Por la noche Jesús estaba a la mesa con los doce. Mientras comían, Jesús dijo: "Les digo la verdad, uno de ustedes me traicionará". En el armado épico del gobierno de Javier Milei, el concepto de traición comenzó a ocupar un rol central en el discurso libertario, más aún a partir del naufragio de la ley ómnibus. La Casa Rosada no sólo busca culpables en el peronismo y el radicalismo; también en sus propias filas, con la mirada puesta en Carolina Piparo.
Muy lejos quedaron los días de campaña en los que el ahora Presidente sacudía una motosierra con Piparo a su lado en algún municipio del conurbano bonaerense, mientras ella flameaba dólares impresos en tamaño gigante y sonreía con la gorrita negra de “Las fuerzas del Cielo”. Aquella escena probablemente nunca más se repita: la bronca entre ambos, que arrancó en noviembre, escaló esta semana hasta un punto de difícil retorno cuando el mandatario la llamó “traidora” y la diputada lo cruzó por su ensañamiento con la cantante Lali Espósito.
La bronca de Piparo se remonta a la última semana de noviembre, cuando estaba lista para asumir al frente de la ANSES, tal como Milei le había prometido en campaña y luego había reafirmado en una entrevista tras resultar electo. La excandidata a gobernadora bonaerense incluso había hecho pública la fecha de inicio de la transición, pero la bajaron de prepo y sin darle explicaciones, dejándola como una diputada rasa. A partir de entonces, el enojo de Piparo se hizo evidente en sus miradas distantes al Presidente y la decisión de abandonar el bloque La Libertad Avanza (LLA) en el Congreso para conformar el monobloque Buenos Aires Libre.
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Pese a sus demostraciones de bronca, la figura de Píparo hasta hace dos semanas sólo generaba indiferencia en la Casa Rosada. Pero la situación cambió cuando la diputada votó en contra de un inciso de un artículo de la ley ómnibus, motivo suficiente para que Milei la metiera en una de sus listas negras, que crecen todos los días.
El Presidente acreditó con likes y retuits buena parte de la catarata de críticas contra la diputada en las redes, incluso una en la que pedían que renuncie a su banca. Luego reafirmó su furia cuando le preguntaron por Piparo en una entrevista con LN+: “Para los traidores no hay tabula rasa”. Píparo no se quedó callada y contraatacó con un cuestionamiento a Milei por embestir contra Lali Espósito.
El origen del enojo de Carolina Piparo
Fue Milei quien le prometió a Piparo la gestión de la ANSES, pero el veto llegó de una amiga presidencial: la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, que tiene el organismo bajo su cargo. Es más, ahora la funcionaria está lidiando con el reemplazante del eyectado Osvaldo Giordiano, que como Piparo terminó del lado de los "traidores" por el voto de su esposa, la diputada Alejandra Torres.
Un dirigente que tuvo un rol importante en la campaña y conoció de cerca la dinámica entre Milei y Piparo le contó a Letra P que la diputada esperaba que el Presidente hiciera un gesto a su favor para terciar en el conflicto con Pettovello. Por el contrario, el mandatario se desentendió por completo del tema. Desde lejos, el libertario acató la decisión de su ministra y quedó Giordano como parte del acuerdo con el cordobesismo, un pacto que hoy tambalea con su despido.
Ese mismo dirigente aseguró que la ANSES fue “el quiebre” entre ambos, porque si bien antes la relación era buena, la describió como unilateral: “Piparo fue una garrapata de Milei en toda la campaña, ella quiso ponerse en ese rol", graficó la fuente. "Milei le dio tres bancas por ser candidata a gobernadora (un diputado nacional, una senadora provincial y una diputada provincial), pero ella quería el premio gordo”, completó. Bajo esa lógica, desentiende a Milei de toda responsabilidad: fue Piparo quien creyó que le darían todo lo que pedía.
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Carolina Piparo junto a Javier Milei en plena campaña
Pettovello no dejó en la ANSES a alguien propio, pero aceptó a Giordano como parte del acuerdo con el exgobernador Juan Schiaretti porque lo vio como un “cuadro técnico”, poco interesado en “hacer política”. El entorno de la ministra la describe como alguien que “odia a los políticos y no quiere que nadie haga política en su ministerio”. Piparo, entonces, tenía el boleto picado.
Y más aún: a la excandidata a gobernadora no le buscaron un premio consuelo -coinciden distintos dirigentes de LLA- porque no la ven “capacitada” para ocupar puestos ejecutivos.
El caso de Piparo fue el más resonante por el nivel de agresión pública, pero el suyo es un nombre más de la lista de dirigentes que pusieron la cara en campaña para defender a Milei y luego fueron víctimas de una razzia que los dejó lejos del centro de poder, como le pasó a la vicepresidenta Victoria Villarruel, aunque también a Ramiro Marra y Marcela Pagano, entre otros integrantes de un grupo que quedó dolido