enemiga de su compañero de fórmula y anotar su nombre en la saga de la maldición argentina de las vicepresidencias apenas tres meses y cuatro días después de asumir. La Judas más precoz.
La crisis ya es explosiva, pero se cocina desde la campaña misma, cuando Villarruel empezó a ser sindicada como el Plan V del aliado jabonoso Mauricio Macri, y mostró los primeros indicios de una escalada imparable cuando Milei despojó a la vice en la repartija de fierros del gabinete: ni Seguridad ni Defensa ni la AFI quedaron al mando de la tropa vicepresidencial.
Mil preguntas
¿La relación terminó de romperse? ¿Por qué? ¿Es reversible o ya fue todo? ¿Qué tiene Villarruel para patear el tablero? ¿Puede llevarse algo para construir una alternativa ultraderechista? ¿Puede limar lo poco que tiene el oficialismo en el Congreso? ¿En el Senado, al menos? ¿Sigue siendo el Plan V de Macri en la guerra de nervios que libra el expresidente con Milei? ¿La vice se arriesga a terminar como una Carolina Piparo premium?
En definitiva, ¿Villarruel ya es Cobos, la más precoz de la tradición infalible de las vicepresidencias maldtas?