Victoria Villarruel, vicepresidenta de la nación.
"Tiene determinación y es agradable. En este ambiente, es raro que se combinen las dos condiciones". La descripción de la vicepresidenta, Victoria Villarruel, la hace una empleada del Senado que interactuó con la ella y vio cómo construyó consenso para relegar al peronismo en la definición de las autoridades y los cupos de las comisiones de la Cámara alta.
Firmeza, templanza y simpatía (cuando se requiere) son los atributos que parece haberse ganado Villarruel en la primera semana de gobierno libertario, en la que, sin pedirle ayuda al presidente, Javier Milei, consiguió el principal objetivo de la segunda autoridad nacional: ser mucho más que una figura decorativa que toca la campanita en el Senado. No cumplir órdenes de la Casa Rosada y jerarquizar el despacho principal de la Cámara alta son prácticas que podrían asemejar a la nueva vice con su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, de quien está en las antípodas ideológicas.
Sin los cupos ministeriales que le habían prometido, Villarruel se dio otro gusto: fue la primera figura de La Libertad Avanza (LLA) en conseguir una foto triunfal ante la casta, el sueño de grandes y chicos que pasaron meses cantando Panic Show a la luz del día. Pero, tal vez, el mayor galardón de la exdiputada fue marcarle la cancha a Milei al relegar de la presidencia provisional a Francisco Paoltroni, quien había sido anunciado por el economista vía la red social Twitter.
La versión oficial en el Senado fue que el binomio que ganó el ballotage consensuó reemplazar al formoseño por el puntano Bartolomé Abdala. Milei nunca dio explicaciones públicas y a su séquito, liderado por su hermana, Karina Milei, le quedó una enseñanza: nadie podrá tomar decisiones sobre la Cámara alta sin consultar a Villarruel.
La tensión entre los Milei y la vicepresidenta está latente. Los chisporroteos se iniciaron sobre el final de la campaña electoral, cuando la entonces diputada dejó de ir a los actos, organizó sus propias recorridas con un logo propio y hasta contradijo algunas declaraciones de Karina , quizá el mayor acto de rebeldía en LLA.
Villarruel se impuso en el recinto del Senado tras dos semanas de rosca silenciosa, acompañada de un grupo de colaboradores que trata de mantener en las sombras, pero que con el correr de los días empezó a mostrar algunos rostros. El grupo lo lidera Guillermo Montenegro, quien el 10 de diciembre asumió una tarea clave además de ejercer la diputación: asesorar a la vicepresidenta. Los empleados del Congreso ya se acostumbraron a verlo ir y venir entre las dos Cámaras.
Villarruel y Montenegro se conocieron en el Partido Demócrata y armaron una sociedad política en la que se dividen roles. De perfil bajo, el diputado tiene un pasado como asesor en la Legislatura porteña, donde participaba de negociaciones como las de la semana pasada en el Senado, donde exhibió su oficio.
Maria Izzo, flamante secretaria administrativa del Senado, es otra colaboradora fiel de la vice y también se ganó fama de rígida en la Cámara alta: el lunes, aún sin su nombramiento formal, irrumpió en la oficina que ocupa y se presentó como jefa. El resto de los colaboradores de la vice mantienen perfil bajo. Prefieren que sus nombres no se conozcan.
Aunque se alistó a LLA en su creación, en 2021, Villarruel siempre se mantuvo distante del entorno cercano de Milei, intentó sostener su propia imagen y definir su agenda. “Soy la chica clásica y él, el rockero”, describió el vínculo durante el documental “La Revolución Liberal”, del cineasta Santiago Oría, quien incorporó a la vice en todos sus spots. En un lenguaje académico, podría decirse que Milei representa la rebeldía libertaria y Villarruel el conservadurismo, una alianza que garantizó el triunfo en el ballotage.
La figura de la política contemporánea que más reivindica las tradiciones conservadoras es el exsenador del PRO Federico Pinedo, quien en las últimas semanas le aportó a la vicepresidenta su personal de confianza en el Senado, como el flamante secretario parlamentario, Agustín Giustinian, convertido en la nueva estampa de la abogada cada vez que camina por la Cámara alta.
Otro desafío de Villarruel fue acercarse a la UCR, donde suelen recelar de las familias conservadoras, porque las vinculan con los golpes de Estado a sus presidentes. Pragmática, la vice se reunió con los radicales, los sumó al consenso y hasta los privilegió en la puja de cargos. Antes, ofreció su número de teléfono para que la llamen cuando quieran. Es la determinación y la templanza que tanto le destacan.
Cuando se cortó definitivamente el diálogo con el PJ, aceptó que se votara como prosecretaria parlamentaria a Dolores Martínez, la exdiputada que responde al senador Martín Lousteau, uno de los principales detractores de Milei. A Villarruel no le interesó esa puja y sí que Martínez fuera de las pocas figuras que le hablaba en las reuniones de labor parlamentaria de la Cámara de Diputados.
Villarruel tendrá su base en el Senado, aunque participó de las reuniones de Gabinete en la Casa Rosada, donde esperan que acondicionen la oficina reservada para la vicepresidencia, que Cristina ni usó. El local de calle Mitre que la abogada usó antes de asumir, por ahora quedó sin funciones.
En el arranque del gobierno, la vicepresidenta se convirtió en la vocera de la reunión de ministros, un rol que el equipo de comunicación de Milei nunca se atrevió a quitarle por dos razones. La primera es que podía negarse. La segunda y decisiva es que a Villarruel le va bien ante los micrófonos: tiene una oratoria clara, es precisa en sus conceptos y sabe eludir preguntas incómodas. Lo confirmó en los debates de candidatos a vices, que ganó con comodidad, sin pedir asesoramiento al equipo de campaña.
Con esos pergaminos, Villarruel evitó que se cruzara en su camino Santiago Caputo, la figura a la que más escucha Milei y quien definió los voceros de cada uno de los ministerios, pero ni se atrevió a pisar el Senado. El miércoles, paseó por la Cámara alta Fernando Cerimedo, otro de los asesores que escucha Milei. "Vine a conocer", explicó su presencia. La vicepresidenta ya tenía el consenso para imponerse en la sesión y distribuir poder sin darle nada al PJ. No había mucho de qué hablar con ella.
La vicepresidenta logró bajar a Paoltroni, quien la amenazó en plena sesión. Consiguió una mayoría para repartir el poder en el Senado. La UCR fue la gran beneficiada.